Arden las redes. Juan Soto Ivars.





La poscensura amenaza con enmudecernos a todos. 




De nuevo estamos en el dilema que denunció con lucidez Umberto Eco en 'Apocalípticos e integrados', con un ingrediente nuevo: la autocensura (poscensura se llama ahora) que nos imponemos todos por miedo a ser excluidos, y la que imponen los diferentes villanos en sus respectivos rincones, rodeados de sus acólitos que se encargan de difundir sus mensajes, ya sean políticos, económicos y sociales, que es lo mismo que decir culturales. El reto que hoy presentamos lo ha aceptado Juan Soto Ivars, un joven periodista español de 32 años, recientemente despedido del diario 'El País', (según afirmó el mismo en el programa de 'debate', más bien gallinero, político de la Sexta, que se emite los sábados por la noche), aunque matizó que debía elegir, -o explicó las razones - entre seguir en este rotativo o en 'El Confidencial' un sitio web del diario 'El Mundo'.

Este joven escritor y periodista español, tuvo que ver contratado su discurso con el de un joven graduado en derecho, que sobrevive con un trabajo de 'portero de noche' de discoteca, al que no le faltaban agallas a pesar de ser la otra cara de la moneda, la del loser que no puede elegir entre dos trabajos en grandes empresas, sino pasar a engrosar las filas de los españolitos que representan el futuro de España, (barrenderos, carniceros, enterradores...), y que se erigía en representante de la verdad a secas.  Este joven exitoso, repito, cofundador del movimiento literario, 'Nuevo Drama' verbalizó lo que ya la mayoría sabe: haber estado de espaldas a los nuevos modos de producción, sin llegar a entenderlos, es una factura que todos vamos a pagar muy cara, porque la nueva censura es horizontal  no precisa una regulación legal ni un estado totalitario, sino que la ejerce la sociedad, grupos de todo tipo, y si emites una opinión que les molesta te lincharán, emitirán consignas para aislarte, sin necesidad de aglutinarse en sociedades secretas como en el pasado.

En la entrevista que Juan Soto da a Ana Jiménez en 'La Vanguardia' da algunas claves para supervivir en esta sociedad que puede llegar a ser cruel, cuando los acólitos de un líder piden en manada que a alguien se le despida, que se le boicotee un espectáculo o que no se lean sus libros: abrir tus redes incluso para el escarnio, lo que te permitirá no caer en la condición de víctima o verdugo y entender que es mejor que la opinión de cualquiera se exprese con libertad a que se generen nuevos Trumps. En este contexto en el que el 90% de los usuarios de las redes sociales se sienten justos y no censores, la única forma de sobrevivir es permanecer abierto a los insultos, descalificaciones  e intentos de humillación, que acabarán volviéndose contra quien cree tener el poder de decidir sobre la vida de los demás.

Entre otros muchos riesgos señala  el riesgo de uniformización que imponen las burbujas virtuales: "algoritmos de las redes que te coaligan con personas afines, y así te habitúas a un discurso monocorde, pierdes pluralismo...y ya eres pueblerino virtual. Y si te llega una opinión divergente, ¡te ofende muchísimo! Etiquetas al divergente de“traidor” a tu aldea." Pero lo más grave es que esta actitud conduce a la autocensura, alimentada por el miedo a "ser criticado, atacado, insultado, boicoteado, condenado, multado, penado, despedido de tu empleo... Eso sucedía antes con la censura franquista, y ahora con la poscensura."

Esto y mucho más dijo el joven bien posicionado, que como ocurriera en otros tiempos en los que, desde baluartes progresistas se oponían a los ludistas, entendiendo que la fuerza no residía en enfrentarse al desarrollo de la tecnología, sino en unirse a él y aprovecharlo en pro del avance de la sociedad, están surgiendo quienes se suman al desarrollo de la ciencia y al esfuerzo por la regularización en beneficio de todos de la nueva sociedad que conlleva. Eliminar todos los pequeños reinos de taifas no es cosa fácil, y tan solo la expansión del medio y su democratización acabará con ellos.


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