El Proyecto de la Bruja de Blair. Ficha técnica y comentario.







Ficha técnica:


Título original: The Blair With Project.
País: Estados Unidos.
Año: 1999.
Duración: 81 minutos.


Guión, Dirección y Producción: Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.
Director de Fotografía: Neal Fredericks.
Música: Tony Cora.
Director artístico: Ricardo R.Moreno.
Puesta en escena: Andrew White, Brigan Docking.


Productores: DnielMyrick, Eduardo Sánchez, Greg Hale y Robin Cowie.
Co-Productor: Michael Monello.
Productores ejecutivos: Bob Eick y Kevin J. Foxe.
Diseño de producción: Ben Rock.
Artisan Entertainment presenta a Hayan Films Production.


Intérpretes:


Heather Donahue: Heather Donahue,
Joshua Leonard: Joshuia 'Jos' Leonard,
Michael Williams: Michael 'Mike' Williams,


Sinopsis:


El 21 de octubre de 1994, Heather Donahue, Joshua Leonard y Michael Williams entraron en un bosque de Maryland para rodar un documental sobre una leyenda local, "La bruja de Blair". No se volvió a saber de ellos. Un año después, la cámara con la que rodaron fue encontrada, mostrando los terroríficos eventos que dieron lugar a su desaparición.

Premios (Filmaffinity):


1999: Cannes: Premio de la Juventud (Quincena de realizadores)
1999: Festival de Sitges: Sección oficial largometrajes a concurso
1999: Premio Razzie a la peor actriz (Donahue). 2 Nominaciones, incluyendo peor película



Críticas 


Esta es una de las pocas ocasiones en las que Pablo Kurt ha creído que debía mojarse y emitir una opinión sobre una de las películas que se introducen en su página, y ésto es lo que dijo:

Unos jóvenes se adentran en un bosque siniestro a la búsqueda de datos que confirmen una vieja leyenda. Cámara al hombro, Myrick y Sánchez nos muestran sus angustiosas peripecias con efectivos y sorprendentes golpes de efecto. Cine, cine... hay poco, pero el final del milenio y la aparición de internet ya difuminaban la línea que separa el séptimo arte -como expresión creadora- y el video y la imagen como instrumento creativo, con mayor o menor arte, y parte cotidiana de nuestras vidas. Ahí radica sin duda gran parte de su interés: como adelanto y expresión contemporánea de lo que en apenas unos años sería una revolución digital descomunal liderada por youtube. Tampoco parece casualidad que el género elegido sea el terror, pues generalizando se podría sentenciar que los jóvenes del siglo XXI lo han elegido, si no como el favorito, al menos como el más consumido y el más rentable. "The Blair Witch Project" es un filme de novedosa e impactante estética que arrasó en todas las taquillas del planeta (con un presupuesto de apenas 4 millones de pesetas, sólo en USA recaudó más de 20.000 millones). Su astuta campaña promocional por internet -que simulaba ser una historia real- alcanzó dimensiones mundiales y generó tales expectativas que, ni siquiera la posterior confirmación de que la noticia origen de su argumento -la desaparación de los jóvenes- era falsa, "evitó" su gran éxito de taquilla y su récord como película más rentable de la historia del cine. Márketing aparte, "The Blair Witch Project" es un experimento inquietante y muy logrado.


Comentario:



M. Torreiro,del Diario 'El País' se sumó en su momento al interés generalizado y afirmó en el periódico que "su terror funciona y que su promoción por internet era innovadora". Si a ello añadimos que el proyecto costó cuatro millones de dólares, la cuestión da mucho, pero que mucho que pensar.

El hombre, con su trabajo ha hecho evolucionar las artes y las letras a los largo de los siglos, desde que adquirió la posición erecta, y hay cosas que hoy creemos que han sido conocidas desde muy antiguo, (especialmente los adanistas), como la perspectiva geométrica o aérea que costaron mucho de entender por grandes pintores a lo largo de la historia. El cine, en su intento de emular el mito de Frankenstein (hay bibliografía muy extensa sobre el tema, con autores consagrados como Noël Burch y su obra 'El tragaluz del  infinito', por elegir un autor que 'nos viene al pelo'), ha luchado para mejorar esa imagen que nacía como muerta a los ojos de Maximo Gorki, sin color, sin voz, sin armonía, hasta construir una diégesis cinematográfica o una mímesis de la realidad, según los intereses de cada cual. Hay quien cree que lo clásico se asocia a la clase, algo que algunos atribuyen a la tradición culta y otros la rechazan precisamente por eso; unos y otros se equivocan: lo clásico es lo comúnmente aceptado y digno de ser imitado. Es cierto que, en determinados momentos grandes artistas han necesitado ultrajar obras de arte sacralizadas, como hizo el movimiento Dadá con pintores de la categoría de Duchamp, uno de los fundadores del futurismo que enseñó al hombre a representar el movimiento. También en el cine realizadores de la categoría de Lars Von Trier, Thomas Vinterberg o Susanne Bier, al firmar su manifiesto Dogma 95, como hicieron todos los -ismos de principios del siglo XX  (impresionismo, cubismo, dadaismo, surrealismo...) intentaron cuestionar, desde un posicionamiento intelectual valores culturales firmemente cimentados, intentado zarandear las conciencias con el escándalo y obligar a los hombres a pensar. Así fue recibido por la gente de la cultura y es sorprendente el grado de modernidad y de provocación de los que militaron en estos movimientos de revolución estética.

