Muere Debbie Reynolds. In memoriam








Muere Debbie Reynolds, la madre de Carrie Fisher, la princesa de todos, la musa de La Guerra de las Galaxias, la que amó a su hermano sin saber que lo era,  un día después de que lo hiciera su hija, representando el gran espectáculo del mundo, la gran tragedia griega que imitaba la realidad más dramática. Una madre que soportó al pie del cañón, como se dice vulgarmente, mientras su hija tuvo una oportunidad, por pequeña que fuera, de seguir viviendo y que se hundió al comprobar que la muerte es inexorable. Ambas han puesto un broche final al aciago año 2016, que ha visto desaparecer, casi en la flor de su vida a mitos como Prince, David Bowie, Michael Jackson, Anton Yelchin, y tantos otros, sin respetar la edad, las condiciones de vida o los hábitos, más o menos saludables, decidiendo llevarse a quien le placiera por delante, y escribiendo páginas dignas de Eurípides, Sófocles o Esquilo.

Si su hija, Carrie, pasará a la historia por su papel estelar en la saga más célebre de todos los tiempos, Debbie Reynolds lo hará por una film no menos importante, 'Cantando bajo la lluvia', una película que enamoró a los cineastas europeos que se organizaron, primero como críticos en torno a Bazin, impulsor de Cahiers du Cinéma,  y después como hacedores de un cine respetado y respetable, un medio en el que tanto François Truffaut como Jacques Demy, responsable de musicales imperecederos como 'Los Paraguas de Cherburgo' o 'Las Señoritas de Avignon', película en la que participó Gene Kelly, se convirtieron en admiradores profundos del trabajo de cineastas norteamericanos de todos los géneros, entre los que  ocupaba un lugar central Stanley Donen.

Madre e hija han protagonizado historias relacionadas con revoluciones tecnológicas que han hecho avanzar los modos de representación que incorporan imagen y sonido. Unos años antes de que se estrenara 'El cantor de jazz', dirigida en 1927 por Alan Crosland, una revolución que está en el background de 'Cantando bajo la lluvia'  y condiciona por completo el guión de Betty Condem y Adolph Green, Maximo Gorki escribió esto sobre el cine : " La noche pasada estuve en el Reino de las Sombras. Si supiesen lo extraño que es sentirse en él. Un mundo sin sonido, sin color. Todas las cosas - la tierra, los árboles, la gente, el agua, el aire - están imbuidas allí de un gris monótono. Rayos grises del sol que atraviesa un cielo gris, grises ojos en medio de rostros grises y, en los árboles, hojas de un gris ceniza. No es la vida, sino su sombra, no es el movimiento sino su espectro silencioso (...) Y en medio de todo, un silencio extraño, sin que se escuche el rumor de las ruedas, el sonido de los pasos o de las voces. Nada. Ni una sola nota de esa confusa sinfónia que acompaña siempre los movimientos de las personas".

Debbie Reynolds representaba en el film de Stanley Donen el papel de las nuevas generaciones que saludaban la incorporación de tecnologías revolucionarias en un medio que todavía luchaba por abrirse camino. Por el contrario, Kathy Selden, su heroina, todavía luchaba por conseguir la respetabilidad del abuelo del cinematógrafo,  el teatro, en el que militaba con orgullo, mientras consideraba el cine un modo de representación inferior, aunque acababa colaborando en las primeras realizaciones sonoras por amor a un hombre, Don Lokwood, interpretado por Gene Kelly. Fue la película que la encumbró y la última en la que desempeñó un papel protagonista de importancia. Con posterioridad representó papeles secundarios en películas intrascendentes, con la excepción de  In & Out, dirigida por Frank Oz en 1997, en la que interpretaba el papel de la madre de un humilde profesor que salía del armario.

En esta carrera por alcanzar el 'mito de Frankenstein', madre e hija estuvieron en el lugar oportuno en el momento oportuno y la 'Ocasión' les correspondió reservándoles un lugar en el 'Olimpo de los Dioses del Cine'. Si Debbie Reynolds encarnó a una jovencita que se ponía detrás de un micrófono para sustituir la ridícula voz de una actriz del cine silente,  Carrie Fisher desempeñó el papel protagonista de una película que cambió el cine para siempre, un film que provocó un escándalo mayúsculo, a pesar de su clasicismo, para aquellos que pensaban que la única posición correcta de una cámara era la fija, ubicada a la altura de los ojos del  actor capturado por ella. Esta oportunidad acabó convirtiéndola para siempre en la princesa de todos, hasta el extremo de que, cuando la saga está cambiando la orientación y adaptándose a la nueva era y los nuevos estilos, algunos se pregunten si podrá seguir este proyecto sin ella. Todos sabemos que sí, que su tiempo fue otro, aunque todo lo que contribuye a una revolución, ya sea de los medios de producción o de las ideas, ocupa un lugar en la visión romántica de la Historia. La muerte de la madre antes de que la hija fuese enterrada, contribuye a la consolidación del mito.

Una y otra fueron abandonadas por el esposo y padre, Eddie Fisher, que las dejó para unirse a otro mito, Elizabeth Taylor, un actriz que destacó en la era pre-George Lucas y que después vio declinar su estrella, desempeñando papeles oscuros y realizando trabajos para la televisión. El azar, que reparte de forma indiscriminada sus gracias, quiso que Debbie Reynolds y Carrie Fisher ocuparan un lugar destacado y se convirtieran en unas de las estrellas más rutilantes del universo del cine norteamericano. Ayer escribíamos el in memoriam de la hija, hoy el destino quiere que hagamos el de la madre. ¡Gracias por habernos hecho felices y por poder seguir siéndolo cada vez que nos acerquemos a esa gran ventana que es el cine! ¡Hasta siempre!


IN MEMORIAM




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