El día de los muertos. George A. Romero.




Ficha técnica:


Título original: Day of the Dead.
País: Estados Unidos
Año: 1985.
Duración: 101 minutos aprox.

Dirección: George A.Romero.
Guión: George A. Romero.
Casting: Christine Forrest Romero.
Director de Fotografía: Michael Gornick.
Música: John Harrison.
Editor: Pasquale Buba.
Director artístico: Bruce Miller.
Decorador del set: Jan Pascale.
Diseñador del set: Martin Garrigan.

Diseño de Vestuario: Barbara Anderson.

Maquillaje: Bonnie Priore, Jeannee Josepszyk, Natalka Voslakov.
Maquillaje especial Efx: Tom Savini; David Kindlon, John Vulich....
Peluquería: Terry Basilone.

Productor: Richard P.Rubinstein.
Productor ejecutivo: Salh M.Hassanein.
Productor asociado: Ed Lammi.
Productor manager: Zilla Clintos.
Diseño dee producción: Cletus Anderson.
Compañías: Laurel Productions; United Film Distribution Company.


Intérpretes:


Lori Cardille: Sarah,
Terry Alexander: John,
Joe Pilato: Rhodes,
Jarlath Conroy: McDermott,
Anton+e Dileo: Miguel,
Richard Liberty: Logan,
Howard Sherman: Bub,
G- Howard Klar: Steel,
Ralf Marrero: Rickles
John Amplas: Fisher,
Phillip G. Kellams: Miller,
Tason N.Stavrakis: Torrez,
Gregory Nicotero: Johnson


Sinopsis:


Los zombies se han apoderado del planeta y el número de humanos se reduce a uno por cada 400.000 muertos vivientes. Un pequeño grupo de personas, formado por científicos y militares se refugian en una antigua instalación subterránea del gobierno. Allí intentan contactar sin éxito con otros grupos supervivientes. Mientras los doctores investigan el origen del fenómeno y de su posible cura, a la vez que intentan domesticar a un muerto viviente al que mantienen encadenado. A medida que pasa el tiempo, las tensiones entre los científicos y los soldados irán creciendo dentro del grupo.

Comentario:


Estructurada de forma circular con el objetivo de presentar la historia como una terrible pesadilla de una joven que tacha en un calendario los días que lleva encerrada en un aparente psiquiátrico, con paredes almohadilladas, un lugar en el que las autoridades aconsejaban recluir a la población, en la segunda entrega de la trilogía zombi que inició George A.Romero en 'La noche de los muertos vivientes'. La siguiente secuencia nos sitúa en el interior de un helicóptero ¿ el mismo en el que huyó la protagonista del segundo capítulo, aquel en el que la acción se ubica en un centro comercial? Ahora las calles de las ciudades ofrecen un aspecto desolado, distópico, mil veces repetido por autores del género, herederos del maestro Romero; por ellas vuelan los billete ya inservibles, junto con residuos, papeles y hojas de los árboles, formando un ecosistema con todo tipo de bichos que salen del interior de cuerpos de los que ha desaparecido todo envoltorio carnal, usando las cuencas de los ojos o el espacio entre las costillas como portales, y confundiéndose con grandes anfibios, como los inmensos cocodrilos a los que ya nadie teme, porque nada puede matar a lo que ya no tiene vida.

En la construcción del icono, George A.Romero diseñó unos seres, no muertos pero tampoco vivos, que vivían de los que conservaban la existencia, pero que no practicaban el canibalismo entre ellos; tenían vísceras, sangraban, pero sólo morían si se les reventaba la cabeza usando cualquier procedimiento. Su forma de caminar era lenta pero segura, un constructo que John Carpenter llevó a la pantalla en su terrible película 'El príncipe de las tinieblas' (1987), y que modernizó David Robert Mitchel en 'It Follows' (2014), una nueva puesta en escena que da verdadero miedo.

Romero va desarrollando el contexto en en el que se dan las condiciones para que surja esta pandemia, que vuelve agresivas a unas masas descerebradas, consumistas, idiotas según las élites, que arrasan todo a su paso; en la base esta el eterno combate entre la ciencia y la religión, y el poder integrador y vertebrador de la educación que desprecian los que ven como única remedio del mal el uso de las armas para escarmentar al que disiente. Un ejército que desprecia la labor científica de las mujeres, que asesina al que re-educa a un zombi, y que acaba, con su torpeza, entregando el poder a las masas desorientadas. En el cine del estadounidense los 'buenos' son los zombis y los villanos los vivos, que no tienen compasión hacia quien ha seguido las pautas que ellos marcaban y han llenado las grandes superficies comerciales en las que adquirían quincalla, como la que llevaban los conquistadores a los pueblos indígenas, a cambio del excedente de su trabajo.

Al fin nos queda la duda de si hemos asistido al desarrollo de una pesadilla o al triunfo de la razón que genera monstruos. Lo cierto es que Romero nos ha dado de todo un poco: gore, vísceras, sangre, terribles mordiscos, mezclado con un poco de reflexión acerca de la manipulación de unos masas que, a pesar de ser muy vulnerables, -se mueven con dificultad, lentamente, y mueren de inmediato si se les da un golpe en la cabeza-. tienen una fuerza inconmensurable que reside en su número. Muchos de ellos caen en el enfrentamiento, pero la derrota del enemigo está asegurada. Razón por la que el loco que llevaba un parche en el ojo y encima unas gafas graduadas, un tertuliano matón de televisión que funcionaba como narrador del subtexto en el segundo episodio, aconsejaba usar contra ellas bombas atómicas. Con esta película el cineasta pone fin a la trilogía de 'La noche de los muertos vivientes', títulos de culto que han quedado fijados para siempre en el imaginario colectivo.

Un film que no ha sido bien entendido por más de uno y que, sin embargo, es el preferido de Romero. Así son las cosas, Nunca se escondió el cineasta al mostrar su cariño, su predilección por esos seres dañinos, a los que acaban disparando los que teóricamente forman parte de su bando, empujados por el instinto de supervivencia, pero si se entiende bien el uso desplazado del lenguaje en el cine, se entenderá por qué hay un zombi recuperable, que puede leer libros y entenderlos, al que, hasta el momento sólo se había enseñado a disparar armas. Umberto Eco y Marshall MacLuhan se encargaron de advertir que nadie puede asegurar que las masas que reciben mucha información por diferentes vías, no puedan jamas dar un salto cualitativo y procesar en su beneficio todo aquello que forma parte de su bagaje cultural. El zombi-colega, como ha sido llamado por Emilio Martínez (aullidos.com), sabía disparar armas y matar a sus enemigos como le habían enseñado en un pasado en el que todavía era hombre, algo que asimilan con dificultad quien sólo quiere ver detrás de un zombi,  un zombi.


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