Almas en la hoguera. Henry King





Ficha técnica:

Título original: Twelve o'clock high
País: Estados Unidos
Año: 1949
Duración: 132 minutos


Dirección: Henry King
Guión : Beirne Lay Jr., Sy Bartlett, basado en la novela original de ambos.
Dirección de Fotografía: Leon Shamroy
Música: Alfred Newman
Edición: Barbara McLean
Dirección artística:Lyle R.Wheeler, Maurice Ransford
Sonido: Roger Herman Sr.
Efectos especiales: Fred Sersen

Diseño de Vestuario:

Productor: Darry F.Zanuck
Twentyeth Century Fox Film Corporation

Intérpretes:

Gregory Peck :  General  Frank Savage,
Hugh Marlowe : Teniente Coronel Col. Ben Gately,
Gary Merrill : Coronel  Keith Davenport,
Millard Mitchell : General  Pritchard,
Dean Jagger :  Mayor  Harvey Stovall,
Robert Arthur :   Sargento McIllhenny,
Paul Stewart : Capitán  'Doc' Kaiser,
Más créditos en Imdb

Sinopsis:

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el general Frank Savage, de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos, es enviado a Inglaterra para relevar al comandante de una unidad, encargada de bombardear Alemania, cuyos miembros están completamente desmoralizados. Aunque es amable y comprensivo, Savage aplica inmediatamente una disciplina de choque para levantar la moral de la tropa. Los miembros del escuadrón, reacios al principio a aceptar las nuevas normas, van cambiando a medida que, gracias a Savage, consiguen victorias inesperadas. Sin embargo, la tensión y el agotamiento que supone el mando conducirá al general a una situación límite.

Comentario:

El western, la ciencia-ficción, el terror y el cine bélico son géneros no sólo reivindicativos, sino en ocasiones muy subversivos, algo que no pasaron por alto  las alas más conservadoras del partido republicano capitaneadas por el Senador McArthy  que dieron  muchos disgustos a más de un guionista, muchos  realizadores y un puñado de actores en la famosa persecución  que Arthur Miller llamó 'Caza de Brujas', incomprensible en un país como los Estados Unidos, cuyos dirigentes del momento hubieron de violar incluso la primera enmienda de  su carta magna.

El cine bélico dejó grandes títulos que está desenpolvando la prensa y estamos analizando en el blog, que cuestionan la obediencia ciega a  unas órdenes, con frecuencia arbitrarias, y un sentido del deber que va, en demasiadas ocasiones, contra el Derecho Internacional y Humanitario  y el Convenio de Ginebra contra los crímenes de guerra. La guerra no es un objetivo en sí misma, sino uno de los peores males que pueden asolar al género humano, que los textos bíblicos, libros sagrados en los que se sustentan las creencias de millones de hombres y mujeres occidentales, señalan como uno de los Jinetes del Apocalipsis, y la disciplina es sólo una cuestión de efectividad militar. Cuando Dennys Hopper decía que cualquier película que precisara hacer explícita la violencia sería  un buen film si servía a la comprensión del momento que era objeto de análisis, no dejaba al margen al cine bélico. Y nadie puede negar que la guerra es el mayor acto de violencia contra la humanidad.

El protagonista de Henry King llega a una base aérea en la que reina el desorden y su misión es enderezar a los militares que se han relajado en el ejercicio del deber. Pero hay algo que no debemos olvidar: en el peor genocidio que ha conocido la historia, el holocausto nazi, parece que hubo cierto respeto entre los oficiales de ambos  bandos, como reflejan grandes documentos de la época, entre ellos películas como La gran evasión  de John Sturges (1962) o actuales como  La Guerra de Hart de Gregory Hoblit (2002, mientras los civiles eran asesinados en masa en campos de exterminio por su ideología, raza o religión, sin que nadie los considerara héroes, ni erigiera en su 'honor'  una pequeña placa conmemorativa; los padres, hijos y hermanos morían  en combate y eran enterrados en tumbas colectivas bajo el epígrafe de 'al soldado desconocido'. Uno de los riesgos de poner la profesión por delante del dolor que pueden ocasionar determinadas acciones lo pone de relevancia David Lean en El puente sobre el río Kwai (1957); el mayor Harvey Stovall, desde cuyo punto de vista se observa la historia, bebe para olvidar que es incapaz de individualizar el rostro de cada uno de sus compañeros, de verlos como seres humanos y no como parte de una institución.

Entiendo que películas como las de King puedan interesar a oficiales en formación y a un público que disfruta con el ritual de los militares,  pero se me escapa el entusiasmo que despiertan  entre civiles que no han decidido integrarse en las filas del ejército y pueden beneficiarse del lema que da entrada a esta historia: "Por donde los ángeles y generales deben pasar", entre otras razones porque de ellos dependen las vidas de tantos y tantos reclutados forzosamente desde la antigüedad que no comparten el entusiasmo bélico. En el film de King no se trata de esto, sino del orgullo, el honor y la disciplina como  fines en sí mismos, puesto que son valores que afectan a un destacamento de las fuerzas aéreas en el que sólo militan oficiales, pilotos, y algunos pocos, en la extradiégesis, encargados de servirles, (hacer la comida, encargarse de los suministros...) , tan presentes en otros films. Tan sólo un oficial  reenganchado, un hombre maduro, encargado de tareas administrativas, un abogado de carrera, a través del cual, de sus recuerdos, se va a reconstruir lo que sucedió en esta unidad, un enorme flashback introducido por las imágenes más inquietantes y espectaculares de la película. El contraplano muestra el orgullo de unos pilotos  que están dejando caer su cargamento mortal sobre ciudades pobladas por ancianos, niños y mujeres indefensos; para Fran Savage lo que cuenta es que regresen a la base sus veintiún aviones con sus tripulantes dentro. Este es su objetivo, que le llena de orgullo, lo demás son efectos colaterales de las guerras, que muestran un escenario bien diferente cuando las cámaras se desenvuelven al nivel del suelo.


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