Están dentro. Ellory Elkayem.









Ficha técnica: 

Título original: They Nest.
País: Estados Unidos.
Año: 2000.
Duración: 89  minutos.
Dirección: Ellory Elkayem.
Guión: John Claflin, Daniel Zelman.
Casting: Annette Benson, C.S.A., Lindsay Walker.
Dirección de Fotografía: Philip Linzey.
Música: Vinny Golia.
Edición: Harry Hitner.
Producción: Frank Hildebrand.
Diseño de producción: James Cordeiro.
Co-productores: John Clafin y  Daniel Zelman.
Productor durante el rodaje: Simon Abbott.
Productor ejecutivo: Eric d'Arbeloff, Peter Locke y Donald Kushner.

Distribución: Filmax, Kushner-Locke Comapny, Roadside Attractions Production.

Intérpretes:

Thomas Calabro: Dr. Ben Cahil
Dean Stockwell: Sheriff  Hobbs,
John Savage: Jack Wald,
Kristen Dalton: Nell Bartle,
Tom McBeath: Famon Wald.
Mark Schooley: Johnnie Skee.


Sinopsis:

El Doctor Cahill viaja a la pacífica isla de  Orrs, en la  Costa de Maine, para superar su alcoholismo y la ruptura de su matrimonio. Poco después de su llegada, empiezan a sucederse extrañas muertes entre la población. Las personas  parecen morir por causas naturales, pero Ben descubre la horrible realidad: una rara variante de cucarachas está invadiendo la isla y utilizan el cuerpo de los humanos para reproducirse. Ben intenta  alertar del peligro a los habitantes de la isla, pero nadie le cree.

Comentario:

"El autor de la desopilante 'Arac Attack' ya exponía una sana desfachatez en esta otra inmersión en el mundo de los bichos más o menos repugnantes" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País). /entrecomillado de Filmaffinity)

Yo, que siento auténtica repulsión por las cucarachas, no puedo estar más de acuerdo con el axioma de este desconocido realizador, Ellory Elkayem, cuya obra apenas  tiene presencia en la red , ni en las críticas oficiales ni en el interés de los usuarios, que afirma que el temor más grande del hombre proviene de los seres más pequeños. Es una de esas rarezas que el cinéfilo encuentra  escarbando en las estanterías de esas tiendas en las que uno encuentra todo tipo de objetos de los que se deshace la gente cuando ocupan demasiado espacio en su vivienda, y que en épocas de crisis son incluso pequeños girones de sentimientos de tristeza al desprenderse de libros, discos o películas que se compraron con ilusión y ahora reportan un escuálido beneficio en tiempos de crisis.

A mí no me ha parecido, como a Miguel Ángel Palomo, ni  desopilante (traducción: cómica o muy divertida), ni tampoco me ha tenido en el sillón aterrada y sujeta por la tensión, pero si debo reconocer que mantiene el interés del que se dispone a ver una película de serie B, realizada sin grandes recursos, pero bien ejecutada y editada. Las cucarachas dan mas aprensión que miedo, sobre todo cuando te las encuentras en cualquier lugar de la casa, pero alarma pensar que, siendo ya voladoras, merced a mutaciones y  manipulaciones genéticas, pudieran volverse asesinas.

El subtexto de los filmes de este desconocido director nos informa, a través de actitudes y diálogos entrecortados, las dificultades de los habitantes de una pequeña isla, que va muriendo poco a poco, a causa de la progresiva disminución de las especies marinas por  el calentamiento global, del que son conscientes los rudos marineros, que conocen globalmente,  pero son impotentes para actuar localmente, como aconsejan los expertos medioambientales. La consecuencia más negativa de este desempoderamiento  es la xenofobia, el odio al extranjero, al que las autoridades dejan  pescar en sus aguas con grandes buques, mientras a  los pequeños pescadores se les restringe el uso de ciertas trampas altamente depredadoras. El descenso de sus ganancias genera deudas impagables y como consecuencia desahucios, y los compradores de sus viviendas, como el Doctor Cahill, se convierten en el chivo expiatorio de sus males y el objeto de sus iras. Viendo el film acuden a la memoria las duras imágenes de Deliverance  (John Boorman, 1972), y la reacción de los lugareños ante quienes quieren recorrer el río que atraviesa sus tierras por última vez, antes de que se construya una presa. Dos años después, en Arac attack, Elkayem volverá a plantear el impacto ambiental de los vertidos tóxicos y su repercusión en las mutaciones de otros insectos.

Alfred Hitchcock utilizó a los pájaros, esos animales tan inofensivos, que la gente compra para alegrar sus hogares  con el objetivo de convertirlos en  una metáfora del odio al extranjero. Sé que se considerará osada esta comparacion, que desde luego no tiene nada que ver con la calidad de la obra, y, es probable que muchos olvidarán Están dentro al poco tiempo de verla, aunque es difícil si odian a las cucarachas tanto como la que escribe,  pero sí vale  como paradigma de la reacción que provoca el llegado de fuera a una colectividad resentida por las dificultades económicas que atraviesa, y que necesita un culpable que llega en forma de un médico de la ciudad, que compró la casa de unos hermanos a los que se expropió la herencia de sus padres por falta de recursos. La imagen final en la que los ejércitos de  insectos voladores se dirigen a la metrópolis, anuncia el riesgo que se cierne sobre la civilización que no sabe erradicar el riesgo cuando se produce, y se enzarzan en peleas por sus pequeñas miserias cotidianas.


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