Mi mejor amigo. Patrice Leconte.






Ficha técnica:


Título original: Mon meilleour ami.
País: Francia,
Año: 2006.
Duración: 94 minutos.

Dirección. Patrice Leconte.
Guión: basado en una historia original de Olivier Dazat, adaptación de Jérôme Tonnerre y Patrice Leconte; diálogos de Jérôme Tonnerre.
Director de Fotografía: Jean Marie Dreujou, AFC.
Música original: Xavier Demerliac, interpretada por L'Attirail.
Montaje: Joëlle Hache.
Sonido: Paul Lainé, Francis Wargnier, Dominique Hennequin.
Asistente puesta en escena: Hubert Engammare.
Jefe de decoración: Ivan Maussion.
Regidor general: Marie Eve Graviou Dural.

Diseño de Vestuario: Annie Périer Bertaux.


Productores: Olivier Delbosc y Marc Missonnier.
Director de producción: Christine de Jekel.
Compañías productoras: Fidélité, asociada con Virtual Films y Wild Bunch, en coproducción con TF1 Films Production y Lucky Red, con la participación de Canal+ y Cinecinema


Intérpretes:


Daniel Auteil, François,
Dany Boon, Bruno,
Julie Gayet,  Catherine,
Julie Durand, Louise,
Jacques Mathou,  Padre de Bruno,
Marie Pillet , Madre de Bruno,
Henry Garcin, Delamotte,
Jacques Spiesser,  Letellier,
Elizabeth Bourguine,  Luc Lebinet.


Sinopsis:


François es anticuario. En la cena de celebración de su cumpleaños, su socia Catherine le comenta que no tiene amigos y que su vida está vacía. François se queda estupefacto, porque su vida profesional le proporciona muchos contactos con gente variada y cientos de reuniones. Catherine le propone un reto a François :debe presentarle al mejor de sus amigos para intentar establecer na relación, aunque dispondrá tan solo de diez días...


Comentario: 



Un anticuario, descubre horrorizado en el funeral de un hombre que le había vendido una pieza justo antes de morir, que apenas han acudido una decena de personas a su funeral. Comenta en una cena con compañeros de trabajo este hecho que le ha dejado traumatizado y su socia le señala que se encuentra en la misma situación, apostando con él que si no le presenta un buen amigo en diez días habrá perdido el reto. El protagonista (Daniel Auteuil), muy bien relacionado por su profesión, no había caído en la cuenta que estas relaciones no tienen nada que ver con el cariño y la amistad, ni tan siquiera con los buenos sentimientos. Su verdadera naturaleza ególatra y egoísta la pone de manifiesto en una subasta en torno un lacrimario con imágenes de la gran pareja mítica, Patroclo y Aquiles, despreciando el valor emocional que tiene para otros pujantes; el vaso se convierte de este modo en el símbolo de ese sentimiento tan frágil, que debe ser cuidado con tanto esmero.

Se lanza a la caza de la amistad utilizando todo lo que la moderna sociedad ofrece: terapias de grupo, libros de auto-ayuda..., hasta que conoce por azar a un joven taxista , Bruno (Dany Boon), muy extrovertido, aficionado a la lectura y que aspira a ganar un poco de dinero en concursos televisivos (Quién quiere ser millonario) en los que haga valer sus conocimientos. Françoise se agarra a él como un clavo ardiendo, pero demostrará a cada paso que no sabe lo que significan las personas ni sus sentimientos, lo que supone una barrera importante para alcanzar su objetivo de establecer una auténtica y verdadera amistad.






Es un buen film que nos hace recapacitar sobre la soberbia, el cinismo, el materialismo y la falta de valores de solidaridad y prodigalidad de la sociedad actual, en el que el lema más extendido es ¡sálvese el que pueda!  Olvidada la solidaridad entre los hombres, éstos han perdido la auténtica felicidad. Esta percepción la ha sabido trasladar muy bien a la pantalla Patrice Leconte, apoyado en dos magníficos actores, a pesar de haber sido acusado de falta de pasión; el mundo que retrata el cineasta es así de cínico. No ocurre lo mismo en el círculo del taxista en el que lo monetario pesa menos ,entre otras razones porque el dinero escasea, que la sinceridad y la sonrisa.

La sociedad ha decidido sacrificar todos su ideales en favor de la apariencia y la falsa comodidad. Dicho ésto sin intención de aleccionar a nadie. Patrice Leconte lo pone en evidencia de manera inteligente.




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