Chopper. Andrew Dominik.





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Ficha técnica:

Título original: Chopper.( L'Historie Vraie du Plus Grand Criminel)
País: Australia.
Año: 2000.
Duración: 94 minutos.

Dirección: Andrew Dominik
Guión: Andrew Dominik, adaptado de los libros de Mark Brandon Read.
Casting: Greg Apps.
Dirección de Fotografía: Kevin Hayward y GeoffreyHall, a.c.s.
Música: Mick Harvey.
Edición: Ken Sallows.
Diseño de sonido: Frank Lipson.
Director artístico: Jeff Thorp.
Regidor: Adam Mc Goldrick

Diseño de Vestuario: Tery Ryan.
Supervisor de maquillaje y peluquería.

Productores: Michele Bennett.
Productores ejecutivos: Al Clark, Martin Fabinyi
Co-producción: Michael Gudinski.
Diseño de producción: Radoy Reardon.
The Austrailian Film Finance Corporation y Mushroom Pictures presentan una producción de  Pariah Films. Bistribucion: Beyond.

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Intérpretes:

Eric Bana: Chopper,
Simon Lyndon: Jimmy Loughnan,
David Field :  Keithy George,
Dan Wyllie:  Bluey,
Bill Young: detective Downie.
Vince  Colosimo: Neville Bartos,
Kenny Graham:  Keith Road,
Kate Beahan: Tanya.


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Sinopsis:

Mark 'Chopper' Read, autor de nueve libros (entre ellos un best-seller) y verdugo de delincuentes, es el más infame y auto proclamado criminal australiano. Su habilidad para matar y contar historias lo han colocado en el insólito camino hacia la fama que siempre había deseado. Atrévete a conocer la la historia de Chopper, sus brutales impulsos y el retorcido sentido del humor del hombre que supuestamente cometió diecinueve asesinatos y escapó de todo ellos sin castigo.

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Comentario:

El film de Andrew Dominik es 'una dramatización', una adaptación con ciertas licencias', de uno de los libros  del sociópata, quien, al fin, busca una justificación psicológica de sus crímenes; no es un biopic  de un 'tío que no estaba bien' y necesitaba ayuda, sino del asesino más grande de la historia de Australia, Mark Brandon Read, apodado 'Chopper', que murió en 2013 en Parkville, (Norte de Melbourne),  de un cáncer de hígado a los 58 años,y que se hizo celebre al contar sus hazañas tras salir de la prisión de Prentridge, en la que pasó una buena parte de su vida (de los 20 a los 38, 18 años en los que sólo gozó de libertad 13 meses). Su especialidad eran los narcotraficantes y otros miembros del crimen organizado, a los que cortaba los dedos de los pies con sopletes o una sierra, un arte del que se enorgullecía, así como del hecho de conseguir que alguna de sus obras llegara a ser un 'bet-seller' sin  tan siquiera saber escribir,


Mark Brandon 'Chopper' Read


Eric Bana se hace una pregunta retórica en una entrevista ante las cámaras de televisión: " ¿Qué deben estar pensando esos pobres académicos, esos universitarios que se pasan los días enteros trabajando, estrujándose las neuronas para escribir una obra pretenciosa, mientras un tío en una celda vende 250.000 ejemplares. Y voy a escribir otro y soy un inculto, casi analfabeto. Estoy seguro de que me odian." Esta es, pues, la obra del criminal más temido de Australia, que formó su propio comando para aterrorizar y asesinar a docenas de traficantes y ladrones armados en las calles de Melbourne. La televisión, un fenómeno muy conocido por las masas, se encarga de crear el mito y procurar que crezca en su competencia por ganar cuotas de pantalla.


Eric Bana en el pepel de Mark

Hay varias constantes destacables en la película Andrew Dominik, un cineasta muy poco prolífico, que tan solo se ha puesto detrás de las cámaras para dirigir un film en tres ocasiones desde el año 2000 hasta la actualidad y que ahora tiene un nuevo proyecto en marcha, Blonde, cuya fecha de estreno se prevé para 2016: una forma de trabajar meticulosa y cuidada, que le garantiza el éxito; una estética minimalista de texturas violentas, basadas en personajes que han existido al menos en la imaginación de los hombres, pasados por el tamiz de su mirada que los sitúa entre el mito y la realidad,- que irrumpe en la narración a través de los televisores-, entre el documental y la historia del héroe, entre la frialdad del contexto, a la que contribuyen sus ya típicos filtrados verdiazules y la armonía y blandura antitéticas que parece reclamar para los individuos privados de libertad la música country americana que entona un voz dulce, acompañada por una pianola típica del western, con letras románticas que denuncia la limitación de las esencias humanas que supone cualquier cárcel, física o del alma,  a través de sus versos (Dadme tierra, mucha tierra bajo los cielos estrellados. No me encerréis. Dejadme vagar por los campos abiertos que tanto me gustan. No me encerréis...No soporto las rejas y no soporto las vallas). La historia se ubica en 1978 en la Prisión de Pentrigde, Sección H y está estructurada de una forma muy vulgar: Una estructura circular, que une la primera y la última secuencia, que encierran un gran flashback o racconto, a través del cual el espectador irá accediendo al conocimiento del verdadero significado de la secuencia previa a los títulos de crédito iniciales.

