Aliados. Robert Zemeckis.




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Crítica.


Robert Zemeckis construye un relato que  se sitúa en los mismos escenarios en los que Michael Curtiz sitúo su célebre thriller de espionaje, Casablanca (1942), protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, que, al menos en apariencia, afecta tangencialmente a la pareja de enamorados a los que la guerra separó en París.. A los protagonistas de 'Aliados', por el contrario, los une la contienda, el uso de las armas en la realización de atentados contra el enemigo, y el ejercicio de simulación de su maridaje frente a un vecindario alemán, siempre atento a los movimientos de la pareja, una cercanía que acabará despertando la atracción entre Max (Brad Pitt) y Marianne (Marion Cotillard). No queda demasiado clara la razón por la que la mujer trabaja para los servicios de inteligencia del III Reich, pero no parece que el guionista haya querido dar mayor relevancia a este aspecto de la historia, profundizando en las causas que la arrastraron a trabajar para loz nazis.

Un rejuvenecido Brad Pitt, que recupera parte del esplendor de otros tiempos, es capaz de arrastrar a las salas a gran cantidad de mujeres, que vibran de emoción ante un hombre que llora siempre en sus películas.  Y es que Zemeckis ha querido construir una historia de amor en tiempos turbulentos, con una magnífica puesta en escena y una bella fotografía a cargo de Don Burguess, y un final más ambicioso y, quizá por esta razón, más delicado que el de la película de Curtis, en la que la relación de la pareja se sitúa en todo momento en el ámbito del amor romántico, en un contexto bélico tratado de la misma forma poética. El primer acercamiento de Max y Marianne es absolutamente carnal, algo quizá buscado en una pareja que sugiere con facilidad una atracción sensual muy alejada del platonismo de Rick e Ilsa, enlazados para siempre por  una canción, As Time Goes By, escrita por Herman Hupfeld e interpretada por el actor Dooley Wilson (Sam). La implicación política de los personajes de Zemeckis es a la vez más física: se enfrentan a tiros con sus contrincantes, realizan atentados e incluso asesinan a un miembros de las SS interpretado por Augus Diehl, que, no por azar, interpreta un papel gemelo en 'Malditos bastardos' de Quentin Tarantino.

Una relación muy cercana y desprejuiciada, que acaba en matrimonio, un hecho determinante  que no puede conducir a una resolución de la historia tan poética como la de los amantes de 'Casablanca', situada en un contexto temporal en el que no se veía el fin del nazismo y no parecía que hubiera posibilidad de resolver el conflicto de otra manera, por muy decepcionante que les parezca a algunos críticos. Por otra parte Rick e Ilsa militan en el mismo bando, algo que no queda muy claro en el caso de Max y Marianne, ya fuera ella obligada por las circunstancias o no. El film de Zemeckis está realizado en un momento histórico en que queda poco espacio para la lírica y en el que  los hombres han perdido la inocencia; la forma en que se aman los protagonistas, dentro de un coche situado en el centro de una violenta tormenta de arena constituye una bella metáfora de cómo se aprovecha el tiempo cuando acecha la muerte. La propia Marion Cotillard lo verbaliza  al abalanzarse sobre Brad Pitt con la excusa de que hay que aprovechar ese momento frente a la posibilidad de perder al día siguiente sus vidas.

La película de Michael Curtis, una rara avis en la producción del director, es no sólo una obra de culto, sino una realización de gran belleza, pero, como recuerda Noël Simsolo, el cine cambia, no así la ceguera de los jueces. Hoy, las nuevas generaciones que, con toda probabilidad admiran la obra clásica, no entenderían que se hiciera una película así, como no entendieron el proyecto de Michel Hazanavicius en su película silente 'The artist' (2011), o la 'Blancanieves', también muda de Pablo Berger, realizada al año siguiente, que consiguió el aplauso de un público ya maduro y nostálgico del cine que se hacía en la primera mitad del siglo XIX. De nuevo el tomatometer de Rotten Tomatoes muestra la brecha generacional entre ciertos críticos y el público al que se dirigen que ya tiene canales propios de expresión y otorgan un nivel de aceptación del 70 % , una calificación más que aceptable a Allied.




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