Juegos, trampas y dos pistolas humeantes.











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Comentario:

Juegos, trampas y dos pistolas humeantes (Lock & Stock and Two smoking Barrels, 1998), es una película de culto tejido en torno a su director, Guy Ritchie, ex-marido de Madonna, con la que se casó dos años después del estreno del film y a la que se consagró durante algún tiempo, realizando para ella vídeos musicales (What it feels like for a girl) y un corto (The hire Star). Con independencia del éxito entre el público inglés, (poca aceptación en el norteamericano, a pesar de que la cinta llegaba avalada por Tom Cruise y producida por Polygram), todo lo que gira en torno a estrellas como la célebre cantante provocaba y provoca un morbo especial. Los propios actores del reparto estaban ilusionados por el contacto que se estableció con la estrella. Dos fichajes notables, Sting (como siempre en un papel secundario) y el futbolista galés Winnie Jones, supusieron un reclamo importante para una película de bajo presupuesto y actores desconocidos (debut de Jason Statham), idónea para un público de la MTV. Pero también es cierto que Ritchie consiguió crear un lenguaje fílmico propio, poético y alocado, según uno de los actores, Dexter Fletcher, al usar técnicas de vídeo musical, repartos corales y superposición de varias tramas. 

Gran parte de su éxito se basó en crear el perfil del malo que tiene éxito, que se impone a un montón de pringados, que no necesitan a la policía porque ellos mismos se valen para liquidarse unos a otros. La reverencia por el cine de Martin Scorsese, al que rinden homenaje en la secuencia en la que Eddie abandona el local en el que ha sido desplumado por Harry 'El Hacha' es un cameo de 'Malas calles'; de hecho su estilo palomitero ha sido denominado 'Cine Británico de Goodfellas', (nombre inglés de 'Uno de los nuestros') un estilo anarquizante en el que las drogas, el sexo y el rock and roll impulsan a los jóvenes a actividades al margen de la ley, en las que se juegan su vida y el bienestar de sus familias, cuya situación económica investigan los gángsteres antes de enredar a sus hijos. Una gamberrada con banda sonora de impresión, endiablado ritmo y elegante montaje, en torno a una 'corte de los milagros' enraizada en el east end británico, en el que se reúnen ex-boxeadores como Lenny McLean o ex-futbolistas como Vinnie Jones. Una de las imágenes más elocuentes es aquella en que una cámara fija, colocada para tomar un ligero contrapicado, espera frente al rincón de una calle que cambia en ese punto el sentido de su dirección, la llegada de los inquilinos de las diferentes plantas bajas. Ua vez dentro de uno de estos antros, habitado por los protagonistas, se les verá escuchando como un grupo de vecinos,a los que  Statham define como antisociales, roban a los miserables camellos que venden drogas al menudeo.

Los suburbios londinenses, empobrecidos durante los gobiernos de Margareth Thatcher, tienen una triste apariencia, con sus edificios de ladrillo caravista que dan a sus calles un aspecto sórdido, pobre y abandonado, sensación que se incrementa cuando la cámara penetra en el interior de los 'hogares', donde los jóvenes se hacinan en estancias precariamente amuebladas. El riesgo que conlleva la vida en estas colmenas con débiles paredes, quebradas con un simple golpe con la cabeza de un mafioso, se hace explícito en la jaula que construyen en la entrada de su vivienda los productores de hierba, para protegerse de sus clientes, ingenio que finalmente se muestra como poco eficaz. Las relaciones que se van produciendo entre las diferentes tramas, protagonizadas por las diversas bandas, va desvelando ante sus protagonistas la peligrosidad de los vecinos, de la que hemos hablado antes.

El director de fotografía , Tim Maurice Jones, orienta su trabajo hacia el objetivo de sacar el máximo rendimiento a las condiciones de vida de estos suburbios, utilizando, siempre que puede, luz natural, para crear un ambiente poco realista. un mundo paralelo de mentiras; los filtros en sepia le permiten regular el color a través de un solo espectro, al que se ajusta el diseñador de vestuario en la indumentaria de los actores, usando solo negros, toda la gama de marrones y grises. La colaboración con el director artístico contribuye a este mismo fin, suprimiendo en sus atrezzos los colores azules o amarillos, tan habituales en el cine americano. La luz resultante creó un clima proclive a la violencia en una película diferente, muy británica, que se aleja de los filmes del género, tanto europeos como norteamericanos, lo que tuvo su efecto en la taquilla fuera de Inglaterra; sólo el público aficionado a la buena música inglesa y a la forma de hacer británica incorporó la película entre sus obras de culto, a lo que contribuyeron las obras de Mauro Pawloski, (Evil Superstars), Robbie Williams, James Brown y muchos otros. 

Film interesante, en el que bandas de jóvenes e inexpertos ladrones, que creen que las armas de fuego sólo sirven para asustar, cuando lo que mata de verdad son las armas cortantes (hachas, cuchillos, katanas...), de gran prestigio entre los consumidores de slasher y splatter o gore, cuyo uso se evita, afortunadamente, dentro de campo, se enfrentan con grupos que manejan palos de golf, armas de perdigones, de fogueo, algún kaláshnikov y dos rifles antiguos, que protagonizarán una sorpresa final. De hecho el más temible de los mafiosos, que regenta una garito en el que se juega al póquer, se llama Harry 'El Hacha'. En el film hay disparos, desde luego, pero con muchas restricciones y recriminaciones entre las bandas cada vez que se usa algo que no está dentro de sus normas; las imágenes que provocaron mayor escándalo son aquellas en las que Vinnie mata a un bandido golpeándole reiteradamente la cabeza con la puerta del coche.


 

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