Lo que está ocurriendo con la música y el cine es algo bien diferente. En muchas ocasiones las masas se revuelven contra los mitos, especialmente si los idolatrados han salido de sus propias filas (se acepta mejor el éxito de los poderosos), y la creación por parte de científicos y tecnólogos, cuyos intereses son muy diferentes a los de escritores, músicos, pintores o cineastas, y todas las ramificaciones de creadores que giran a su alrededor, situación que permitió durante el siglo pasado que toda clase de cámaras, vídeos, teléfonos móviles con cámara incorporada, grabadoras...facilitaran la descarga de todo lo  que circulaba por la red, que se iba desarrollando y retroalimentándo paralelamente de estos inventos y viceversa. Primero fue Napster, que acabó con la música, tal y como se conocía hasta entonces, aunque no con los grandes negocios, a los que incluso interesa hoy subir gratuitamente sus productos a la red, compensando la pérdida con el aumento de ganancias por la subida de precio del producto físico que van a adquirir los fetichistas y coleccionistas, para los que se realizan colecciones cada vez más caras. ¿ Quién ha perdido? El de siempre, el más débil. Pero eso es agua pasada y ya se discutió bastante cuando tocaba, lo difícil es hacernos tragar que un proyecto como el de la Bruja de Blair haya costado tanto dinero (me da igual un extremo o el otro del abanico de las cifras que se dan), haya llegado a Cannes o a Sitges, y haya hecho millonarios a sus creadores, con un bulo tan burdo como el de que la película era un material hallado en un bosque, perteneciente a tres jóvenes que habían desaparecido para siempre jamás, para descubrir después que tan solo era un producto más de un género que se llama 'metraje encontrado' o falso documental.

Todos conocemos la gran afición de los jóvenes por el cine de terror, uno de los géneros más interesantes y que da pie a las metáforas y símbolos sociales más ricos y variados; que hurga en nuestros temores, el más importante de los cuales es el temor a la muerte, entre otras razones porque aunque vivimos, según Enrique Tierno Galván, como si fuéramos inmortales, todos sabemos que, tarde o temprano, la Parca llamará a nuestra puerta; ese miedo cuando ronda en torno a niños o jóvenes es estremecedor, de ahí que se haya hecho temblar a millones de espectadores con juguetes, dibujos infantiles o lápices de colores. Todos hemos visto también de qué son capaces, -no ahora, sino hace más de quince años cuando se hizo este film-, nuestros jóvenes con una chapucera super 8, un móvil y un programa pirateado en la red, que distribuyen en Youtube con muy escasa fortuna, aunque los resultados artísticos, estéticos e incluso discursivos son en muchas ocasiones bastante mejores, (hablamos de los que se lo toman mínimamente en serio ). ¿Con qué altavoz de lanzó al mundo el bulo de 'El Proyecto de la Bruja de Blair'? Quien trabaja en la red sabe lo que cuesta hacer un producto viral y lo rápidamente que lo consiguen compañías como la MTV ¿Recordamos 'Amo a Laura'?

En resumen, si verdaderamente esta película hubiera seguido la trayectoria que se nos cuenta, sin más apoyos que los de sus propios creadores, yo me sentiría muy preocupada. A mí no me ha interesado y menos impresionado, y menos aún me ha dado miedo oír gritar a una chica todo el rato que tiene miedo, ni la casa final, por muchas manitas que le hayan pintado, o por el hecho de que esté abandonada y medio derruida. Si después cineastas consagrados han decidido seguir la senda del dominguero como se hizo hace veinte años, estamos con las mentes abiertas para aceptar cualquier opción estética, como lo estuvimos en 1995 con Lars Von Trier, Vinterberg y todos los que decidieron filmar como si salieran de una juerga de toda la noche sin apenas poder mantener el equilibrio. También hemos disfrutado con las barbaridades de Jaume Balagueró y Vicente Plaza o las aberraciones de Paranormal Activity; tras el ejercicio de estilo innovador y provocativo, todos volvieron a demostrar que saben hacer cine y que aquello estuvo bien como azote a una sociedad dormida, a la que despertaban con temas perversos y desoladores, como el abuso sexual de los padres sobre sus hijos menores o la pena de muerte.

Queda pues claro que no nos tragamos el burdo relato de un marketing tan elemental, que supera en terror a la propia película. Una ligera visita a Wikipedia nos informa de que Daniel Myrick no era un jovenzano que se divertía haciendo vídeos y distribuyéndolos en la red, sino que es un graduado de la Universidad de Florida, que trabajaba como editor de vídeos comerciales musicales, que dirigió la promo del Festival de Cine de Florida de 1997, donde conoció a John Pierson, el  gurú del cine independiente, que como podemos observar  es simplemente un género más, que depende en gran medida de las decisiones estéticas y comerciales de este señor y no de la voluntad de sus creadores. ¿Y después de esto qué?  Pues que Myrick no es ni Carpenter, ni Craven, ni Cronenberg, ni Kubrick, ni..., y que ha hecho películas de terror que no han interesado demasiado a nadie. Hay que reconocer, sin embargo, que el estudio de la sensibilidad de los adolescentes del momento, que creían que estaban cambiando el mundo y estaban haciendo rico a un señor que hizo una película con dos dólares y sacó varios millones, es una prueba más de la impotencia del ciudadano ante los grandes poderes económicos. Quien paga de su bolsillo el placer de ir al cine a ver una buena película, merece que se lo tomen en serio.


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