Martin Provost. Séraphine



Martin Provost aborda en 2008 la biografía de Séraphine, una mujer excepcional que nace en Arsy en 1864 y muere en 1942 en un anexo de hospital de Villers-Sous-Erquery a causa de los tranquilizantes, las privaciones físicas y la falta de alimentos durante la invasión alemana en la segunda guerra mundial ( notas Mercedes García Bravo).

Quedó huérfana de padre y madre desde muy niña y trabajó primero de pastora y a partir de 1881 como sirvienta en el Convento de las Hermanas de la Providencia en Clermont (Oise). Posteriormente vendió sus servicios de limpiadora por las casas, por unas pocas "perras".

En una de estas casas conoce a Wilhlem Uhde, coleccionista, galerista, marchante y crítico de arte, divorciado de Sonia Terk, que posteriormente se casó con Delaunay y pasó a llamarse Sonia Delaunay. Se reunía con artistas en Le Dôme y tenía una galeria en Montparnase. Lanzó a Picaso, Braque y Rousseau.




Wilhlem era un cazalentos y se interesaba sobre todo por los pintores naïf, aunque prefería llamarlos "primitivos modernos" o "pintores del sagrado corazón". El problema con Séraphine tiene distintas vertientes: por un lado era una mujer frágil mentalmente, que necesitaba pintar tanto como respirar, por otro ambos se encuentran en un periodo en el que se desarrollan dos guerras mundiales y sufren las consecuencias que estos conflictos tienen sobre las poblaciones afectadas. Como siempre padece más la parte más débil.




Da la extraña impresión de que a Séraphine le afecte una maldición: la del pobre al que le toca la lotería y acto seguido se abole la propiedad privada. Esta mujer, alentada por Wilhlem no puede entender la situación de crisis económica, ni por qué no se pueden cumplir sus sueños y gozar de los privilegios que da la Fama. Acabará, como Camille Claudel, en un manicomio.




En medio de su pobreza pintaba con pintura de Ripolin, la más común, mezclada con tierra, sangre, plantas y aceite de las velas de la Iglesia. Siempre fue muy devota y amante de los árboles y las plantas a los que hablaba y abrazaba. Tres años después de su muerte se realizó una exposición de sus obras en Paris, algo que tanto anhelaba cuando estaba viva,pero a ella ya no le sirvió de nada. Debido a su escasez de recursos fue enterrada en una fosa común.




Martin Provost y Yolande Moreau, intérprete de Séraphine


Es una película realizada con un lenguaje convencional, una buena fotografía y un buen montaje y un bacground muy triste, que esconde un mensaje positivo : muchas veces el éxito se oculta en los niveles más profundos del fracaso, una realidad que m¡permite aplicar, sin ironía, la máxima de Groucho Marx: "Partiendo de la nada he alcanzado las más altas cotas de la miseria"


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