Perdida. David Fincher. Comentario





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Crítica.



Perdida es una magnífica película, que por otra parte te deja muy mal cuerpo, especialmente porque es una crónica del mal amor, propio de la sociedad patriarcal que puede suscitar una violencia de género en cualquier miembro de la pareja, en este caso al hombre, Nick Dunne (Ben Affleck), desempoderado porque ha perdido el empleo en New York, depende económicamente de su mujer, y se desplaza a Missouri, por razones económicas, pero también familiares: su madre está enferma de cáncer, y su padre está inválido psíquica y físicamente, e ingresado en una residencia de ancianos. Amy es rica, es la dueña de todo; paga el alquiler de la casa, es propietaria del bar que regentan Nick y su hermana, de las tarjetas de crédito, e incluso hace un seguro de vida millonario a favor de su esposo. Sus padres son más jóvenes, están bien de salud y disponen de un buen estatus económico.


Todo juega en contra del hombre, especialmente hundido por la humillación que nos autogeneramos cuando no podemos cumplir con el mandato de género asignado, según Maite Sarrió Catalá. El joven intenta huir de esta situación, desea pedirle a su esposa el divorcio el día del aniversario y ha buscado consuelo en una joven alumna de Universidad, para la que él simboliza al escritor neoyoquino refinado, que puede abrirle un mundo de escritores en el que ella ansía entrar, aunque está verdaderamente enganchado de un atractivo malsano y perverso que ejerce su mujer sobre él, así como sobre sus antiguos amantes (desde el instituto), todos acusados por ella de violación y abusos sexuales. El primero, el que era más jovencillo cuando entabló relaciones con Amy, le comunica a Nick el calvario que ha padecido y al que está condenado para toda su vida, de tener que incorporar a su curriculum su condición de maltratador, porque se llegó a un acuerdo entre abogados para evitarle la cárcel a causa de unas relaciones consentidas, y que, al desaparecer, muestra su ironía acerca de una psicópata que ha ascendido de categoría, al graduarse de violada a asesinada. 

David Fincher hace una denuncia en toda regla, en primer lugar del mal amor, del amor perverso y malsano, que en ocasiones se da en algunas parejas (sois la pareja más jodida que he conocido, le dice a Nick su abogado defensor ) ; después del circo mediático que se monta en torno a juicios populares, como todos los que tienen que ver con las frecuentes desapariciones que se dan en Norteamérica, y el maltrato de género, y por la capacidad que tiene mucha gente, para, de la forma más impune, pretender linchar a quien cree culpable. Cuando aparece la muerta, viva, no muestran el más mínimo arrepentimiento con el sufrimiento que han procurado al inocente. 

Pero lo más doloroso es el final tan infeliz, en el que se prueba que, en demasiadas ocasiones, cuando se encuentran una mujer y un hombre determinados, se establecen unas relaciones de sumisión y dependencia que dan lugar a situaciones tan graves como las que se producen en esta historia, y que condenan a ambos a 'cadena perpetua', mucho más dura que la cárcel, en la que, al menos, puedes dormir. El sufrimiento se extiende por los aledaños de la pareja, como muestra la tristeza de la hermana de Nick, cuando descubre lo que teme en el fondo de su corazón y no atreve a pronunciar en voz alta para no hacerse daño a sí misma,aunque podemos oír su lamento: "Se me parte el corazón, aunque siempre ha estado, estoy y estaré contigo," le dice a Nick. Amy siente, satisfecha, que ella es la 'puta' de la que él se enamoró y la única de la que puede colgarse. Esto es el matrimonio, afirma.

Brillante film de David Fincher que entra por los nuevos derroteros de pesimismo a los que está conduciendo el cambio de las condiciones vitales del hombre. Norteamérica ya no es el referente económico mundial y sus habitantes lo comienzan a experimentar. Amy no es mejor que la pianista de Haneke; Nick está más desempoderado que el partner de la austriaca. El resultado es más desesperanzador. El autor americano no sólo hace progresar su cine formalmente, sino que lo pone a la altura de los mejores autores de dentro y fuera de su país.




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