El sabor de las cerezas. Abbas Kiarostami







Ficha técnica:


Título original: Ta'm e guilass
País: Persia.
Año: 1997.
Duración: 98 minutos.
Idioma: persa con subtítulos en castellano.

Guión y dirección: Abbas Kiarostami  basado en el  Guión de Mohammad Rhamanian
Guión basado en Khosrow y Shirin de Farridah Golbou, inspirado en el trabajo de Hakim Negami Gabjavi
Dirección de Fotografía: Homayun Payvar
Cámara: Alireza Ansarian; Ayudante de cámara: Farshad Bashir Zadeh.
Música: poipular iraní: Hesmat Sanjari, Morteya Hananeh, Hossein Dehlavi, Samin Baghchehban.
Sonido: Jahangir Mirshekari, Mohammad Reza Delpok
Edición: Abbas Kiarostami

Productor: Abbas Kiarostami
Ayudante de producción: Hassan Yekta
Compañías. Productora: Abbas Kiarostami Produktions. Ciby 2000 Distribution


Intérpretes:


Homayoun Ershardi
Abdolhossein Bagheri,
Afshin  Khorshid Bakhtiari,
Safar Ali Moradi ,
Mir Hossein Nouri,
Ahmad Ansari,
Hamid Masoumi
Elhman Imani


Sinopsis:


Un delicado cuento persa sobre la heroína Shirin, viajera en busca del amor, a través de los rostros de decenas de mujeres en una sala de cine. Delicioso experimento para amantes del riesgo cinematográfico. Cuenta la historia de un hombre de mediana edad dominado por el deseo de suicidarse. Su única preocupación es encontrar a alguien que lo ayude y se comprometa a enterrarlo. En su búsqueda conocerá a gran cantidad de personajes.


Comentario:


Carlos Herdero ( ex-director de Cahiers du Cinema) considera esta película del director iraní, uno de sus fetiches, menos elaborada que otras anteriores, aunque depurada y antiformalista.

En su viaje en busca del ejecutor, del instrumento de su muerte, Abbas Kiarostami, situando su cámara junto al protagonista, acompañándolo en el interior de su vehículo, realiza un viaje introspectivo, pero también de penetración en la idiosincrasia y las condiciones de vida de los iraníes , mediante un ejercicio de estilo de carácter documentalista, en el que se nos permite observar, como una cámara indiscreta, qué hace posible que un hombre pueda plantearse una posibilidad como la que empuja al protagonista a iniciar su particular y mortuoria  road movie. El cree, cuando inicia su periplo que analfabetismo y la pobreza son buenos aliados de cualquier proyecto maquiavélico, pero acabará comprendiendo la complejidad del ser humano. AnnaPetrus  interpreta este viaje en coche, "uno de los motivos recurrentes del cine de Kiarostami" como un recurso para trabajar su vocación por el paisaje" (...) que enlaza con la mayoría de sus trabajos fotográficos, como " en un sentido antropológico, que le permite radiografiar el estado de su país, inmiscuyéndose en aspectos sociales."

"Si yo estuviera en tu lugar, le dice a un joven soldado al que intenta comprometer, no preguntaría de que va el trabajo, sino cuánto pagan. Para alguien como tú un trabajo es un trabajo." Buena metáfora de las condiciones que se imponen a los más desfavorecidos. "Cuando le pides a un peón que levante unos cimientos, pregunta si son para una escuela o un hospital ?. Lo importante es la paga." Pero, a medida que el Sr.Badii avanza en su recorrido por el mundo del trabajo esclavizado y la miseria, va descubriendo que los hombres son más honestos y respetuosos con las normas de convivencia y las leyes que se han dado de lo que cabría esperar por un  individuo cuyos valores residen en el dinero. Un soldado, un guardián afgano de una mina, un seminarista dispuesto a dar su vida por la yihad, lo que él cree que es un muyahidín...,  todos ellos por razones éticas y morales se van negando a secundar sus planes. El dinero no es una razón suficiente para ellos, a pesar de su pobreza.

Paisajes áridos, en los que no crece la hierba, de los que sólo se extrae piedra en sus canteras, que lo inundan todo de polvo, establecen una semejanza metafórica con el alma, el 'animus' de Badii, seco, sin esperanza, con el único afán de que alguien lo entierre en una fosa para no convertirse en pasto de los cuervos; un hombre mayor, Sr.Bagheri, un taxidermista que trabaja en un museo de ciencias naturales decide  por fin ayudarle, porque necesita el dinero para curar a un hijo enfermo de anemia, pero antes  le relata una bella historia, un poema que emana del pueblo iraní: en un momento en el que él mismo no podía más, decidió ahorcarse y se dirigió a un campo de cerezos; se subió a una rama y al atar la cuerda sintió algo viscoso en sus manos." Era una cereza; me comí una, era exquisita, y otra, luego otra y otra; de repente me dí cuenta de que el sol salía por encima de la montaña, ¡Qué sol, qué paisaje, qué vergel!; de repente oí a los niños que iban al colegio. Se pararon a mirarme. Me pidieron que moviera el árbol. Cayeron las cerezas y se las comieron. Me sentí feliz. Recogí unas cuantas cerezas para llevarlas a casa. Mi mujer aún no se había despertado. Cuando se despertó también comió cerezas y también las disfrutó. Había ido a suicidarme y había vuelto con cerezas. Un cerezo me salvó la vida." Nada cambió, pero el hombre, aunque si modificó su modo de ver la vida y se sintió mejor. "Todo el mundo tiene problemas, -concluye-. Cuando vaya a ver a un médico dígale dónde le duele." Todos están agobiados por razones muy diferentes, como he dicho, pero los suyos residen en su mente.

Un bellísimocuento de Abbas Kiarostami, un canto a la vida en las peores condiciones vitales de un pueblo como el suyo, el iraní, en el que la gente tiene dignidad, realiza los trabajos pero no es venal, como los ricos, y al final, se demuestra que es portador de la poesía que nace de lo más profundo del ser. Todo ello contado como una pieza de 'cinema verité', una especie de mokumentary que nos traslada por las áridas tierras de Persia que han sufrido las más tremendas masacres y frecuentes guerras fratricidas que narra con  la misma poesía Marjane Satrapi, cuya historia fue llevada a la pantalla en un bello film de animación, dirigido por ella misma y Vincent Paronnaud. Un relato narrado con calma, sin prisas, dando una oportunidad al espectador y a los protagonistas de la ficción de pensar y tomar sus decisiones en consecuencia; hemos visto, a través de una ventana, moverse por su casa de diseño a Badii, y se nos ha ocultado no sólo que ha decidido, sino el fin de una historia que oculta una pantalla negra, iluminada con unos rapidísimos flashes que se corresponden con el sonido de unos relámpagos y que apenas nos dejan ver cuál ha sido la decisión final del protagonista. Un corte directo nos traslada a un contexto muy diferente: Homayoun Ershardi se nos muestra ahora convertido en un cineasta al frente de su equipo de realización y nos recuerdan que todo lo que hemos visto es una ficción, que hemos asistido a un ejercicio de metalenguaje cinematográfico muy interesante.

Un film excepcional que le recordará a más de uno que la vida es bella y que no hay nada comparable a poder ver cada día la salida y la puesta del sol. Lo que, dadas las circunstancias, no está nada mal. Abbas Kiarostami no consigue llegar a todo el mundo, pero, a pesar de que, como dice Heredero, está menos elaborada que otras películas del director. Reconozco que a mí me ha conmovido.

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