La otra cara del crimen. James Gray. Comentario.





Ficha técnica:

Título original: The Yards.
País: Estados Unidos.
Año: 2000.
Duración: 111 minutos.

Dirección: James Gray.
Guión: James Gray, Matt Reeves.
Casting: Douglas Aibel.
Dirección de Fotografía: Harris Savides, A.S.C.
Música: Howard Shore; supervisor musical: Dana Hano.
Montaje: Jeffrey Ford.

Diseño de Vestuario: Michael Clancy.

Productores: Nick Wechsler, Paul Webster, Kerry Orent.
Co-productores: Matt Reeves., Christopher Goode.
Productores ejecutivos:Bob y Harvey Weinstein, Jonathan Gordon
Diseño de producción: Kevin Thompson.
Compañías. : Miramax International, Paul Webster/Industry Entertainment. Distribución video: Emon: Home Entertainment.



Intérpretes:

Mark Wahlberg :Leo Handler,
Charlize Theron: Erica Stolz,
Joaquin Phoenix: Willie Gutierrez,
James Caan: Frank Olchin,
Faye Dunaway: Kitty Olchin,
Ellen Burstyn: Van Handler,
 Chad Aaron: Bernard Stolz.
Andrew Davoli: Raymond Price,
Steve Lawrence: Arthur Mydanick,
Victor Argo: Paul Lazarides,
Tomas Milan: Manuel Sequiera,
Victor Arnold: Albert Granada.


Sinopsis:

Tras pasar un tiempo en la cárcel, por no delatar a un grupo de amigos, Leo sólo quiere volver a enderezar su vida. Por eso se dirige al lugar que considera más seguro: su hogar. Allí acepta un trabajo con su tíoFrank, un hombre influyente y lleno de contactos, reencontrándose con su viejo amigo Willie y la novia de éste. Pero,sin desearlo, se ve empujado a un mundo de sabotajes, apuestas, sobornos e incluso asesinatos. Y el secreto que descubre lo convertirá en el blanco de la  familia más despiadada de la ciudad: la suya.

Ahora, en nombre de la justicia, tendrá que hacer todo lo que está en su mano para desarticularlo.


Críticas:


Las críticas fueron en su momento muy buenas, e incluso Filmaffinity hizo una observación, algo que hemos dicho cien veces que es inusual: "Excelente reparto para un drama criminal rodado con nervio." Roger Enbert, del Chicago Sun Times, basó el interés del film en su ambigüedad moral. Stephen Holden, el crítico de un periódico cuya línea editorial nose entiende bien desde España, más que señalar citóincongruencias en el film, aunque terminó dictandoque 'The Yards es una película seria que se esfuerza por conseguir una complejidad moral y una densa textura que raramente se encuentran en los dramas contemporáneos." (en Filmaffinity). Frente a estas críticas positivas Peter Travers pone la  nota discordante, al afirmar que ""La importancia que se da la hunde como una piedra. (...) Gray quiere mezclar 'On the Waterfront' (La ley del silencio, 1954) con una tragedia griega."

Crítica del blog:


Antes de entrar en el análisis del film de James Gray, saludado como independiente, no carece de interés destacar que es una producción de Miramax, cuando estaban al frente de la Compañía Harvey Weinstein y su hermano Bob, que se definía a sí mismo como 'el puto sheriff de una puta ciudad sin ley' (The fucking sherif of this fucking hawless piece-of shit town) . La productora se dedicó en principio a financiar y distribuir películas independientes  europeas en el mercado americano en la década de los 90 y a producir a directores noveles a Tarantino, Soderberg pero también a otros como Scorsese,  ganándose en el camino enemigos de la talla de Steven Spielberg. En el año 2000, cuando la película de Gray es respaldada por Miramax (de Miriam y Max, padres de los Weinstein), está recibiendo el apoyo del faraón de los Óscars, y la sobriedad en el tratamiento del color, que se mueve en la gama de los ocres, grises y marrones, la textura granulada, la luz empobrecida y utilizada artificialmente, incluso en espacios exteriores, responden a la mala conciencia de una estética 'indie' que intenta preservar la idea de la pureza del artista independiente que ha ingresado en los grandes circuitos comerciales.

El cartel es también de primer orden, tanto en lo que se refiere a los actores más jóvenes, -Charlize Theron, Mark Wahlberg o Joaquin Phoenix., como a los viejos consagrados: James Caan, Faye Dunaway o Ellen Burstyn. En cuanto al efecto de extrañamiento intelectual, mediante la moderación de la BSO (score musical y sonido. sólo se oye un disparo en la película), el predominio del cine de encuadre sobre la edición, con planos largos y diálogos explicativos, buscando una severidad aproximativa a la realidad, aliena la atención en lugar de provocar la reflexión. El contacto con el mundo exterior y su relación con los protagonistas, se realiza a través de un procedimiento tan clásico como la televisión. La corrupción política, la ausencia de oportunidades de los jóvenes y las redes de delincuencia que se organizan en torno a los negocios, su vinculación con las instituciones y las ofertas públicas de contratación, confluyen en el film de James Gray, cuyo lenguaje visual es tan desteñido como el color de su fotografía.

