La gardenia azul. Fritz Lang.








Ficha técnica:


Título original: The Blue Gardenia.
País: EE.UU.
Año: 1953.
Duración: 88 minutos.

Dirección: Fritz Lang.
Guión: Carles Hoffman, basado en una obra de Vera Caspary.
Director de fotografía: Nicolas Musuraca; Fotografía: Charles Hoffman.
Score musical: Raoul Kraushaar; canciones de Nat 'King' Cole.
Edición: Edward Mann, A.C.E.
Director artístico: Daniel Hall.
Sonido: Ben Winkler.
Efectos especiales: Willis Cook.

Maquillaje: Gene Hibbs.

Producción: Alex Gottlieb.
Compañias: Warner Nross Pictures.


Intérpretes:


Anne Baxter: Norah Larkin de Bakersfield.
Richardo Conte: el periodista  Casey Mayo.
Ann Sothern: Crystal.
Raymond Burr: Harry Prebble.
Jeff Donnell: amiga de Norah.
Richard Erdman: fotógrafo Al.


Sinopsis:


Filme basado en 'Gardenia', un cuento  de Vera Caspary. Una mujer, (Ann Baxter), es acusada de asesinar a un hombre, Harry Prebble (Raymond Burr), y un columnista, Casey Mayo, (Richard Conte) se presta a sacarla del apuro, aclarándolo todo.

Comentario.


Para entender el filme de Fritz Lang hay que conocer el contexto en que fue realizado, pues en caso contrario se nos puede escapar su esencia. El director, de origen austriaco, que comenzó su carrera en Alemania,  huyó de este país la misma noche en que Goebbels, ministro de propaganda nazi, le ofreció hacerse cargo de los estudios UFA. En 1953 le tocó enfrentarse a un nuevo reto,' la caza de brujas' iniciada por el senador McCarthy, que limitaba la libertad de expresión de los cineastas y favorecía la delación de ciudadanos medios americanos, celosos de impedir el desarrollo de ideas 'comunistas' en su país. La mujer había avanzado algo, y  en la película vemos a Norah y sus amigas, tres telefonistas  que comparten piso y se desenvuelven de forma excesivamente ingenua. Es lógico que los jóvenes de hoy se sientan abrumados por esas mujeres tan repeinadas y maquilladas, de labios pintados excediendo el perfil natural  y con vaporosos vestidos, que las hacen parecer mucho mayores de lo que son, pero hay que hacerles entender que las cosas no han sido siempre como ellos las viven ahora, que la sociedad  progresa constantemente, y que todos debemos algo a los que sentaron las bases intelectuales de este desarrollo.


Noël Simsolo sitúa  La Gardenia Azul  en un lugar sintético  entre la bruma de un universo mental y una realidad crítica. Maurice Scherrer, en  un artículo en Cahiers du Cinema, Un realismo malvado, resume el tono de la película:

Quizás no se trate de Lang, tal y como lo concebimos habitualmente; en todo caso es el mejor Becker, o quizá un extrañísimo De Sica. Fritz Lang batiendo al neorrealismo  en su  propio terreno.

Noél Simsolo  resume la intención crítica del cineasta austriaco:

The Blue Gardenia, tomada de un cuento de Vera Caspary, es una radiografía de la situación de las mujeres solas en la sociedad americana de la época. Una historia policíaca sirve a Lang para señalar con el dedo el imperio alienante de los medios de comunicación, mostrar a los machos cazando muchachas, jugar con los duplicados y las mentiras en una estructura asombrosa de  un rigor implacable y marcar su rechazo por la delación en pleno periodo de la 'caza de brujas'.

Este espíritu es evidente en  La carta de Casey Mayo a una asesina desconocida, que escribe el columnista en su periódico buscando una exclusiva, y que genera confianza en Sarah que acude a una cita en un bar que se convierte en una trampa letal para la joven. En un  contexto que contribuye poderosamente a la construcción de la diégesis cinematográfico de un relato de la década de los cincuenta, con máquinas tragaperras de sobremesa, en una de las cuales escuchan Gardenia azul de Nat' King'  Cole, pañuelos con encajes, que identifican a la sospechosa, en lugar del clinex impersonal de usar y tirar, la cámara presta atención a un camarero que lee el periódico que incluye la carta de Casey  y mira de reojo a la pareja  constituida por el periodista y la presunta asesina, advirtiendo al espectador de sus intenciones delatorias.

La protagonista no es un icono de la femme fatale ni de la  americana independiente, sino de una  empleada sin glamour ni voluntad, presa fácil de los hombres a causa de su ingenuidad, incapaz de tomar las riendas de su destino. Se le acusa falsamente de un delito, que no recuerda haber cometido, a causa de un desmayo que sufre durante el  intento de violación por Harry Prebble, pero no aprende la lección y cae de nuevo en las garras de un periodista sin escrúpulos, que no se diferencia demasiado del hombre asesinado. La realidad sombría y oscura es suplantada por su sueño del amor romántico, o 'mal amor' para algunas antropólogas, de una mujer que sufre su primer desengaño cuando el hombre del que está enamorada le anuncia por carta  que se va a casar con otra, el día de su cumpleaños en el que vestida de tafetán y con zapatos de ante negros, cena en solitario ante una mesa engalanada con la foto de su amante iluminada por una vela.

La película prescinde de todo idealismo social y amoroso, y según Simsolo, aunque se rompan los espejos, nadie pasa al otro lado. Un final forzado y un tanto maniqueo libera a Sarah de las garras de la sospecha, recayendo la culpa en una mujer menos agraciada y más desempoderada por un  amor hacia Prebble que la debilita, pero la echa en brazos del taimado periodista. La música de Robert Schumann se convierte en un indicio para la resolución del caso; Nat  'King' Cole para enamorar y  Schumann para decir adiós.




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