Círculo de la muerte. Richard Loncraine.











Ficha técnica:


Título original: Full Circle. (The Haunting of Julia)
País: Estados Unidos.
Año: 1977.
Duración:

Durección: Richard Loncraine.
Guión: Dave Humphries, adaptación por  de Harry Bromley Davenport de la novela 'Julia' de Peter Straub.
Director de Fotografía: Peter Hannan.
Música: Colin Towns.
Edición: Ron Wisman.
Director artístico: Brian Morris.

M & Famous Players Ltd.aquillaje: Dickie Mills.
Peluquería: M. Samuel.

Productores: Peter Fetterman y Alfred Pariser.
Productor asociado: Hugh Harlow.
Productor ejecutivo: Julian Melzack.
Compañías: colaboradoras: Fetter Productions Ltd.- Classic Film Industries Ltd.Canadian Film Development Corporation. Derechos reservados para The Montreal Trust Company.


Intérpretes:

Mia Farrow: Julia.
Keir Dullea: Magnus
Tom Conó: Mark
Jill Bennett: Lily,
Robin Gammell: Mr. Swift,
Cathleen Nesbitt: Mrs. Rude,
Anna Wing: Mrs. Flood,,
Edward Hardwick: Capitan Winter,
Mary Morris: Mrs. Brandon,
Pauline Jameson: Mrs. Branscombe,
Peter  Sallis: Mr. Branscombe
...

Sinopsis:


Una joven mujer que ha sufrido hace poco la muerte de su hija pre-adolescente por causas accidentales y que ha tenido que tomar una decisión complicada, para tratar de escapar del dolor,  se muda a una casa nueva, pero allí descubre la presencia invisible del fantasma de una niña, que asesinó hace mucho tiempo a otro niño...

Tras una primera secuencia muy dura, vemos a Julia Lofting ingresando en su nueva casa fuera en Londres, para vivir su duelo y escapar de su marido dominante, Magnus, y con el objetivo de comenzar una nueva vida tras la muerte de su hija de nueve años de edad, Kate, que aparenta más años en el film. En su nueva residencia comienza a sospechar que no está sola, por lo que en ella se  lleva a cabo una sesión de espiritismo en la que participa su propia cuñada y un amigo

Comentario:


Una nueva versión de 'La semilla del diablo' protagonizada por una ¿psicópata? ¿racista? ¿feminista castradora? El mal nunca muere, es un poliedro, en este caso irregular,  que presenta mil caras.



La película es la adaptación de una novela. 'Julia', publicada por Peter Straub en 1975, que camina por los derroteros de lo sobrenatural, publicada por Fue Coward, McCann y Geoghegan, adaptada al cine en 1977 por Richard Loncraine, la opera prima de un autor que en los últimos tiempos ha conseguido colocar en un buen lugar en el ranking su comedia 'Ático sin ascensor', protagonizada por Morgan Freeman y Diane Keaton. El film del que hablamos fue protagonizado por Mia Farrow.. cinco años después que protagonizara la obra maestra de Polanski, 'La semilla del diablo'. De acuerdo con la impresión que sacan los lectores  estadounidenses  de la novela, tanto en el libro como en el film son el preámbulo y la conclusión las partes climáticas, esenciales de una historia que no puedes dejar de leer/ver, aunque a mitad del metraje estés tentado de hacerlo. La película no se ha remasterizado, ni tan siquiera se ha cuidado y el hecho de esa apariencia velada, unida a una serie de secuencias aburridas, carentes de información, de significado o de algo parecido a lo que sugiere el título, casi anima al espectador a abandonar el visionado, cosa que a mí me ocurre muy pocas veces, con la excepción de la magna novela de Almudena Grandes, 'Malena es un nombre de tango', que dejé de lado en la página 400, harta de historias de señoras y plebeyas, y cuando, por fin, vi la película hasta que aparecía la palabra 'end', no sin sacrificio, entendí que había cometido un error: toda la sustancia se concentraba en las cien páginas que no había leído, que dejaban un poso amargo.

A partir de aquí spoiler. (De verdad)


No sé si tendrá alguien la suerte de encontrarse con este film de 'terror' realizado en 1977 por Richard Londraine, muy influenciado, sin duda alguna, por 'La semilla del diablo' de Roman Polanski (1968), en unos momentos en los que el marco teórico del constructo de género no estaba muy desarrollado. Cuando Julia comienza a investigar en torno a la casa que ha adquirido, en la que ocurren cosas extrañas, algunas de las cuales son explicadas por sus propios protagonistas, que son los primeros spoileadores de algunos fenómenos extraños, descubre que un niño alemán había sido asesinado en un parque y que había pagado por ello un pobre vagabundo, y, a pesar de que todos sabían que este hombre era inocente, el terror sellaba sus labios. La conclusión que saca el espectador es clara: lo han matado los niños ingleses para vengar la muerte de compatriotas a manos de sus verdugos germanos. Nada más lejos de la realidad. La niña cuyo fantasma ronda la casa es una feminista radical que encandila a los jovencillos con su belleza, haciéndoles cometer toda clase de  tropelías que tienen que ver con la matanza de seres indefensos, generalmente animales pequeños. Ella se reserva la caza mayor: la castración, después de su asesinato, del alemán, cuyo pene enseña a su madre, que decide acabar con la maldad que representa. Quizá hoy no se hubiera podido hacer una película así, pero en el  aire queda la duda: todos los que mueren son hombres, con alguna excepción importante, que nos hace dudar sobre todas las posibles caras que presenta la maldad en estado puro, o si incide  en una de las caras del prisma en concreto. Pero hay que aguantar hasta el final de un film en el que Loncraine cree que se genera mayor inquietud con el silencio que con las bandas sonoras estridentes, pero hay que advertir que debió medir mejor los tiempos y las ocasiones.  Y no lo hizo.


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