The artist. Michel Hazanavicius.










Ficha técnica:

Título original: The artist.
Año: 2011.
Duración: 96 minutos aprox.
Dirección y Guión: Michel Hazanavicius.
Casting: Heidi Levit, C.S.A.
Director de fotografía: Guillaume Schiffman, A.F.C.
Música  original: Ludovic Bource.
Efectos visuales: David  Danesi
Dirección artística: Laurence Bennett.
Montaje: Anne-Sophie Bion, Michel Hazanavicius
Productor: Thomas Langmann.
Productores ejecutivos: Daniel Delume, Antoine De Cazotte, Richard Middleton.
Productor asociado: Emmanuel Montamat.
Vestuario: Mark Bridges
Cameo. La Petir Reine, Studio 37, La Classe Américaine, JD Prod., France 3 Cinéma, Jouror Productions uFilm, Canal Plus y Cinécinéma, France Televisions,  Berenice Bejo.

Intérpretes:

Jean Dujardin: George Valentin,
 Berénice Bejo: Peppy Miller,
 John Goodman: Al Zimmer,
 James Cronwell: Clifton,
 Penelope Ann Miller: Doris,
 Missi Pyle: Constance,
 Beth Grant: Doncella de Peppy,
 Ed Lauter y Malcolm McDowell: mayordomos
 Nina Siemaszko: admiradora,
 Bitsie Tulloch: Norma,
 Stuart Pankin: Director. 






 Premios:

 2011: Globos de Oro: 6 nominaciones, incluyendo película comedia/musical, director y actor
 2011: Festival de Cannes: Mejor actor (Jean Dujardin)
 2011: Festival de San Sebastián: Premio del público
 2011: Festival de Hampton: Mejor película (Premio del público)
 2011: Festival de Sevilla: Premio del público
 2011: Círculo de críticos de Nueva York: Mejor película y director
 2011: Premios del Cine Europeo: Mejor banda sonora. 4 nom., incluyendo mejor película
 2011: Independent Spirit Awards: 5 nominaciones, incluyendo mejor película y director
 2011: Satellite Awards: Mejor dirección artística. 5 nominaciones, incluyendo mejor película
 2011: Premios de la Crítica de Washington (WAFCA): Mejor película
 2011: Screen Actors Guild: 3 nominaciones. Actor, Actriz secundaria y reparto.

 Esta acumulación de galardones garantizó  un gran éxito de taquilla, teniendo en cuenta que gran parte de ellos fueron  otorgados  por el público.

Sinopsis:


Hollywood 1927,  George Valentin, (Jean Dujardin) es una gran estrella del cine mudo  a quien la vida le sonríe. La llegada del cine sonoro marca el final de su carrera y lo arrastra  a  quedar sepultado en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller,(Bérénice Bejo), que empezó de extra al lado de Valentin, comenzará una carrera ascendente que la conducirá al firmamento de las estrellas. The artist cuenta la historia de estos dos destinos entrelazados.


 Crítica:

 Un film como el que presenta Michel Hazanavicius clarifica mucho el panorama de la crítica, que ya se ha hecho mayor y precisa relajar sus nervios con un film en el que, para mayor gloria de los melancólicos, ni siquiera se habla; un ejercicio de divertimento sin encanto (Sara Brito, Diario Público). Hoy el cine es más ruidoso, dinámico, con asaltos sónicos de barullos, tiros o explosiones, en medio de las cuales se pierde el significado (Claudia Puig, USA Today). Muchos lectores estarán confirmando esas tesis, pero nos sorprende si miramos con atención el mundo que nos toca vivir, en el que las alarmas de los móviles son estruendosas, para poderlas escuchar en medio de la contaminación acústica que reina en nuestras calles; el cine mudo era apacible, sentimental, fascinante, y cuantos más apelativos queramos buscar, pero por las vías circulaba un coche cada media hora. ¿Vamos al cine a descansar del ruido que nos enloquece en nuestra vida cotidiana? El cine es sólo un reflejo de lo que vivimos cada día, y, por cierto, hay que ver lo que molesta a los espectadores el mismo teléfono que no oyen en la calle, cuando suena en la sala de proyecciones. Si te has descuidado te fulminan con la mirada, has estropeado la proyección. Ángel Quintana tiene la loable osadía de elevar un voz discordante y afirmar que "El aspecto del film es una especie de pastiche posmoderno en el que, desde un presente concreto, se recrea un modelo de cine y un sistema de representación que hoy resultan anacrónicos. La apariencia final es la de un simple juego, un divertimento pensado para la cinefilia, en el que se propone un regreso hacia la Arcadia perdida, hacia aquello que el tiempo borró y que el presente sólo puede recuperar desde la nostalgia marcadamente retro" (Cahiers du Cinema, diciembre 2011). Por el contrario, Quim Casas (Dirigido por, diciembre 2011), aunque habla también de ejercicio retro, considera en la entradilla de su artículo, Caligrafía sin melancolía, (título muy significativo) que The artist es una curiosa producción francesa que asume los códigos de la era silente e intenta conciliar el estricto y puro virtuosismo (...) con las características del melodrama cinematográfico clásico y la recuperación popular de un tipo de cine que pertenece desde hace demasiado tiempo sólo y estrictamente a las catacumbas de las filmotecas..  

