American Gangster. Ridley Scott.


El film es un thriller, un film noir que adopta la forma de buddy movie, en el que dos hombres, un policía y un gangster protagonizan dos historias paralelas de dos vidas muy diferentes que se entrecruzan constantemente pero no se relacionan hasta el final y que obligó a Ridley Zaillian a realizar dos guiones diferentes y a ensamblarlos posterioremente. La sensación que algunos sintieron de film lento y pesada crónica (Carlos Boyero) es el resultado de un guión de 135 páginas, 350 escenas y 135 actores con diálogo. Nöel Simsolo cree por el contrario que una película negra no se reconoce por una temática precisa, unos personajes recurrentes, el cuerpo ideológico del discurso o unos juegos iconográficos, sino que su identidad reside en la elección de una actitud del artista (...) en la forma de contemplar y de mostrar la materia que se va a filmar, abriendo a un tiempo el imaginario del espectador a climas oníricos, al realismo social o a consideraciones ideológicas. Ridley Scott quiso respetar las múltiples escenas, los montones de folios, y dotar a las escenas más insignificantes de una relevancia especial, logrando, según otros críticos, ensamblar perfectamente todas las piezas del puzzle.

El policía Richie Roberts (Rusell Crowe) era el paradigma de la moralidad pública, que renuncia a 1.000.000 de dólares, lo que supuso el principio del fin de su carrera en un contexto de corrupción de la sociedad que ensuciaba a jueces, agentes del orden, empresarios, políticos y en el que ser ético era un peligro. En la década de los 60 el caso Serpico conmocionó a la sociedad norteamericana. Frente a él Frank Lucas (Denzel Washington) era un sociópata, que no tenía remordimiento ni sentimiento de culpa y que, funcionando como un empresario, inventó una marca de caballo, el blue magic, que importaba directamente de Camboya, usando los servicios del ejército y evitando a los intermediarios. Su proveedor era el Kuomitang, el ejército derrotado del general Chang Kai-Shek.

Lucas era un mafioso negro que se formó como chófer y mano derecha de un gángster a la antigua usanza, Bumpy Jhonson, considerado el Robin Hood de Harlem, cuando el barrio no era tan peligroso y América no había perdido el orgullo de la propiedad y la atención personal, que ahora aplastaban el gran capital y las superficies comerciales; Ridley Scott no suele utilizar sets y nos traslada esta idea por medio de un vestuario en el que predomina la sencillez. Ganaba tanto dinero que podría haber comprado todo Harlem, cuando una casa en la calle 100 valía tan solo 100.000 dólares, y de estos hace tan solo 30 o 40 años.

Cometió varios errores: ofertar una droga apenas cortada al mismo precio que sus competidores, lo que desató las iras de éstos y de la Brigada de Estupefacientes del Condado. Otro de no menor envergadura fue traer a su familia al completo desde Carolina del Norte. Los excesos y gastos ostentosos de todos ellos, incluido un aparatoso abrigo de piel con un sombrero a juego que le regaló su mujer, atrajeron la atención de investigadores y mafiosos. Detenido finalmente hizo un pacto con Roberts, que le convenció de que un hombre de negocios negro significaba un progreso que la competencia no iba a tolerar; el acuerdo consistió en revelar los nombres de los policías implicados en el tráfico de drogas, a cambio de una reducción de pena. Uno y otro constituyen una rara avis en su esfera, que los aisla de sus aliados naturales en los dos lados opuestos de la ley; es emotiva la imagen en la que por primera vez se encuentran uno frente a otro.

Ridley Scott pretende transmitir una frugalidad inteligente. La calidad estética del film se define en el etalonaje, donde se se matiza el color con filtros, baños de la película, obtenida en localizaciones con poca iluminación, cercana a puertas y con gran cantidad de cámaras que aumentan la ilusión de rapidez. Incorporó al film raperos de moda como Ti, RZA o The Wire (Tango).

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