Manuale d'amore 3. Giovanni Veronesi




EROS ES LA FUERZA PRIMORDIAL QUE DOMINA AL HOMBRE, LLEVÁNDOLO POR DONDE QUIERE, INCLUSO ARRUINANDO  SU VIDA.




Ficha técnica:


Título original: Manuale d'amore 3.
País: Italia.
Año: 2006.
Duración: 119 minutos.

Dirección: Giovanni Veronesi.
Guión: Giovanni Veronesi, Ugo Chiti y Andrea Agnello.
Casting: Alice Bocchi,
Dirección de Fotografía: Tani Cavenari: A.I.C.
Música: Paolo Buonvino; edición: Radiofilmmúsica.
Montaje: Claudio Di Mauro, A.M.C.
Dirección artística: Luca Gobbi.
Organizador general: Giuseppe Ciocacarelli.

Diseño de Vestuario: Alfonsina Lettieri.
Responsable de maquillaje: Chiara Ugolini,
Responsable peluquería: Angelo Vannello.


Productores: Luigi e Aurelio de Laurentiis.
Productor ejecutivo: Mauricio Amati.
Compañías: FilmAuro, DeAPlaneta Home Entertainment.


Intérpretes:


Carlo Verdone: Ernesto,
Monica Bellucci: Lucia,
Riccardos Scamarcio: Nicola,
Favio Volo: Franco,
Sergio Rubini: Fosco,
Antonio Albanese: Filippo,
Claudio Bisio: Fulvio,
Barbara Voluvoa: Manuela,
Elsa Pataki: Cecilia,
Dario Bandiera: Dario.
Lucia Vasini: Renata,
Eugenia Costantini: Maura,
Andrea Agnello

Sinopsis:


Cuatro historias con el amor como hilo conductor tienen como nexo de unión un programa de radio llamado 'Manuale d'amore'. Un joven en rehabilitación, Eros, se enamora de su fisioterapeuta (Monica Bellucci). Una guapa española , Cecilia (Elsa Pataki), vuelve a Roma para tener un romance con un hombre casado. Una pareja gay quiere casarse a pesar de la negativa de sus padres. Por último, la maternidad se erige en la cuarta protagonista, apoyada en una joven pareja obsesionada por tener un hijo.

Comentario:


Una lengua bífida, desde una emisora de radio, va insuflando venenosas sensaciones que derivan en sentimientos de amor romántico. Pero al final del viaje se encuentran las comedias de Veronessi, que apoyándose en las ruinas de la vieja Roma, como hicieran en su tiempo los artistas del Renacimiento, va dando una de cal y, al final, una de arena, Eros venciendo a Venus, que, al fin y al cabo, es la que manda. Cuando este film cayó en nuestras manos en junio de 2013, -el más político de la saga -, hicimos un análisis que hoy sería, quizá,  menos optimista, lo que pone en evidencia la importancia del contexto cuando nos expresamos y el estado de ánimo con que escribimos. No obstante, no estaría de más ver esta película de nuevo para comprobar cómo se veía nuestro país en el exterior antes de que estallara la crisis que nos ha traído donde estamos. Es costumbre del blog intentar entender qué y cómo nos quiere transmitir cada cineasta, sea considerado autor o no, razón por la que cuando hicimos nuestro post sobre este film, dijimos lo siguiente:


"En la segunda entrega de la franquicia, que tiene  muchos seguidores entre los que sienten especial debilidad por Italia, Giovanni Veronesi optó por intensificar la carga dramática de los relatos, a costa del humor y la ironía que caracterizaron al primer episodio y alejarse del terreno de la cotidianidad de la pareja en el proceso de amor/desamor, adentrándose en el  universo del deseo y el erotismo emblematizado por dos iconos sexuales: Monica Bellucci y Elsa Pataky.

En un país sometido a la estrecha vigilancia moral del Vaticano, que han conseguido orillar personajes  poderosos como Silvio Berlusconi  y sus célebres  fiestas eróticas en la Villa Certosa, que evocaban las de los últimos y enloquecidos emperadores Julios-Claudios, se pone el acento en cuestiones que han ocupado un lugar de privilegio en la agenda política española: la denuncia de la imprudencia en la conducción de vehículos, cuya consecuencia más grave son los accidentes de tráfico y sus secuelas, la homofobia, la fecundación in vitro o los problemas de las madres solteras, que buscan a padres desconocidos. Agenda que no es de despreciar en un país que presenta dos facetas (en el sentido de rostros o apariencias): la más  religiosa y la más liberal de Europa. Quien conoce al pueblo italiano conoce su capacidad para sugerir y apenas enseñar, lo que incrementa el erotismo de su discurso; Monica Bellucci y Elsa Pataky son dos iconos eróticos, cuyo desnudo integral se sustrajo a las cámaras,  aunque la forma de presentar a estas mujeres invita constantemente al voyeurismo y  la escoptofilia del espectador.

Pero si hay algo que llama la atención es la visión que tenía el pueblo italiano de España cuando se hizo el film;  Javier Ocaña, crítico del diario 'El País'  habla de  "cordiales tópicos. y de  la visión de España como paraíso de las libertades que tienen sus autores." (Filmaffinity). Pero nuestro país  no sólo era contemplado como el primer gran estado europeo que aprobó el matrimonio gay, combatió la violencia de género, por lo que tuvo de pagar un gran factura la joven ministra de Igualdad del momento, Bibiana Aido, y modernizó las  leyes de interrupción del embarazo, sino que se envidiaba  la suerte de los españoles que habían conseguido llevar al poder a un personaje como José Luís Rodriguez Zapatero; quien estaba en Italia el día que ganó por segunda vez las elecciones lo puede atestiguar. A  ello se suma la realización de películas con el nombre del presidente español, como un documental  para la RAI , Viva Zapatero!, que  fue cancelado en la segunda emisión, por insultar al gobierno y que mereció la siguiente crítica del diario español ABC:  "Es, digamos, un canto o un canturreo a la libertad de expresión. (...) no es por discutirle el título, sino los motivos por los que cree haberlo puesto (...) lo cierto es que el trabajo de Guzzanti es hábil, muy directo y sarcástico (Filmaffinity).

Pero no sólo el film elogia la libertad de los españoles, sino su desarrollo industrial y tecnológico. Una matrimonio que  no puede tener hijos, acude a España, y en concreto a Barcelona, para que la mujer sea sometida a una fecundación in vitro. La modernidad de nuestro país se refleja no sólo en estas  creencias, sino en las imágenes que las sustentan: clínicas y hoteles de una modernidad que sólo se da en los lugares privilegiados económicamente. ¿Qué ha pasado en tan solo dos o tres años? Nadie lo puede explicar, y tanto esfuerzo no se puede haberse evaporado."



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