Bendición mortal. Wes Craven . Blu-ray.



Cartel, ficha técnica, sinopsis, comentario, trailer (Pinchad aquí)


Crítica.


Es curioso que  provocara tanto escándalo el reciente film de Alejandro Amenabar, Regresión, con un background similar al que subyace a la historia de Wes Craven, mucho más maligno que el que domina la superficie del relato, una historia de una congregación medieval, los hititas, obsesionados por la presencia  entre ellos del incubo, una figura diabólica que emerge de la forma más inquietante, por sus connotaciones actuales,  en el film del holandés Alex Van Warmerdan en 'Borgman' (2013). La belleza de las mujeres protagonistas, convertida en emblema en la figura de Sharon Stone, son los objetos del deseo, la inducción al pecado, de los hombres que tras férreas convicciones esconden un espíritu débil y proclive al pecado, un instrumento en manos del mensajero del incubo, que no es otro que la joven lesbiana atraída por la esposa del miembro expulsado de la comunidad por haberse dejado seducir por ella, la joven Martha, interpretada por Maren Jensen. Los hombres mayores, encabezados por Isaiah (Ernest Borgnine), padre de John Sshmidt, interpretado por Jeff  East, y Jim (Doug Barr), son los vigilantes de la castidad de sus hijos, dispuestos a utilizar cualquier instrumento para impedir que alguien castre su virginidad, incluidas armas de gran valor simbólico, como la serpiente que se introduce entre las piernas de la mujer, mientras descansa en la bañera. De este modo, la realidad que late bajo  estas actitudes cavernarias es mucho más doliente que la que emerge a la superficie: intransigencia, represión, instintos asesinos, misoginia, homofobia, y otra serie de 'virtudes' ocultas por el manto de la superstición y la ignorancia.




Los instrumentos del diablo.





Los vigilantes de la honestidad.



Como en la mayor parte de las películas de Wes Craven el sexo  está en el origen de los horrendos crímenes que llenan sus pantallas de enormes cuchillos que gotean sangre, un discurso que está en la base del shlaser y que plantea conflictos entre economias agrarias que conllevan una idiosincrasia de agrupamiento entre sus miembros y cerrazón ante el otro, el que viene de fuera, generalmente jóvenes capitolinas, procedentes de metrópolis del este de los  Estados Unidos, modernas, sin prejuicios, vestidas mínimamente, con pantalones muy cortos, tacones y sin nada que sujete sus pechos, que desatan las pasiones reprimidas de los más jóvenes, ahogadas con temores  que no son de este mundo, y que alertan al grupo que no duda en utilizar todas las armas para combatir el deseo.




El medio






Las víctimas....


Wes Craven cuenta con un aliado excepciones, James Horner y su música angustiante, que te invita a dejar el film,  si te encuentra sola y de noche en tu salón. Una película que ha inspirado a otros muchos y que, a pesar de haber transcurrido ya cerca de cuarenta años desde su realización, sigue impactando. También contribuye a generar miedo y suspense la narrativa de los años 80 que no ahoga al espectador, sino que colabora a generarle tensión dejándole ver algo más que los rostros asustados de sus protagonistas. Hasta tal punto han calado ciertas imágenes en el imaginario colectivo, que basta dejar ver desde una ventana el granero cercano a la casa, permitiendo que se emanen desde su interior pequeños haces de luz a través de las rendijas, que necesariamente forman una cruz, para hacer temblar a los espectadores. Una sensación que conocen muy bien quienes hicieron el cartel de la película de Alejandro Amenabar de la que hemos hablado arriba. El granero será, pues, para el espectador un lugar para ser tenido en cuenta y para aumentar la precaución del público ante un posible susto, que, generalmente, se produce.





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