La lista negra. Buddy Van Horn Comentario.








Ficha técnica, sinopsis, crítica, cartel y trailer (Pinchad aquí).


Crítica:


Buddy Van Horn inicia su  discurso con un planteamiento metalingüístico que va de lo general a lo particular y que se basa en un lenguaje hipertextual que se sirve de diversos tipos de escritura (periodicos, revistas, televisión...), dirigido a hiperlectores que saben descodificar cualquier texto y no tienen miedo a las nuevas narrativas. "MacLuhan decía que cada generación vive en un mundo creado por sus antepasados, por lo que apenas es capaz de percibir su propio entorno, del mismo modo que un pez no sabe que vive en un medio acuático, ni nosotros que estamos sumergidos en un océano de aire." (1) El film es de 1988.

Una serie de fundidos encadenados de la ciudad de San Francisco, una selva de la que emergen enormes rascacielos entre los que destaca un edificio singular iluminado, enhiesto y sugerente, funcionan como claros símbolos fálicos que anuncian una historia de marcado carácter masculinista que servirá de guía a los mejores representantes del constructo patriarcal, al que van dirigidas las películas de un Clint Eastwood, que a imagen y semejanza de Salvador Dalí va a pasar a la historia gracias a su mejor creación: él mismo. A un lado y otro de la pantalla, para lo que cuenta con una ayuda inapreciable: su propia productora Malpaso.

Tras presentarnos el lugar en el que se ubica la acción, la imagen nocturna, tomada a vista de pájaro de la ciudad de San Francisco, la cámara desciende a una autovía por la que circula Harry Callahan en su automóvil, seguido de cerca por otros coches que pronto demostrarán que no están animados por buenas intenciones. Tras un rifireafe  entre los vehículos implicados, que nos demuestra que el héroe se caracteriza por la misma actitud de que hace gala en su película 'Sin perdón', se adentra en un set en el que se rueda una secuencia con una doble  finalidad, servir de spot publicitario para un músico drogadicto que interpreta un jovencísimo Jim Carrey, y contribuir al desarrollo de una película que está realizando un tal Peter Swan, interpretado por Liam Neeson que cuenta en su filmografía con películas de terror de títulos tan bizarros  y destarifados como 'La sombra de los muertos', 'El infierno sin demonio' o 'La noche del acuchillador'; el joven cineasta lleva en la espalda de su cazadora el título de otra: 'El hotel fantasma'.

En esta secuencia insólita y abracadabrante, (no es la única; sorprende aún más si cabe la del coche de juguete que simula los movimientos del bullitt que porta el dispositivo que acciona una bomba adherida el coche de Callahan y su compañero asiático), se produce una interesante reflexión metalingüística sobre si el cine  copia las secuencias más inolvidables de otras películas memorables que lo precedieron, o realiza un homenaje, precisamente cuando se está representando una parodia de la famosa secuencia de 'El exorcista', (William Friedkin, 1973),  en la que la cabeza de Regan, poseída por el diablo, gira sobre sí misma sin parar. Hay otras aproximaciones a géneros como el giallo y sus protagonistas, asesinos que utilizan instrumentos cortantes, un estilo que está en la base del slasher, y que adopta las texturas del subgénero de terror italiano en secuencias como la del asesinato de la crítico de cine, Molly Fisher, que maltrataba las películas de Peter Swan, interpretado por Liam Neeson.

Como en todas sus películas, ya se trate de los westerns, spaghettis o no, o los thrillers policíacos y de acción de 'Harry el Sucio' y sus secuelas, el personaje creado por Harry Julian Fink y R.M.Fink, un agente de la ley, clásico e hierático, caracterizado por su elegancia suprema, ( sus compañeros admiran su 'clase') usa procedimientos expeditivos y extremos contra cualquiera que se cruce en su camino, ya sean delincuentes armados o periodistas, que no excluyen los ataques frecuentes a la prensa por parte de algunos policías, como la rotura de costosas cámaras, sin perder la compostura. La secuencia siempre es la misma: tras los destrozos causados la recriminación de los jefes, su pasotismo evidente, y la vuelta a las andadas.

El hilo conductor de estas películas es el propio Clint Eastwood, que apenas cambia su forma de proceder en el planteamiento, el nudo o confrontación con la historia y la conclusión: comienza matando en desigualdad aparente de condiciones (más duro y sucio que él no hay nadie, y con menos escrúpulos para acribillar al enemigo tampoco), y termina de la misma forma, con un ligero matiz: después de aniquilar a un montón de hombres y amenazar a otros tantos, descubre cual es el verdadero criminal. La secuencia en la que acude a la cárcel para amenazar a un preso acusado de delitos financieros es la mejor prueba de lo que estamos diciendo. A pesar de todo la película asegura el entretenimiento y cuenta con un actor insustituible, que procura repetir en la vida real los papeles que le hicieron célebre en la ficción, como el de Harry Callahan, el Duro (El Sucio en la traducción castellana), que goza del apoyo explícito de algunos componentes del grupo californiano los Guns and Roses, (Axl Rose y Slash) presentes en el entierro del músico de heavy-metal interpretado por Jim Carrey.



(1) El guión del siglo XXI. Daniel Tubau. El futuro de la narrativa en el mundo digital. Alba Editorial, 2011.


 

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