Ambos críticos tampoco se ponen de acuerdo con los referentes del director de OSS 117, El Cairo nido de espías, u OSS 117: perdido en Rio. Ángel Quintana ve la influencia de King Vidor y su película Espejismos, una ficción sobre el mundo de Hollywood, de la que Douglas Fairbanks y Charles Chaplin hicieron algunos cameos; la cinta contaba la historia de Peggy Pepper (Peppy Miller de Hazanavicius), una aspirante a actriz que acaba transformada en la pretenciosa Patricia Peppoire, alter ego inconfesado de Gloria Swanson.; Quim Casas no ve rastro de estos directores. El film, como ya hicieran otros de la década de los cincuenta, aunque con voz (Cantando bajo la lluvia) narra la decadencia de muchos actores, que no quisieron adaptarse al mundo del cine sonoro y se empeñaron en seguir haciendo películas mudas, mientras se llenaban las salas en las que se proyectaba cine hablado. En esto The artist conecta con la actualidad, en la resistencia a los avances tecnológicos, a los que sin embargo se han sumado directores como Bergman, en su último film, Herzog o Wim Wenders. Pero la película del director francés es una película contemporánea realizada como una película muda de 1927, filmada en blanco y negro, que pretende explicar la importancia de la transición al sonoro. La música se conserva en este intento de transportar al público a la época que se representa en pantalla, porque el cine, aún en sus etapas primitivas gozaba del acompañamiento aunque fuera de un solo piano. Pero en la actualidad la música es un elemento narrativo más, que forma con todos los demás la diégesis discursiva, lo que no ocurría en el cine primitivo.

 En un giro final George Valentín acepta los cambios que se han producido en la industria cinematográfica, ayudado por Peppy Miller, que todavía lo quiere y le ayuda a recuperar su carrera. El cine avanza, afirma Noël Simsolo, aunque no la ceguera de los jueces, y mucho me temo que no es la aceptación del error propio y del avance de la sociedad lo que ha entusiasmado a tanto críticos, sino, de acuerdo con sus propias expresiones, ese toque revival que conecta con un pasado en el que el cine era menos trepidante que el actual. Por otro lado los actores de hoy no están preparados, ni tienen ninguna necesidad de ello, para expresarse con gestos cuando disponen de la palabra, y sus actuaciones pueden rozar el ridículo.

Comentario .

Es dificil entender la opción estética y la política de autor de Michel Hazanavicius para narrar el tránsito del cine mudo al sonoro y  rememorar a las víctimas entre los actores consagrados que no supieron adaptarse a los nuevos tiempos  como ocurre generalmente. La ambición del hombre de emular a Dios y crear vida, que Noél Burch define como el mito de Frankenstein al referirse al cine, no fue entendida por Maximo Gorki:  " La noche pasada estuve en el Reino de las Sombras. Si supiesen lo extraño que es sentirse en él. Un mundo sin sonido, sin color. Todas las cosas - la tierra, los árboles, la gente, el agua, el aire - están imbuidas allí de un gris monótono. Rayos grises del sol que atraviesan un cielo gris, grises ojos en medio de rostros grises y, en los árboles, hojas de un gris ceniza. No es la vida, sino su sombra, no es el movimiento sino su espectro silencioso (...) Y en medio de todo, un silencio extraño, sin que se escuche el rumor de las ruedas, el sonido de los pasos o de las voces. Nada. Ni una sola nota de esa confusa sinfónia que acompaña siempre los movimientos de las personas". El novelista ruso hablaba de esta forma cuando el cinematógrafo era un avance, que iría progresando con el color, el sonido y los efectos especiales digitales. Hoy que las técnicas de representación de la realidad avazan rápidamente y amenazan por llevarse mucho más de lo que arrastró el cine sonoro, volvemos a los ejercicios diletantes y  nostálgicos, que pueden llevarse bien  durante un tiempo  pero que acaban agobiando al espectador. Cuando finalmente oimos hablar a los personajes,  suena la música y se oye la palabra ¡acción! sentimos un auténtico alivio. que es un efecto probablemente buscado por el director. El problema reside en que en medio de tantas tensiones retro y tantas precauciones ante la innovación tecnológica nos estamos volviendo precavidos y desconfiados; el  mismo efecto que le produce al protagonista el sonido de cualquier objeto que roza y el ataque acústico de una pluma rozando el suelo lo sentimos cuando alguien se ha olvidado de desconectar su teléfono, y son muchos los espectadores que no soportan  los  sistemas de sonido de alta fidelidad usados en las películas y su alto voltaje en las salas de proyección, ni  los montajes rápidos y desconcertantes, lo que nos hace pensar que la razón de tanto  premio reside en lo que evoca más que en lo que anuncia para el futuro, lo que es grave, porque si en el periodo que abarca The artist se produjo el crack del 29  de Wall Street, los  cambios que se avecinan van a dejar el mundo de tal  manera que no lo va a reconocer ni la madre que lo trajo al mundo. Y ya no bastará algún que otro ejercicio académico de glamour.

En este uso del lenguaje cinematográfico retro, sin sonido y sin color, hay algo que sí es actual: la reproducción del movimiento con técnicas de rodaje y edición en posproducción que  poco o nada tienen que ver con las cintas más evolucionadas del cine mudo, incluida Metrópolis de Fritz Lang, precisamente  de 1927. No se entiende bien esta licencia, ya que  incluso  decorados como el de  las  escaleras  de los estudios cinematográficos por las que suben y bajan empleados y equipos técnicos evocan decorados como los del realizador alemán.


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