Halley. Sebastian Hoffmann.




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Ficha técnica:

Título original: Halley.
País: Méjico.
Año: 2012.
Duración: 84 minutos.

Dirección: Sebastian Hofmann.
Guión: Sebastian Hoffman, Julio Chavezmontes.
Casting: Alberto Altamira..º
Dirección de Fotografía: Matias Penachino.
Música original: Gustavo Mauricio Hernández Dávila.
Temas musicales: Afrodita, Zaratustra Vázquez, Diego Ibáñez.
Montaje: Sebastián Hoffmann.
Directora de arte: Gabriela Garciandia.
Efectos visuales: Gustavo Bellon, Cintya Navarro.

Diseño de Vestuario: Juan Ignacio Chialvo.
Maquillaje:  Adam Zoller Duplan.

Productores: Jaime Romandia, Julio Chaves Montes.
Productores asociados: Jorge Fong, Rune Hansen, Mónica Reina Kadner, Joakim Ziegier.
Productor manager: Jorge Aboytes.
Diseño de producción: Gabriela Garciandia.
Compañías. Productoras: Mantarraya Producciones.

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Intérpretes:

Alberto Trujillo: Alberto,
Lourdes Trueba
Hugo Albores: mortuario,
Sergio Murguía
Alan DuránCheko Zaidman

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Sinopsis:

Alberto está muerto y ya no puede esconderse. El maquillaje y el perfume ya no pueden ocultar su cuerpo en rápida descomposición. Consternado, decide retirarse del mundo. Pero antes de entregarse a su muerte en vida, Alberto inicia una insólita amistad con Luly, el gerente del gimnasio abierto las 24 horas, donde trabaja como guardia de noche.

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Premios: 

2013: Festival de Rotterdam: Sección oficial largometrajes a concurso
2013: Festival de La Habana: Sección oficial óperas primas a concurso
2013: Premios Ariel: Mejor maquillaje.

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Críticas:

Lucero Sorlórzano advierte al público de que Halley no es una película cualquiera, sino que es apta únicamente para quienes sean capaces de soportar metáforas oscuras, crueles, y muy confusas, apoyadas en unas imágenes insoportables, más por lo que sugieren que por lo que muestran: "Lo que en este género de películas es motivo de payasadas y el uso de recursos gastados para asustar con zombies que caminan como autómatas, con los brazos extendidos y las piernas rígidas, en Halley se convierte en toda una exploración fascinante de un ser extraño, un ente vivo, pero muerto, que es y al mismo tiempo no es, que aún estando muerto parece aferrase a la vida aseando sus llagas con esmero y hasta delicadeza, pegando cintas adhesivas a una enorme herida en su costado izquierdo, lavando el cuerpo a jicarazos de agua helada, retirando los gusanos y las uñas muertas, como si ese ritual fuera el sostén del delgado y frágil hilo que todavía le permite sentir algo parecido a estar vivo. Alberto va por el mundo ocultando lo que le sucede, se cubre el rostro de un muy evidente maquillaje, le preocupa que su apariencia lo delate, se arrastra más que camina. El guión, escrito por Hoffman y Julio Chávez Montes, revela las obsesiones de ambos y tiene varios aciertos como es el hecho de que Alberto trabaja en un gimnasio, donde la gente se contempla en un espejo esculpiendo sus cuerpos durante horas con agotadoras rutinas. También es un sitio de adicciones, a la práctica del ejercicio en exceso, a la obsesión por la perfección, al culto del aspecto físico; es un lugar lleno de vida, no sé si muy envidiable, pero vida al fin." (Halley no es otra de zombies. Diario Excelsior).