Es notable el cambio físico a que fue sometido Eric Bana que pasa de  ser un chico normal de 20 años, delgado, esbelto y ágil, que acaba convertido en un hombre robusto y embrutecido, con un montón de kilos más, lleno de tatuajes que sugieren que debajo de ellos hay un tío duro, un esquizofrénico, un hipermétrope al que se le nubla con frecuencia la vista y le aturde la mente, y que llega a creer, inducido por los medios de comunicación que buscan la empatía de los espectadores de la pequeña pantalla, que es un justiciero que libra a la humanidad de hombres desaprensivos que causan la ruina de las familias. Pero lo cierto es que su comportamiento tiene connotaciones muy diferentes, que lo apartan del héroe romántico, del Jesse James, interpretado por Brad Pitt, y del protagonista de 'Mátalos suavemente/ Killing them softly (2012). y lo sitúan en un mundo más sórdido y descarnado, del que procede el propio escritor, hijo de un militar y abandonado por su madre en un orfanato; un adolescente, objeto de bullying,  que reacciona creando su propia banda, un clima que recoge esta película. Pero Mark es además un verdadero amoral, un maltratador de mujeres y de cualquiera que entienda que está en inferioridad de condiciones físicas, que goza de la admiración de todos aquellos que nos traspasan la línea de la legalidad por una sola cuestión: el temor a la ley y a perder su libertad. El asesino guarda una caja repleta de fotos de turistas, excursionistas, amas de casa, policías y un largo etcétera de personas 'normales' que se fotografían en el escenario de uno de sus crímenes, simulando, en algún caso, con sus manos, la imagen de una pistola.

Andrew Dominik es un cineasta australiano que, como todo lo que procede de este país, que ha encontrado la senda del progreso, basada en el trabajo de sus ciudadanos, situación que se hace explícita en la masiva exportación de talentos,- actores, realizadores y especialistas-,  a la Meca del cine, entre ellos el propio Eric Bana, que había interpretado, tres años antes,  a Héctor en Troya (Wolfgang Pêtersen, 2004), intenta crear un gran género: el género del capitalismo el más honesto de todos porque está protagonizado por gente motivada únicamente por el dinero,  que hace películas en las que que las escenas de acción funcionan como musicales, un efecto de distanciamiento contundente para bajar la guardia del espectador, haciendo confluir varios géneros (drama, comedia, thriller),con un tono que bordea la caricatura; algún crítico, desde la otra orilla, lo suficientemente sagaz como para darse cuenta de sus intenciones, intenta descalificarlo y ningunearlo con la etiqueta de 'domesticado', pero hierra el tiro. El hombre, viene a decir Dominik, en sus diferentes títulos,  se introduce en el universo de la ilegalidad y el crimen por causas muy bien conocidas: la ambición y la avaricia o la necesidad, y muy pocos por el puro placer de desafiar las normas, que también los hay. Mark es el paradigma de la complejidad del ser humano que puede, en determinados casos, reunir todas o varias de estas 'virtudes', animado por el instinto de la supervivencia y el recuerdo que queda en algunos hombres de su naturaleza depredadora.

Algunas secuencias son francamente abracadabrantes, desconcertantes y con su punto de insolencia, como la forma humillante en que muestra su pene, fuera de la bragueta para perturbar a una ex-amante, prostituta de oficio, a la que ha dejado medio muerta de una paliza en compañía de su madre, también vapuleada, mientras habla, apoyado en la barra del bar, con unos inspectores de policía,  que no se percatan de la situación. Otra constante que desquicia al espectador es la semantización del color, el uso de esos filtrados verdiazules, que en ocasiones convivien con otros rojizos más calientes, bien en la simulación falsa de los asesinatos, en su reconstrucción, o incluso entre el primer plano y el fondo, dentro del mismo encuadre, o en la partición de pantallas, a modo de ostranenie que obliga a una reflexión brechtiana del público.

Los héroes de Dominik son siempre forajidos, gente situada al margen de la ley, a los que los más desfavorecidos, ya sean hombres legales o delincuentes, contemplan como sus héroes. El resentimiento de las masas no parecen haberlo captado por primera vez los movimientos de indignación, mucho más burgueses que los revolucionarios de otros tiempos; ahora, como en los años de esplendor de  Mark, los 'malditos' usan los medios de comunicación para hacerse famosos y crecer millonariamente en poco tiempo. El sociópata, como ya hemos dicho se ríe abiertamente de los académicos, de los universitarios que se estrujan el cerebro para contar de forma pretenciosa historias que a nadie interesan y que son postizas porque no se han experimentado; unos y otros  se basan en la locura como fuente creativa, la diferencia reside en que para Mark la suya es la verdadera, las otras simples fotocopias. En este hecho reside el éxito de este criminal, asesino y escritor, que ha vendido y sigue vendiendo  más libros que nadie en Australia.

Tan solo ha hecho  tres las películas Dominik:' Chopper', ' El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford', (2007), y 'Mátalos suavemente' (2012) ¿Por qué no aprovechar este largo y cálido verano en que nos han dejado en casa, sin vacaciones, para echarles un vistazo y empezar a interesarnos  acerca de qué es lo que ha hecho mejor que nosotros un pueblo como el australiano, que no sólo ha salido de la crisis sino que está dando grandes cerebros al mundo? Recordemos que, mientras las masas se arrugan en el agua de la ociosidad, el dinero, como alerta Oliver Stone, nunca duerme. Hacemos esta misma recomendación desde que empezó la crisis con la caida de Lehman Brothers  en septiembre de 2008, algo que no sé por qué razón pretenden ignorar algunos, que aceptan sin reparos que hubo un viernes negro en 1929 en Wall Street ¿?  Somos como 'Simón del desierto', nadie nos hace caso.



Andrew Dominik



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