La chica del tren. Tate Taylor.







Ficha técnica, sinopsis, críticas, cartel y trailer (Pinchad aquí).


Comentario:



Tate Taylor, autor de 'Criadas y señoras' (The Help. 2011),  un biopic de James Brown, Get on Up (2014), reaparece en 'La chica del tren' (2016), cuyo envoltorio ha sido interpretado por alguno como inspirado poéticamente en Edward  Hopper (Quuim Casas), algo que no nos vamos a molestar en discutir ya que nos interesa mucho más por qué se ha servido de esta imagen del tren, que se convierte en una atalaya desde la cual la protagonista, Rachel, interpretada por Emily Blunt, observa varias veces cada día a las personas que la atormentan por diferentes razones y se han convertido en los monstruos que no la dejan en paz. Una mujer  atrapada y obligada a repetir cada día el mismo itinerario para poder aguantar su propio tormento, una alienación mental de la que se convierten en emblema esos raíles que no dejan libertad de movimiento a los vagones que circulan por sus vías.

El público se ha dividido en diversos sectores, que, o bien salen indignados de la sala de proyecciones. -todavía no entiendo por qué -, y los que inician un amago de aplauso, que tampoco se merece el film. Importa poco hasta qué punto la película es fiel o no al libro de Paula Hawkins, puesto que la función de uno y otro son totalmente diferentes, como se encarga de matizar Javier  Pérez-Reverte respecto a las adaptaciones de textos literarios. Lo que es cierto es que un MacGuffin desafortunado y un giro final más desafortunado todavía arruinan un thriller psicológico y de género y reducen las expectativas generadas, convirtiendo una historia con posibilidades en un cuento demagógico y simplón en el que las mujeres, en contra de lo que al parecer se desprende, salen muy mal paradas.

Todos somos víctimas de la ideología dominante propia de la sociedad patriarcal en la que estamos inmersos, nos guste o no, y las tres mujeres que protagonizan esta película son víctimas, entre otras cosas, de su propia ideología, atrapadas anímicamente en torno al hecho de la maternidad (felices las que son madres, desdichadas cuando no logran tener hijos), contradictorias en sus  sentimientos, nostálgicas de aquellos momentos en los que eran la 'otra', víctimas de vicios como los hombres, incluido el alcoholismo que destruye muchas familias, etc. Todas estas realidades parecían conducir a otro lugar y no precisamente a buscar un chivo expiatorio que de cohesión a todas las historias y provoque la solidaridad de las mujeres frente a él. El monumento que preside una zona del cementerio que pone el broche final a esta película es sencillamente bochornoso.

Tenía razón en este caso Jordi Costa cuando comparaba la obra de Paula Hawkins, que tacha de mediocre, con la de Gillyan Flynn en 'Perdida', quien ofrecía " una fina mirada satírica a las últimas mutaciones de la guerra de sexos". A Tate Taylor le ha faltado valentía para hacer frente a un tema de mujeres inmersas en relaciones tóxicas que son perfectamente conscientes de que caminan por el borde del precipicio, que no son solidarias con quienes sienten como competidoras y enemigas, y que comulgan con los principios ideológicos que imperan en la sociedad, y a las que solo unirá el riesgo inminente. Una valentía que no le faltó a David Fincher en Perdida, (2014),  para hacer una película que contemplara una realidad alternativa, que también conecta con teorías fílmicas femeninas, como la que nos descubre Laura Mulvey en sus escritos.





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