El capital. Comentario.




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Comentario:


Han transcurrido casi tres años desde que se hizo esta película, la verdad es que con cierto retraso en relación con el esfuerzo didáctico (como lo define Boyero) que vienen  realizando los americanos desde el inicio de la crisis, con el objetivo de explicar la crisis que padecemos a los espectadores , que, si bien el crítico define como huero e inútil por la gran cantidad de información que incorpora la prensa, de haber sido bien asimilada dicha información por el público, algunas personas no podrían permitirse el lujo de atribuir a un sólo político semejante debacle, un argumento del que se ríe abiertamente Oliver Stone en su saga de Wall Street. Este film ha sido seleccionado por el videoclub de Vodafone para incluirlo entre las novedades de esta semana, en su oferta de cine gratuito, y sería interesante cuestionarse por qué lo hace ahora, justo cuando hoy mismo corrían insistentes rumores acerca de las pretensiones, final y felizmente fracasadas, de la Reserva Federal de los Estados Unidos de subir los intereses del dinero que prestan las entidades bancarias, lo que habría supuesto un duro golpe para la débil recuperación que el mundo parece estar experimentando y que se salda, como todo el mundo sabe, con el empobrecimiento de las masas y los desplazamientos masivos de gentes que huyen de guerras, cuyo origen es de carácter económico; pero, como dice uno de los consejeros de la entidad financiera que protagoniza esta historia, las crisis económicas son las que agrandan las diferencias entre los seres humanos y favorecen la concentración del capital en algunas manos, algo que, a la vista de las estadísticas que publica constantemente la prensa salmón, nadie puede dudar. El cineasta de origen franco-griego, que se formó como tal en el Instituto de Altos Estudios Cinematográficos (IDHEC), donde trabaja con realizadores de la categoría de Henri Verneuil, Jacques Demy y René Clément es el encargado de llevar a las pantallas este cuento de Caperucita y el lobo, en el que éste será sustituido por un lobezno ambicioso cuando enferme precisamente en aquella parte de su cuerpo con la que suele resolver todas las cuestiones: los testículos, para decirlo finamente y no como lo hacen los dobladores. El director de actores de la categoría de Simone Signoret, Yves Montand o Jean-Louis Trintignant, con algunos de los cuales iniciará su primera aventura cinemtográfica, Z (1969), que inicia una carrera de carácter político que caracterizará su cine en adelante. En 2012 hace una película de una sensibilidad algo diferente a la norteamericana, menos técnica y más poética, en la que el protagonista busca la complicidad constante del público al que le cuenta esta historia que enraíza en la cultura revolucionaria e ideológica del país en el que los burgueses hicieron su revolución en 1789.

El film comienza con una secuencia que a pocos europeos pillará por sorpresa: un ejecutivo sufre un aparente ataque mientras juega al golf, cuyo palo, en un primer plano de detalle, está a punto de darle a esas pelotas blancas que todos conocemos, aunque pertenezcan a un deporte que jamás podremos practicar. ¿Nos hemos olvidado de cuando los que querían hacer carrera a base del voto fácil prometían construir campos de golf que iban a llenar de millonarios, incluso los desiertos ? Todo un emblema, una apelación a la memoria de los europeos por parte del realizador de la locura que invadió a amplios sectores de las masas dirigidas por los ambiciosos, a los que la razón se les nubló hasta tal punto que todo lo que se interponía entre ellos y sus intereses debía ser eliminado, aunque fuera la preservación del planeta, una factura que ahora estamos pagando todos. El protagonista, Marc, se dirige al público y reflexiona comparando el dinero con un perro, que no quiere caricias sino que le lancen la pelota cada vez más lejos para devolverla una y otra vez a su dueño; él es el perro que se convierte en indispensable, una idea no del todo original, que reproduce el background de 'El sirviente' de Joseph Losey (1963), un personaje interpretado por un pied noir, un actor y humorista marroquí, Gad Elmahel, empeñado en que su hijo se exprese en la lengua del imperio actual, el inglés y abandone la lengua que hablaron los zares rusos, el idioma del país galo. El día que muere el Presidente del ficticio Phenix Bank, de cáncer de testículos, le toca el turno a su 'sirviente', un hombre de Goldman Sachs, que esperaba pacientemente su ocasión. El lenguaje cinematográfico (giros bruscos de la cámara, saltos de eje, diálogos mordaces, ruptura de la cuarta pared... ) contribuye a la implicación emocional del espectador y busca  su complicidad. Un film cargado de metáforas que no se limita a la explicación de la crisis del capitalismo de 'cowboy', sino que busca el origen del cataclismo en el sistema imperante en occidente, algo propio del cine francés, el propio de un país en el que confluyen ideologías tan opuestas como un izquierdismo de tradición y campañas como la 'del lujo es un derecho'.

Desde que Marc acceda a la Presidencia del Phenix Bank es tentado por los cuervos  con recepciones glamurosos, mujeres espléndidas, obras de arte , para corromperlo, empujarlo a integrar su compañía y obligarlo a invertir en fondos especulativos, deslocalizarla, liberarla de la legislación social francesa, despedir a una parte importante de la plantilla para satisfacer a los emires, dueños del oro negro, etc.; para llevar a cabo estos planes, un funcionario público como Marc, hijo del Mayo Francés del 68,  debe enfrentarse a su formación maoista y a la ideología de su país y de su propia familia. Esta contradicción se revela cuando habla a sus trabajadores delante de un mosaico formado por los retratos de miles de personas. Su discurso se desmarca claramente del de los caimanes del otro lado del Atlántico;  este financiero pronuncia el discurso que se espera del Presidente de un empresa que va a llevar a cabo una masacre entre sus trabajadores: la empresa debe resurgir de sus cenizas resolviendo sus contradicciones internas, acabando con  los ejecutivos indignos, con el despotismo, con el acoso sexual y laboral, los ascensos arbitrarios, la inseguridad laboral...Está claro que el 'sirviente' aparece como un  respondón que exige una prima para llevar a cabo su traición. Un discurso que, en principio, asusta más que anima a sus empleados.

