Zhang Yimou. La casa de las dagas voladoras.


Es curioso cómo ha evolucionado el modo de representación de las mujeres en el mundo oriental, pero hemos de tomar en consideración que Zhang Yimou fue un director de la llamada quinta generación, formada por jóvenes que comenzaron su carrera tras la revolución cultural, durante la que muchos estudiantes trabajaron en granjas estatales como sencillos obreros; Zhang fue un operario textil durante ocho años. Esta experiencia dejó en él su impronta y optó por convertir a la mujer, fuerte y decidida, en la protagonista de la mayoría de sus filmes.

La casa de las dagas voladoras es una película de gènero wuxia (épico y marcial, con actores que dominan la danza y la técnica del salto tradicional chico), ubicada temporalmente en el año 859, cuando los excesos de la dinastía Tang habían favorecido el surgimiento de grupos rebeldes contra el opresor. La casa de las dagas voladoras es uno de ellos, que organizado por un hombre, el Jefe Lui, muerto el fundador, está dirigido e integrado fundamentalmente por mujeres, tan entrenadas o mejor que los hombres para la lucha y muy concienciadas de sus derechos como tales: ninguna mujer puede ser forzada a realizar aquello que no quiere.

La historia recuerda mucho la obra de Wuilliam Shakespeare, Romeo y Julieta. El amor entre un hombre y una mujer de bandos enfrentados, cuyo amor no sólo es imposible, sino una maldición para muchos seres humanos inocentes y comprometidos que tienen plena confianza en ellos. Un antiguo amante de Xiaomei (Zhang Zhiyi) , un Otelo oriental ( Andy Lau ), que considera a la mujer de su propiedad, no puede aceptar que haya dejado de quererlo y desencadenará la tragedia de unos seres que aman como individuos, en el marco de una gran hecatombe repleta de héroes anónimos, lo que remarcará Jin (Takeshi Kaneshiro). Hombres y mujeres están dotados de gran belleza física que favorece la pulsión escópica del espectador.

El mayor mérito del film está en el lenguaje cinematografico considerado en sí mismo, un derroche de virtuosismo, preciosismo y bellísimos escenarios, tanto interiores como exteriores, con una fabulosa fotografía. Es muy fácil hablar de efectos especiales, pero hoy que tanta gente trabaja con imágenes prediseñadas, produciendo otras veridiccionales modificando las ya dadas con la iluminación y el color, con programas de retoque fotográfico, no se puede denostar la imaginación desbordada de Zhang Yimou, la belleza de sus encuadres y la agilidad con que la cámara sigue el movimiento de sus actores, figurantes o no; la pelea en los altísimos juncos es una obra maestra, haya utilizado los medios técnicos que haya utilizado. Es un auténtico goce para la 'mirada'.

Sus mujeres soportan duros entrenamientos para la danza, el canto o la lucha y tienen claro qué linea roja no debe cruzar jamás un hombre. No sé a qué responde esta forma del director de ver a la mujer, si a la revolución cultural, a su rechazo o al influjo de occidente, pero está claro que está dotado de una gran sensibilidad e imaginación capaz de crear las más bellas imágenes. Hasta las mujeres maduras gozan de esta cualidad.

Hace pocos días comentábamos (www.formacioenigualtat.blogspot.com ) el gusto de Ron Marshall por el glamour del espectáculo y la representación del esplendor del mundo de las gheisas, pero hay una diferencia con Yimou, que convierte en mágico lo cotidiano y natural y es capaz de rodear de belleza una pasión amorosa; la guerra y el amor, la vida y la muerte, la pasión que no tiene tiempo de apagarse, que muere en su apogeo, el gusto oriental por el lujo y el dominio del cuerpo, tan flexible como el junco, apto para luchar y para bailar y amar; son sus virtudes. Es todo un espectáculo. A muchos no les gustará el ritmo acelerado o ralentizado artificialmente, la historia narrada con la cámara y pobre en palabras. Pero hay un un cine para cada momento; a nosotros nos apasiona Bergman, Truffaut, Tarkovski Fellin o Ford, entre muchos otros, como saben los seguidores de nuestro blog, pero tampoco despreciamos otras formas de hacer, puesto que todas ellas contribuyen a la evolución del modo de representación cinematográfico. Sin poner reparos, afirmamos que nos gusta Zhang Yimou, su forma de tratar a las mujeres, sólo débiles en apariencia, fuertes en la realidad, capaces de hacer frente al opresor, incluso arriesgando su vida y sus sentimientos.

Muchas son las mujeres que sufren con la injusticia, sentimiento que no pueden domeñar, y realizan grandes sacrificios por transformar la sociedad; su vida es una lucha constante por superarse en todos los aspectos de su vida: ser buenas profesionales, buenas madres y tener un buen aspecto, lo que supone multiplicar sus esfuerzos para sobrevivir cada día. Pocas veces se les reconoce este mérito y se les hace un homenaje de esta categoría. ¡Bienvenido sea!



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