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Comentario:

Tras hora y pico de tortura, viendo como un hombre se va deteriorando, quitándose las zonas podridas de su cuerpo y deshaciéndose de los gusanos, llegamos a un final muy difícil de interpretar. en el que unos insectos pugnan por salir de un tarro de cristal, y tras un corte directo nos vemos navegando por el mar, acompañados por una música ruidosa y disonante hasta llegar a  un circo de montañas nevadas, que circundan un lago helado, y allí está nuestro hombre. Pero que nadie se preocupe por el fastidioso spoiler, ya que la secuencia final es muy difícil de interpretar, aunque hay quien lo intenta. Entre ellos Rubén Collazos (Halley (Sebastian Hoffman) www.cinemaldito.com).

Este bloguero tiene, al menos el coraje, de aventurar una interpretación de una historia retorcida y de gran dureza visual: " Los tintes existencialistas que maneja Hofmann y ese tono en cierto modo lacónico nos trasladan a un paralelismo con el propio título del film, que define esa existencia efímera que se apaga ante la lejanía del contacto humano. Ello sirve para comprender ese periplo desde otro punto de vista que, sin ser más cercano, sí sirve para atisbar como mínimo el sentir que circula en torno a un personaje de apariencia frágil y aislada que culminará con alguna que otra dura secuencia a través de la cual el espectador ya puede terminar de atisbar la conclusión de este hipnótico y fascinante retrato: la huida a través de un paraje totalmente deshumanizado donde las últimas hebras heladas brotando de una placa helada parecen ser el resquicio final de una existencia dirigida a quebrarse irremediablemente."



Lo efímero de la existencia no justifica el terrible relato visual. La vida de todos nosotros está destinada, al fin, a quebrarse, y Sebastian Hoffman ha elegido para su cuento tenebroso  al zombie, una alegoría o, si se quiere, un icono de las clases más bajas de la sociedad, unos muertos-vivientes que forman parte de  una convención aceptada por todos, de gran importancia en los relatos de terror, que se mueven lentamente y con dificultad, como pollos sin cabeza, seres sin cerebro, y que extienden sus brazos incapaces de detectar a sus presas de otra forma; frente a ellos, la aristocracia del mundo de los muertos en vida, está constituida por seres elegantes, nobles del Antiguo Régimen. Alberto es un empleado de un gimnasio y su vida transcurre rutinariamente, sin grandes emociones, como en 'El día de la marmota', pero las imágenes son excesivamente duras  y parecen responder a un deseo autocomplaciente de regodearse en la provocación y la escatología."Una película con voluntad de estilo que termina por ser artificial, a base de forzar las cosas." concluye Pablo González Taboada de Cinemanía.

Y no es suficiente excusa la de esconderse detrás de la política de autor, ya que esta película es la opera prima de Halley (alusión al cometa que se observa desde la Tierra cada 75 años), y todavía no se puede determinar si se le aplica este título porque Hoffmann es el responsable último de la película, porque impone su personalidad artística o  simplemente sanciona con su firma una obra colectiva, una de las formas más habituales de hacer cine. Sea como sea, el resultado final es un film perverso en la forma, que trata de tocar la fibra de los espectadores mas duros y resistentes, que permanecen atados a su sillón hasta el final de la proyección. El resto quizá ha abandonado la sala apenas transcurridos unos fragmentos de las primeras secuencias; quienes hayan llegado hasta el final habrán tenido que ver la tremenda masturbación de consecuencias espeluznantes.



Atribuir méritos a películas como ésta, en la linea de El ciempiés humano (Tom Six, 2009) o Canino (Giorgio Lanthimos, también de 2009), por el simple hecho de no haber sido realizada en Hollywood es ignorar que en Estados Unidos se financia todo y que esta película la está emitiendo el canal de Sundance, que la incluyó en la selección oficial del Festival de 1023, una serie de circunstancias sin las que que la distribución del film estaría muy limitada, no sólo por las imágenes escabrosas tratadas con espacios vacíos y colores metálicos, sino por la confusión en torno al motor que mueve la historia y su background. Una película en la que la autoría tan valorada por ciertos sectores cinéfilos reside más en los productores que en el director, lo que no es inusual, razón por la que la cinta se presenta con la siguiente leyenda: "From the producers of Post Tenebras Lux and Silent Light."


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