Costa-Gavras llega a sugerir que la crisis fue provocada para concentrar el capital en las manos que iban a dirigir la nueva era tecnológica que comienza, y consolidar su poder (imagen del protagonista mirando  una sala en la que cada uno de los niños de su familia tiene un móvil en sus manos, el símbolo de la 'nueva sociedad internacional'). Pero la crisis ha provocado, como ya ocurriera en imperios anteriores, el desplazamiento del poder a élites nuevas, a quienes se esforzaron y trabajaron en la sombra, conocen a los viejos avariciosos y les superan en agresividad y falta de escrúpulos para lograr sus objetivos. Otra vez G.H.Wells vuelve a la palestra y nos recuerda quiénes  son y qué hacen los morlocks, que ahora han ascendido a la superficie, saben como devorar a los parásitos y saben cómo satisfacer a los viejos decadentes: robando a los pobres para dárselo a los ricos, una nueva adaptación de Robin Hood. Pero en el menú de estos monstruos también entran los viejos que creen que las cosas no van con ellos, engordan sus fondos de pensiones a costa de los jóvenes que trabajan como esclavos, unos negreros, que también adquieren mujeres jóvenes para sus juegos sexuales. Como dice Oliver Stone, si quieres saber quien manda pon la tele (Salvajes.2012) sin olvidar que el dinero nunca duerme.

Algo que muchos y no sólo los que mandan prefieren olvidar, en una guerra que no se libra ante la justicia, sino que ganan los más rápidos, como en las contiendas bélicas. Lo que se le pide a Marc, o mejor dicho, lo que le pide una joven experta en mercados es que denuncie en un libro, 'Robin Hood de los ricos', que narre el servilismo de los bancos ante los accionistas depredadores, la dictadura de los mercados, la especulación o las agencias de calificación que mandan a espaldas del poder político, que ponen en peligro a la sociedad. Un libro que revele el problema de los estados que ya no pueden gobernar dominados por los bancos que los asfixian...; pero él la defrauda y le advierte de que esto es un juego, un juego cruel, del que no se puede salir y en el que como en todos los juegos hay ganadores y perdedores y los últimos pueden ganarlo todo. Al final, toda la película es una gran metáfora, que da un paso adelante en relación con los filmes americanos, que sentaron las bases del edificio. ¿Quién es Marc?  Es el bárbaro que está a punto de tomar el 'imperio romano': "son como unos niños", dice mirando a las cámaras, "siguen jugando y jugando hasta que todo reviente". Las élites siempre existirán, porque, como advierte Jean Luc Godard en 'Adiós al lenguaje' la gente se exime de sus responsabilidades y se las traspasa al poder; reclaman a los gobiernos mientras se tuestan en las playas, y estos les dan, en apariencia, lo que quieren. Pero incluso los viejos revolucionarios que se están negando a entender los cambios que se están produciendo en la actualidad, -uno de los grandes inversores cree que incluso puede sustituir a los brokers por robots y esto ya no es tanta ciencia-ficción-, como le sucede a la esposa del protagonista, también han perdido esta partida. El dinero no duerme, mientras los morlocks siguen trabajando en la oscuridad esperando que llegue su momento, y hay serios indicios de que algo de ésto está empezando a pasar. En la sociedad burguesa y capitalista se puede ascender en la escala social, pero se pueden bajar todos los peldaños de golpe; Marc sólo quería ser como sus padres, profesionales liberales, un profesor que enseñara economía en la Universidad, pero, como 'El Mariachi' de Roberto Rodriguez, se convierte en un pistolero de las finanzas, mientras los viejos rockeros se reblandecen en una vida muelle entre cuadros de Modigliani y haciendo el amor en limusinas por las calles de Nueva York, en una de cuyas vías, Wall Street, se encuentra el corazón de las finanzas internacionales. El capitalismo, viene a decir Costa-Gavras , como el imperio de los césares, no va a ser derribado por nadie, se va a estallar por la podredumbre que lo corroe desde dentro, como una lata llena de gusanos.


Comentarios

  1. La vi y me pareció una buena versión de la realidad de un gran Costa-Gravas. Y la frase final de Marc...'Los ricos más ricos y los pobres más pobres'

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    1. Aunque llegó un poco tarde, pues los americanos habían hecho mucha didáctica respecto al tema (In side job, Wall Street, Margin Call, Up in th air...pone un broche final y hace una seria advertencia que ya hizo Wells: si los europeos deciden pasar la mayor parte de su tiempo tostándose al sol, los que trabajan en la sombra les arrebatarán el poder. Costa-Gavras no da puntada sin hilo y mirando a los espectadores les dice, en un guiño muy particular: "Siguen jugando y jugando hasta que la cosa reviente." ¿Hay que recordarles cómo caen los imperios? Siempre desde dentro. Un saludo.

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  2. La vi y me pareció una buena versión de la realidad de un gran Costa-Gravas. Y la frase final de Marc...'Los ricos más ricos y los pobres más pobres'

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