Paul Thomas Anderson. Pozos de Ambición.

 

 




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Ficha de identificación:


Título originaL: There will be blood.
País: EE.UU.
Año: 2007.
Duración: 151 minutos.

Dirección: Paul Thomas Anderson.
Guion: Paul Thomas Anderson, basado en 'Oil! de Upton Sinclair.
Producción: Joanne Sellar, Paul Thomas Anderson, Daniel Lupi.
Director de fotografía: Robert Elswit, ASC.
Diseño de producción: Jack Fisk.
Editor: Dylan Tichenor, ACE.
Vestuario: Mark Bridges.
Música: Johnny Greenwood.
Casting: Cassandra Kulukundis.
Compañías: Miramax & Paramount Vantage, Joanne Sellar, Gholuardi Film Company Production, Unit Production Manager,  Daniel Lupi.

Casting: 


Daniel  Day-Lewis: Daniel Plainview.
Paul Dano: Eli y Paul Sunday.
Kvin J. O'Connor: Henry,
Dillon Freasier: H.W.
Ciarán Hinds: Fletcher Hamilton.

SINOPSIS:


Daniel Plainview y su hijo  se dedican al lucrativo negocio del petróleo, buscando yacimientos en California a comienzos del siglo XX. Ambos se ven desafiados por un joven predicador, Eli Sunday (Paul Dano), cuya ambición es la misma que la de los Plainview. Este enfrentamiento se convertirá en el centro de una historia que a lo largo de los años acabará por desembocar en un abismo de oscuridad y locura. The wil be blood es una pesadilla épica creada por Paul Thomas Anderson que nos lanza fuego y sulfuro desde el mismísimo infierno. Por encima de todo una obra de arte.(The New York Times).


CRÍTICA:



La primera secuencia, sin títulos de crédito ni diálogos. sólo ambientada con la inquietante música de  Johnny  Greenwood, está construida a modo de prólogo con el fin de presentar al protagonista convertido en un emblema reconocible por el espectador  del   prototipo de empresario de la etapa heroica del capitalismo, que forjó su fortuna con sus propias manos, arriesgando  incluso la  vida; las imágenes son muy elocuente e ilustran este análisis. El sonido de un tren en marcha, que se anticipa a  una secuencia de Daniel y su 'hijo' H.W. en un vagón,  son recursos   usados  para  la  transición a una nueva localización, una  asamblea  en la que no sólo cambia el especio o el tiempo, sino que representa  el estatus dentro del naciente mundo de los empresarios del petróleo y el ferrocarril. Son momentos de cambio, de prosperidad, en los que el caballo compite todavía  con  los primeros coches y  el ferrocarril, y el hombre lucha por el control de las materias primas básicas para la fundición de metales: el carbón y el petróleo

En Little Boston, a donde acude por una información privilegiada que le proporciona  Paul  Sunday,  un poblado  polvoriento  de casas dispersas, ante una asamblea de  pobres y  modestos granjeros, defiende  el capitalismo industrial frente al financiero, advirtiéndoles de que de cada veinte  hombres de negocios que acudan al lugar, atraídos por el rumor de la existencia en el subsuelo  del codiciado oro negro, sólo uno será empresario, el resto  especuladores que intentarán quedarse con parte de su dinero, sin experiencia en  perforaciones, por lo que recurrirán a subcontratistas  que les harán trabajar  con prisas y   sin rigor, para acudir pronto a otros lugares. Gran parte de las tierras de alrededor han sido compradas  por la Standard Oil,  Compañía frente a la que se erige como defensor de las empresas familiares. Tan pronto como reúna el capital suficiente para ejercer el control ,  no dudará en  abandonar a estos pequeños propietarios y unirse a una de las demonizadas  compañías financieras, con el fin de construir un gran oleoducto y  ahorrar los gastos del transporte.  En momentos de prosperidad todos disfrutaron del incremento de su bienestar, en diferente grado, pero a la primera crisis aquellos que fueron desprovistos de sus tierras con engaños y falsas promesas fueron las primeros  en caer y perder lo poco que habían invertido, como Eli Sunday.

El  pequeño núcleo urbano en el que se asienta  está dominado por una secta religiosa, la Iglesia de la Tercera Revelación, a cuyo frente está un joven  fanático, Eli Sunday, (Paul Dano) hermano de Paul, interpretado por el mismo actor, que doblega a Daniel Plainview, obligándole a bautizarse, condición a la que se somete siguiendo el principio de que 'Paris bien vale una misa', pero  guardando en su interior el deseo de revancha. A medida que progresa la historia se  va revelando el talante depredador de Daniel, y su carencia de afectos hacia sus seres más próximos; sólo vive para acumular poder y dinero. El crack de la bolsa de New York en 1929 le proporcionará la ocasión de materializar sus vendettas, en  la secuencia final  inspirada en Ciudadno Kane.

Magnífico tratamiento visual con múltiples referencias a Ford, Orson Wells y otros realizadores del cine clásico americano, y un buen trabajo de Daniel Day-Lewis, por el que ganó el Oscar al mejor actor, cuyo personaje está bien elaborado, aunque  peca con demasiada frecuencia de histrionismo  y sobreactuación, especialmente en la secuencia que cierra el film. Una buena fotografía en la que los bellos paisajes sufren el impacto de los negros pozos en los que los hombres luchan y con frecuencia mueren en accidentes de un trabajo con procedimientos  muy rudimentarios. Se puede ver cómo se recoge el petróleo en cubos y se almacena en grandes hoyos excavados en el suelo.

La crisis enriqueció a Daniel Plainview, pero arruinó a otros emprendedores más modestos, a los que engañó para perforar sus tierras y a los que dejó en la estacada cuando la situación económica empeoró. La factura que pagó por ello fue la soledad, en una rica y enorme mansión, y la locura, propia de un hombre perverso y sin escrúpulos.

Quim Casas define el cine de Anderson como cine del gesto; introducida la película  por un preámbulo sin palabras, en el que las imágenes son autosuficientes para narrar los orígenes heroicos del capitalismo, en el que  los empresarios se implicaban físicamente en la creación de la riqueza. 'Pozos de ambición' no abandona nunca esa fisicidad, dice el crítico, ni cuando la palabra acude de  manera masiva para establecer las relaciones entre  personajes opuestos. Un cine que tiene muchos puntos de conexión con el de Terrence Malick, especialmente en su último film 'El árbol de la vida'. (Quim Casas. Paul Thomas Anderson. Una panorámica americana. Dirigido por...Enero 2013. págs. 70-71)



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