13,99 euros. Jan Kounen








Ficha técnica:

Título original: 99 Francs.
País: Francia.
Año: 2007.
Duración: 100 minutos.
Dirección: Jan Kounen.
Guión: Jan Kounen, Nicolas & Bruno, basado en la novela de  Fréderic Beigbeder.
Dirección de Fotografía: David  Ungaro.
Música: Jean-Jacques Hertz, Erin O'Hara y François Roy.
Compañía productora: Arte France. Légende Enterprises.


Intérpretes:


Jean Dujardin : Octave Parango,
Jocelyn Quivrin : Charles 'Charlie' Dagout,
Patrick Mille : Jean-François 'Jeff' Marolles,
Vahina Giocante:  Sophie,
Elisa Tovati:  Tamara,
Nicolas Marié:  Alfred Duler,
Dominique Bettenfeld:  Jean-Christian Gagnant,
Antoine Basler : Marc Maronnier,
Fosco Perinti : Giovanni Di Toro,
Cendrine Orcier:  Fabienn,
resto de créditos en Imdb.

Premios:

Nominada a  la mejor opera prima de los Premios Cesar, 2007.


Sinopsis:


Octave trabaja como creativo en una prestigiosa agencia de publicidad parisina y, harto de tener que someter sus ideas a los mediocres directores de marketing de los clientes, decide que pondrá toda la carne en el asador para provocar su despido y así conseguir una jugosa jubliación anticipada.


Comentario:

La agresividad de las campañas publicitarias, creadoras de falsas expectativas en los consumidores, muestra su verdadero rostro, el de los  'creativos' de las grandes  empresas del gremio y el de sus clientes, representantes de grandes industrias, cuya presencia en la vida real no se molestan, ni el escritor, ni el realizador, en ocultar. El 30% de los ingresos de la Agencia proceden de Starlight, una famosa  franquicia de yogures.

Una puesta en escena agresiva, con un ritmo rápido y el recurso frecuente a la redundancia, que en un film de 100 minutos de duración resulta obsesivo y agotador: vemos morir y resucitar a Octave (Jean Dujardin)  tantas veces que como espectadores comenzamos a sufrir cierto cansancio, casi deseando que el protagonista reviente definitivamente atiborrado de sustancias adictivas, o que la película acabe de una vez. Los grandes clientes, burgueses sin imaginación inmersos en costumbres periclitadas, ( enseñanza mimética de piano, danza, y otras buenas costumbres de sus cachorros), dependen en definitiva de estos creativos, una especie de semidioses, que se dejan manipular a cambio del aumento de cifras en sus nóminas, y de los que, a su vez, dependen los empresarios  para el prestigio de sus campañas.

El film nos vende la especie de que si la pobreza corroe, la riqueza también. Jóvenes triunfadores, a los que se ofrece un sueldo de 38.000 euros mensuales, están podridos y necesitan cada vez más sexo, drogas y alcohol, no sólo para levantarse de la cama cada mañana, sino para poder funcionar en el trabajo. La primera secuencia es paradigmática: tras una orgía, cuerpos desnudos, dejados caer en el suelo o en las camas sin prevención, rodeados de sus vómitos y sus excrementos, muestran el lado más escatológico y cutre del ascenso social en una sociedad tan competitiva como la nuestra.

El director plantea finales alternativos con el objetivo de liberar a su público de la pesadilla a la que conduce necesariamente la trayectoria  de unos jóvenes a los que  la sociedad ha decidido recompensar como los nuevos héroes de las ganancias del capitalismo. Las imágenes no les son muy favorables, captados con frecuencia en  forzados escorzos, tomados con ojos de buey, ociosos en sus despachos, chantajeando sexualmente a sus subordinados y desplazándose por los pasillos en unos patinetes eléctricos que los  trasladan de un lugar a otro, para, una vez en su destino, dejarse caer en sillones y sofás, hasta que sale de sus  lúcidas cabezas la idea brillante que les llevará al Olimpo de los dioses. Los empresarios los intentan comprar y no se encuentran con grandes dificultades  en su camino; la integridad no cuenta en este juego de intereses.

Interesante  película sobre la publicidad, a la que se han dedicado algunos cineastas; Octave siente esta actividad como más gratificante que el cine.

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