La mujer de al lado. François Truffaut.








Ficha técnica: 


Título original: La femme d'à côté. 
País: Francia. 
Año: 1981. 
Duración: 106 minutos. 

Dirección: François Truffaut. 
Guión: Jean Aurel, Suzanne Schiffman y François Truffaut. 
Dirección de Fotografía: William Lubtchansky; Alain Venisse. 
Score musical: Georges Delerue. 
Montaje: Martine Barraqué. 
Script: Christine Pellé. 
Dirección artística: Jean-Pierre Kohut-Svelko. 
Sonido: Michel Laurent y Jacques Maumont, Daniel Couteau y Michel Mellier. 

Vestuario: Michèle Cerf. 
Maquillaje : TThi Loan N'Guyen. 
Peluquería: Catherine Crassac

Productor: FranÇois Truffaut. 
Director de producción: Armand Barbault. 
Administrador de producción: Jean-François Lentretien.  
Diseño de producción: Jean -Pierre Kohut-Svelko.
Compañía Productora: Les Filmes du Carrosse. 

Intérpretes:


Gérard Depardieu: Bernard Coudray, 
Fanny Ardant: Mathilde Bauchard, 
Henri Garcin: Philippe Bauchard, 
Michele Baumgartner: Arlette Coudray, 
Roger Van Hool: Roland Duguet, 
Verónique Silver: Sra. Odile Jouve, 
Philippe Morier-Genoud: Doctor. 
Olivier Becquaert: Thomas Coudray. 
Philippe Morier-Genoud, Nicole Vauthier, 
Muriel Combe, Olivier Becquaert. 


Sinopsis: 


Un drama de amor y pasión, mágico y sensible - que se resumiría en la frase "ni contigo ni sin tí", que pronuncia como epílogo Odile Jouve (Verónique Silver)-, una película en la que Truffaut trabaja por primera vez con Fanny Ardant, a la que había descubierto en una telenovela y que a partir de ese momento se convertirá en su musa y compañera. Penúltima película del director, realizada tras "El último metro", en la que construye el relato alrededor de la interrelación entre dos parejas. El film trata la historia trágica de un hombre y una mujer , antiguos amantes, que se reencuentran en una pequeña población, cerca de Grenoble, Mathilde Bauchard (Fanny Ardant) y Bernard Coudray (Gérard Depardieu). A pesar de que ambos están casados, no pueden evitar volver a vivir un romance  

Comentario: 

Cuando toda actividad decae a causa de la canícula, y los que todavía tienen algún poder adquisitivo olvidan que hay quien ni puede moverse de su casa, no está de más volver la vista a uno de los cineastas más entrañables de la historia del cine y animar a quien no goza de vacaciones a buscar el film y abrir esta ventana al mundo, la de las relaciones de poder en la pareja, de que hablaba la escritora feminista británica Fay WeldonFrançois Truffaut fue un hombre que amó apasionadamente, hasta la locura, que nos dejó películas inolvidables, que sacó a Alfred Hitchcock de la lista negra del blockbuster (les quedaba mucho por ver a los haters del momento) y dio un espaldarazo a Steven Spielberg en 'Encuentros en la tercera fase', un film de ciencia ficción, en el que aceptó un papel relativamente importante en 1977, cuando ignoraba que la muerte iba tras él y que lo alcanzaría 7 años después, en forma de tumor cerebral,  cuando tan solo tenía 52 años.
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El autor de 'Los cuatrocientos golpes' (1958/59), un film autobiográfico que protagonizó el pequeño Jean-Pierre Léaud, su alter ego,  que lo acompañó hasta la edad adulta en la serie de películas cuyo protagonista era Antoine Doinel, que comenzó con 'Besos robados', y se adelanto varios años al experimento del director de la trilogía de "Antes del amenecer, atardecer y anochecer", Richard Linklater , que repitió el experimento en Boyhood, el año 2014.  En 1981 aparece el francés con este interesantísimo film sobre la imposibilidad de la pareja, (tema preferido de Bergman) que se resume en la frase lapidaria de Odile Jouve, un personaje víctima de una historia de amor que acabó mal, testigo de los conflictos de las parejas que acuden al pequeño club de tenis que regenta: "Ni contigo ni sin tí". Como ocurre con frecuencia en el cine de Truffaut, las fuertes siempre son ellas, -algo no extraño en un hombre enamoradizo, que incluso tuvo que ser ingresado cuando lo abandono Catherine Deneuve  para formar una nueva pareja con el gran Marcelo-, tanto cuando pecan como cuando perdonan; los hombres son como un juguete en sus manos, carentes de voluntad propia cuando se les tienta con el sexo. Algo parecido afirmaba una amiga progre y feminista, ya desaparecida, que defendía al hijo inmerso en una relación tóxica y tormentosa. La pareja de su vástago le echaba en cara su actitud y ella contestaba: "es que en esta relación la mujer es mi hijo'. Truffaut era un hombre de izquierdas, un apasionado que parece que no supo controlar sus pasiones.





Las dos hermanas, Françoise Dorléac y Catherine Deneuve amaron y fueron amadas por Truffaut

La historia la protagonizan dos mujeres,, la esposa y la amante apasionada que siempre ha jugado ese papel. No sólo cuando reaparece y encuentra a Bernard con una familia constituida por su mujer y un niño, y otro que viene de camino; su 'amor' es tan antiguo como su despertar a esta emoción. Ella entra en su vida, como la vecina de al lado, sin concesiones, pero le rechaza del mismo modo cuando siente que la relación no tiene sentido, pero luego lo vuelve a reclamar y al final decide por los dos. No es ni un amor fou, ni una relación extraconyugal, sino una pasión mantenida en el tiempo, anterior al vínculo matrimonial de ambos, que despierta cuando los amantes se sienten cerca; el delirio es tan grande como el que experimentaba Teresa de Jesús, y que volcó en estos célebres versos: "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero." 

Cuando Bernard intenta retener a Mathilde e impedir que escape con su marido en viaje de novios, ninguno de los dos evita el escándalo monumental en un pequeño pueblecito residencial de siete u ocho casas. El hombre permite que su ardor irreprimible se desborde delante de su mujer y su hijo; ella se revuelve como si sufriera el ataque más feroz de un violador, dando prioridad a las convenciones sobre los sentimientos, y forcejeando con Bernard en el mismo patio donde se reúnen los invitados a esta pequeña fiesta. Una actitud caprichosa, ya que ambos eran expertos en acercamientos en cualquier rincón de sus casas , en presencia de los consortes. No es el amor fu o loco, que enloquece para luego desaparecer, es una pasión malsana que nunca se acaba porque se basa en la lucha por el poder en la pareja, y sólo hay una forma de equilibrarlo. La pareja de Bernard y Arlette es un matrimonio de conveniencia, que da estabilidad, felicidad sin grandes pasiones, e hijos, todo ello en un ambiente plácido y natural, una calidad de vida en casas bien acondicionadas; las mujeres trabajan en casa, y los hombres tienen los empleos importantes: controladores aéreos o de buques. Tras una vida plácida, confortable y muy envidiable se esconden pasiones propias de una tragedia griega, que no cabe en un marco tan placentero.


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