La comedia de los terrores. Jacques Tourneur.




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Ficha técnica:

Título original: The Comedy of Terrors
País: Estados Unidos.
Año: 1963.
Duración: 80 minutos.

Director: Jacques Tourneur.
Guión: Richard Matheson.
Director de Fotografía: Floyd Crosby, a.s.c.; Panavision y Pathecolor.
Efectos especiales de Fotografía: Butler/Glouner.
Música: Les Baxter; coordinador: Al Simms.
Editor; Anthony Carras.
Edición de sonido.: Bathleen Rose; James Aclson.
Decorador del set: Harry Reif.

Diseño de Vestuario: Marjoric Corso
Maquillaje: Earlic Taylor.
Peluquería: Betty Pedretti.

Productores: James N.Nicholson y Samuel Z.Arkoff.
Productor asociado: Richard Matheson.
Co-productor: Anthony Carras.
Productor manager: Joseph Wonder.
Diseño de producción y dirección artística: Daniel Haller.
Compañías. Productora: American InternationalPicture.

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Intérpretes:

Vincent Price: Trumbull
Peter Lorre: Felix Gillie,
Boris Karloff; Hinchley,
Joyce Jameson: Amaryllis,
Joe E. Brown: Demetery Beeper.
Beverly Hills: Mrs. Phipps,
Basil Rathbone: Mr. Black,
Rhubarb: Cleopatra.

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Sinopsis:

Cuando el descenso de clientes de una funeraria se produce de forma natural, el propietario, un alcohólico sin escrúpulos, y su ayudante, un ladrón fracasado, se ven obligados a forzar las muertes para que el negocio no decaiga.





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Comentario:

Jacques Tourner selecciona a los actores más emblemáticos del cine de terror para realizar esta comedia negra, un producto de los que complacen a los amantes del cine clásico, las cámaras tranquilas, los ritmos musicales sosegados y un sonido sin estridencias, pero cuyos gags se han desgastado mucho con el tiempo y resultan demasiado ingenuos y en ocasiones son tan inverosímiles que producen más perplejidad que placer.

No obstante, es un cine que tiene gran cantidad de seguidores entusiastas de un cine con un modo de representación demasiado convencional, en la década de los 60 y en las puertas de la revolución tecnológica que iba a darle la vuelta al cine como a un calcetín. Ni tan siquiera un sótano repleto de objetos antiguos para el uso de la empresa de pompas fúnebres, en el que se oyen ruidos extraños, tras enterrar a un hombre vivo, no produce la más mínima  inquietud en el espectador, y, lo que es peor, ni tan siquiera despierta la hilaridad.




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