El chico de oro. Michael Richtie









Ficha técnica:


Título original: The Golden Child.
País: Estados Unidos.
Año: 1986.
Duración: 90 minutos.

Dirección: Michael Richtie.
Guión: Dennis Feldman.
Casting: Patricia Mock.
Director de Fotografía: Donald E.Thorin, A.S.C.
Música: Michel Colombier.
Edición: Richard A.Harris.
Director artístico: Lynda Paradise.
Decorador del set: Marvin March.
Diseñadores del set: Virginia Randolph, Judy Cammer.
Coordinadores de especialistas: Chuck Waters, Mickey Gilbert.
Efectos visuales: Industrias Light & Magic, Marin County, CA; Supervisor efectos visuales: Ken Ralston.

Diseño de Vestuario: Wayne Finkelman.
Diseño de maquillaje:: Ken Chase; maquillaje artistas: John Rizzo.
Estilista de peluquería: Alan Payne.

Productores: Edward S. Feldman, Robert D.Wachs.
Productor asociado: Gordon A. Webb.
Co-productor:Dennis Feldman, Industrias Light & Magic.
Productores ejecutivos: Richard Tienken, Charles R.Meeker.
Diseño de producción: J.Michael Riva.
Compañías. Productoras: Paramount Pictures (75 Aniversario), para Feldman/Meeker Production en asociación con Eddie Murphy Productions Inc.







Intérpretes:


Introducción de J.L.Reate: "El chico de oro",
Eddie Murphy: Chandler Jarrell,
Charles Dance: Sardo Numspa,
Charlotte Lewis: Kee Nang,
Victor Wong.: El hombre viejo,
Randall "Tex" Cobb: Til,
Doctor Hong: Doctor Hong,
Shakti: Kala,
Tau Logo: Yu,
Tiger Chung Lee: Khan,
Pons Maar: Fu,
Peter Kwong: Tommy Tong,


Sinopsis:


Después de revolucionar Hollywood como "Superdetective", volver del revés San Francisco en "Límite 48 horas" y dejar boquiabierto a todo Wall Street en "Entre pillos anda el juego", el polifacético e imprevisible Eddie Murphy se ve ahora envuelto en una descabellada misión en el Tibet: salvar al "Chico de oro", un pequeño lama con poderes extraordinarios atrapado por una malvada secta. Chandler Jarrell es un detective especializado en buscar niños perdidos. Se le encomienda la misión de encontrar y proteger al "Chico de oro", un niño budista que posee poderes especiales. Según sus tutores el chico ha sido secuestrado por un maligno hechicero. Aunque Jarrell es bastante escéptico respecto a la magia y a los poderes sobrenaturales, a medida que avanza en el caso encuentra pruebas suficientes para empezar a tener serias dudas.

Comentario:


Me parece incuestionable el valor de poner de nuevo en circulación películas como ésta, un esfuerzo que está haciendo la prensa de papel en su declive. Filmes que en su tiempo se pudieron agrupar bajo la denominación de 'cine de actor', que, a pesar de ser auténticos blockbusters,  apenas dieron celebridad a sus realizadores, ya se llamaran Ivan Reitman, Tom Shadyac o Michael Richtie, que brillaban menos que los protagonistas de sus películas porque eran directores de estudio sin pretensiones de auter. Sin embargo los guiones  estaban muy bien trabajados y resultaban muy eficientes a la hora de trasladar la historia a las pantallas, un trabajo a cuyo frente se colocaban cineastas profesionales y competentes que, en muchas ocasiones, no sólo no han perdido vigencia con el tiempo, sino que se han acabado convirtiendo en películas de culto para muchos cinéfilos y auténticos instrumentos en la evocación de la infancia, de quienes eran niños cuando se estrenaron."Yo,yo,yo,yo quiero el cuchillo" o "quiero el cuchillo, por favor", canta irónicamente Eddie Murphy y repiten los que ya no son tan niños, alborozados al recordar su infancia en que unos a otros se repetían estos slogans como consignas, como hacían en el pasado aquellos que leían poemas inspirados por sus padres.

La primera secuencia, previa a los títulos de crédito nos lleva a un monasterio del Tibet, un mundo ancestral, en el que los monjes tibetanos adoran a un 'niño de oro' un infante con poderes tan especiales que nace sólo uno cada mil generaciones. Terminada esta secuencia, se produce un corte visual radical que desplaza al espectador a Sunset Boulevard en la ciudad de Los Ángeles, una calle muy populosa que atraviesa el 'Capitolio' de la sociedad del siglo XX, con sus dioses de cartón que florecen en la Meca del Cine, en la que cualquier historia es posible, y por cuyas calles circulan sus ciudadanos cargados en sus coches descapotables con  estatuas de la Libertad para sus jardines, se venden banderas de Estados Unidos desacralizadas, que funcionan como objetos de souvenir; sus aceras están llenas de anuncios de Malboro,de iconos de Disney, de donuts; hombres y mujeres disfrazados de pingüinos, vallas publicitarias con la imagen de Marilyn, James Dean, Clark Gable, patinadoras, y por encima de todos ellos las inmensas letras que anuncian Hollywood al pie de colinas como Mulholland Drive. un lugar en el que se invierte en metros de cielo, para que nadie construya delante de las casas de los adinerados y les estropeen el paisaje de que disfrutan en sus hogares. Con los mitos conviven los semáforos, y son frecuentes los atascos frente a las expendidurías de hamburguesas, perritos calientes,  y miles de otros productos fast-foods, junto a los postes que soportan los tendidos de luz, del teléfono...(divertidísima secuencia en la que un personaje convierte con sus poderes mágicos una lata de Pepsi-Cola en Mickey Mouse)

Tras conocer a qué se dedica el protagonista, un detective que busca niños perdidos, las cámaras nos ponen frente a un televisor que emite el Noticiario de un tal Mel Backman, en una exhibición muy interesante de la banalización de cualquier discurso que penetra en el medio de comunicación más importante hasta el momento y el que tiene mayor repercusión, la televisión, que no sólo se fragmenta con el cambio continuo de canales que realiza el espectador con su mando a distancia, sino con las interrupciones constantes de un director de programa que pasa de las desapariciones de jóvenes, al tiempo de supervivencia de las tortugas o el precio de la carne. Tras este planteamiento inicial es imposible que nadie se tome en serio un discurso religioso que nos habla de espadas mágicas, niños con poderes, secretarias de servicios secretos que tienen más de 300 años, demonios, ángeles o elegidos, y no coincida con la ironía y el escepticismo de que hace gala Eddie Murphy. Con frecuencia el público no es capaz de discernir si se encuentra frente a un hecho real, una película  o un programa cualquiera de televisión, especialmente cuando un plano de detalle nos muestra un letrero luminoso que pide a un público, que aparece unos segundos, que aplauda. Una película más de las surgidas de la fábrica de los sueños que fue Hollywood, que no sólo divirtió al público del momento, sino que lo sigue haciendo hoy, con gags más inteligentes y elegantes que algunos que en la actualidad se reproducen en películas para jóvenes y adolescentes, y no solo norteamericanas.



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