La seducción. Comentario.









UNA SEDUCCIÓN  PERVERSA VISTA POR UNA DIRECTORA DE MUJERES



Ficha técnica, sinopsis, fotografías, cartel y trailer (Pinchad aquí).


COMENTARIO::


Consciente de que construye su discurso robándole información significativa al espectador mediante una iluminación deficiente, con la que Coppola, con una actitud pretenciosa de auteur, le deja prácticamente a oscuras en las secuencias dramatizadas, que se contraponen a otras cargadas de simbolísmo, parece inspirarse en el misticismo propio del Malik más casposo y con pretensiones de transcendencia, una decisión que aleja la película del tremendo atractivo de 'El seductor' de Don Siegel, aparentemente más sencilla pero  verosímil, incisiva y caracterizada por una potente narración de los hechos, que demuestran, sin histrionismos, la perversión y la maldad de estas mujeres sureñas, creyentes y, a la par, embargadas por las represiones de quien ha sido educada en un estricto sistema patriarcal, acostumbradas a respetar las convenciones propias de unas señoritas que, sin embargo, se desmelenan cuando cae entre sus manos un hombre joven y atractivo, un herido de guerra desempoderado al que pueden manipular. Hay que agradecer a Sofia  el  que se enfrente, como mujer, a un tema tan oscuro y tan poco favorable a las féminas, que compensa con una reacción exagerada e incluso risible a las agresiones por parte de un hombre, interpretado por Colin Farrell, sometido a unas torturas que le hacen actuar como un verdadero macho, o, al menos, como un hombre visto por las mujeres. Las chicas, rodeando a la matrona, ataviadas con trajes de seda de color pastel, construyen, por un instante, la imagen propia de la cineasta que todos esperábamos ver.

Las secuencias de las pasiones ahogadas y reprimidas que se liberan al anochecer y desatan el conflicto, alternan frecuentemente con contraplanos muy oscuros, no en la forma, sino en el significado: el frontispicio clásico de la institución, sostenido por columnas de orden jónico, iluminadas por el sol poniente, que mira a occidente (hacia lo que muere), o por zonas entre boscosas y ajardinadas que dejan pasar los rayos del sol, y que al elevarse al cielo se convierten en una oración. Las cámaras mirando hacia las copas de los árboles, pretenden transmitir al publico un misticismo difícil de explicar, entre otras cosas, porque no parece tener demasiado sentido cuando actúan como conectores entre las partes del relato. Los estados sureños tenían poco de espirituales e idealistas y mucho de pragmatismo económico de un sistema que basaba su fuerza productiva en la esclavitud. La mujer, en este constructo patriarcal, estaba absolutamente sometida, pero la guerra le da un respiro, e intenta aprovechar la circunstancia de que aparece en sus dominios un hombre joven desempoderado. El conflicto surge cuando todas ellas luchan por el ideal del amor romántico, que exige una relación monógama, que les impide compartir intelectualmente al hombre, y que sólo encuentran una forma de restablecer el antiguo equilibrio. El film de Coppola debe enfrentarse a un reto que no supera: la comparación con 'El seductor' de Don Siegel, interpretado en su día por un joven Clint Eastwood, que evita alguna imagen escabrosa, pero profundiza más en la perversión de estas mujeres conservadoras que contrasta con la mejor naturaleza del sargento yanqui.


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