Blow-up. Michelangelo Antonioni.




Ficha técnica:


Título original: Blow-up
País: Italia.
Año: 1966.
Duración: 106 minutos aprox.

Dirección: Michelangelo Antonioni.
Guión: Michelangelo Antonioni y Tonino Guerra, basado en una historia de Julio Cortazar.
Casting: Irene Howard.
Director de Fotografía: Carlo di Palma. Metrocolor.
Música: Herbert  Hancock.
Edición: Frank Clarke.
Sonido: Robin Gregory.
Director artístico: Assheton Gorton.

Diseño de Vestuario: Jocelyn Rickards.
Maquillaje: Paul Rabiger.
Peluquería: Stephanie Kaye

Productor manager: Donald Toms.
Productor ejecutivo: Pierre Rouve.
Premier Productions Co., Inc. ; Metro Goldwyn Mayer

Intérpretes:


Vanessa Redgrave: Jane,
Sarah Miles: Patricia,
David Hemmings: Thomas.
John Castle: Bill: Bill,
Gillian Hills: la morena,
Verushka von Lhendorff:  Verushka,
Jane Birkin: la rubia,
Peter Bowles: Ron,
Julian Chagrin: Mimo,
Claude Chagrin: Mimo,
....

Sinopsis:


Thomas, un fotografo profesional, reconstruye un crimen gracias a unas fotografías de una romántica pareja, tomadas secretamente en un parque, que revelan lo que parece ser la ejecución de un asesinato.

Premios:


1966: Festival de Cannes: Palma de Oro - mejor película
1966: Oscar: 2 nominaciones: Mejor director, guión original
1966: Globos de Oro: Nominada a la mejor película extranjera de habla inglesa
1966: Círculo de críticos de Nueva York: Nominada a mejor película
1967: Premios BAFTA: 3 nominaciones: mejor film británico, fotografía, dirección art

Comentario:


Magnífico film de Antonioni, que ha servido de referente a grandes realizadores de dentro y fuera de su país, una trama de suspense genialmente trabada que tuvo una gran influencia  en las generaciones de  cineastas posteriores. Es a su vez, un reflejo del Londres más moderno y libre de los 60, que plasma su estética en moda, diseño, amor libre y música, convirtiéndose en uno de los títulos más reputados de la época. Blowup es la obra maestra del gran Michelangelo Antonioni, el mejor ejercicio de metalenguaje cinematográfico realizado desde el propio cine, en el que se plantea la dualidad realidad/ficción, que se apoya en la fuerza constativa  de la imagen. 

La presencia de unos mimos al principio  y al final de la película no sólo harán dudar al protagonista, un fotógrafo de éxito, sobre si ha vivido los acontecimientos que se han narrado,  los ha soñado o  fabricado en su imaginación; la única vez que ve el cadáver no lleva su cámara y  por lo tanto no  dispone de una prueba para mostrarles su verdad a los demás y a sí  mismo  Apoyándose en sus conocimientos fotográficos irá ampliando unos fotografías obtenidas con posterioridad, siguiendo el racord de las miradas  de la  protagonista de su historia, e irá ampliando el objetivo de éstas y acercándolo al espectador, hasta que las sombras vayan adquiriendo una forma que se ajusta a sus temores. Este trabajo de ampliación le es sustraído por la mujer, que ha intentado conquistarlo para quedarse con los negativos, y es el interés de ella por unas fotografías aparentemente inocentes, el que despertará el del fotógrafo.

Perdidas las fotografías, los negativos y el cadáver no tiene historia: no existe la realidad no filmada. La aceptación de esta  certeza proporciona unos primeros planos de David Hemmings muy elocuentes  sobre la realidad del hecho fotográfico. Una visita a un parque, una pareja, una cámara de fotografiar son los ingredientes que un  creador necesita para  imaginar su historia formada de imágenes  que atrapará y secuestrará con su máquina. Perdido todo su material, el propio Thomas confunde la realidad y la ficción, y duda  de su propia experiencia.

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