Leo, (Mark Wahlberg), el protagonista, es un joven ex-convicto que ha pagado sus deudas con la sociedad por haber robado un par de coches, y que pertenece a una familia de clase media monoparental, no marginal, pero tampoco exenta de dificultades a las que debe enfrentarse la madre en solitario para mantener el hogar en ausencia del hijo, sin aceptar la ayuda de su hermana y cuñado, uno de los empresarios involucrados en las redes de corrupción en torno a los ferrocarriles. El espectador entra con Leo en un túnel oscuro, con pequeñas luces que le guían hacia la salida, hacia la esperanza de una oportunidad en un mundo en el que la delincuencia es sistémica y está muy extendida en esa capa media, que se sitúa entre los ricos y los pobres (Tony Scott, Domino), cuyas actividades les permite vivir por encima de las posibilidades de un trabajador legal y establecer contactos con la clase política y empresarial. Frank, el tío de Leo, cuñado de su madre, es un alto ejecutivo de la Electric Real Corporation, una empresa que compite por la adjudicación de los contratos de los talleres de las autoridades municipales de Nueva York, donde se revisan y reparan los vagones del metro. Los procedimientos competitivos se sitúan al margen de la legalidad, con la confianza de que la opacidad y el silencio de los políticos sobornados les servirá de paraguas.

Como ya denunciara en el siglo XIX Victor Hugo, es más fácil ingresar en prisión por robar un pan que por practicar todas las modalidades de delitos del código penal, incluido el asesinato, que se suele cargar en los hombros del más desgraciado de los excluidos sociales. Ni tan siquiera el co-protagonismo de Joaquin Phoenix, el joven malvado del siglo XXI (Javier Casares Ripoll. Los malvados en el cine), cuya fría expresividad (cara de niño travieso, labio partido y ojos claros y penetrantes), calienta la cinta e introduce emoción en un film tan plano como el personaje de Mark Wahlberg, el protagonista, o Charlize Theron, 'femme fatale', pobre niña con el pelo teñido de negro deseada por ambos jóvenes y finalmente víctima de la violencia de género, única razón por la que pagará el hombre.

La gravedad que ha querido imprimir a su realización James Gray ha logrado un objetivo: no interesar a pesar de incluir en su trama amores apasionados, madres-víctima, asesinatos de trabajadores por las mafias, corrupción política y empresarial...Cobra mayor importancia, aunque no mayor emoción, la relación familiar y la dificultad de evitar la recaída, en un medio dominado por la corrupción sistémica de que hemos hablado; iniciar una trayectoria legal exige unos años de formación que no permite la urgencia de cubrir las necesidades. Lo que no se explica bien es de qué ha vivido la madre de Leo con tanta dignidad como aparenta en los últimos años, y que tiene su reflejo en la fiesta de bienvenida que le organiza, que si bien no es la que celebraría Paris Hilton, si la que prepararía cualquier representante de las clases medias. En el film se insiste en que no aceptó ayuda de nadie, al tiempo que se obvia cualquier imagen que permita conocer de dónde obtenía los recursos para mantener su hogar y tenerlo preparado para la llegada del hijo.

La denuncia de la corrupción es tan desleída y poco clarificadora como todo lo demás, y choca realmente la contradicción entre los escenarios sórdidos y decadentes en que se mueve Leo y la elegancia, discreta, de la madre y la tía, en definitiva el ambiente en el que se ha criado el protagonista, que no se explica bien por qué cayó en la delincuencia (otro lapsus). En este medio los hijos respetan a sus madres, de las que han recibido una buena educación y mantienen su dignidad, aunque no son ignorantes de dónde proceden los ingresos familiares del patriarca, ni a qué se dedica Willie (Joaquin Phoenix), el novio de Erika.

Por esta razón queremos entender que Gray ha hecho una película no sólo sobre la importancia de la lealtad de quien, pagando por otros por guardar silencia, acabó delatándolos, siguiendo un camino contrario al de muchos cineastas de la era del macartismo, sino también de la hipocresía de una sociedad que busca un futuro honesto para sus hijos en el país de las oportunidades, y acaba cerrando los ojos cuando llega dinero a sus hogares, sin preguntarse demasiado de dónde proviene. El director insiste sin embargo en la situación un poco diferente de Leo y su madre, que siempre han luchado solos por la supervivencia, quizás por la ausencia de la figura paterna, planteamiento que prefiero desechar por su carácter rancio, en un momento en que miles de mujeres de la edad de las representadas han educado a sus hijos , han pagado sus carreras y sus hobbies en hogares monoparentales, incluso en países con menor poderío económico que los Estados Unidos.

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