Personal Shopper. Olivier Assayas.





Ficha técnica, premios, sinopsis, lo que se dice, cartel y trailer. (Pinchad aquí)


Crítica:



La prensa ha acogido con beneplácito, y algún que otro tropezón, el film del sobrevalorado cineasta francés Olivier Assayas (Paris je t'aime, 2006; Carlos, 2010; Sils Maria, 2014 ...), y lo cierto es que no se le puede negar que ha sido original a la hora de construir un relato que no sólo es difícil de encasillar en un género, lo que ha permitido a sus  críticos hablar de cierto eclecticismo entre lo gótico y la frivolidad más actual, tanto, que muchos desconocen la existencia de la nueva profesión, 'Personal Shopper', que desempeña la protagonista y da nombre a la película, una actividad que consiste en pasearse por las tiendas de lujo y comprar ropa y complementos para una joven rica que no tiene tiempo para estas minucias. Ver a Kristen Stewart vestirse y desvestirse, probarse trajes eclusivos y tacones altísimos, combinados con la indumentaria de una joven de hoy que se traslada en moto por París, es una idea suficientemente atractiva para una juventud cuyo núcleo ideológico se basa precisamente en este tipo de actividades, si bien de low cost.

Paralelamente, y de la forma más superficial, la joven que padece una patología cardiaca, una enfermedad que ha matado a su hermano, está obsesionada por comunicarse con él en el más allá, ya que ambos, para mayor abundamiento son mediums. Aquí aparece lo gótico, en la casa en la que vivía Lewis con su joven esposa, un caserón con paredes revestidas por papeles pintados, oscura, rodeada de un jardín abandonado, en la que Maureen tiene una experiencia extrasensorial, aunque no la deseada. El tercer elemento en juego, que adquiere gran relevancia, es el teléfono móvil como medio de comunicación por excelencia entre las nuevas generaciones. Fuera de estas grandes líneas argumentales se van jalonando algunas situaciones que no tienen una explicación lógica ni un mínimo de coherencia con el relato.

Cuando termina la exhibición de la película no se siente ni frío ni calor. Olivier Assayas nos ha entretenido viendo a la Stewart ir de aquí para allá con su moto entrando en tiendas de lujo, chateando en su móvil o convocando espíritus, esto último en contextos de suma oscuridad que no dan oportunidad al espectador de sentir el más leve estremecimiento, colocándose en un terreno en el que, si bien la sociedad moderna no parece el terreno más abonado para la proliferación de fantasmas, él no encuentra el tono adecuado, algo que sólo pueden hacer mentes perversas como James Wan, David Robert Mitchel Gil Kenan y otros, herederos de los maestros del slasher  y el cine de terror chino. El acercamiento del cineasta francés a  estos géneros resulta superficial y tímido, y desde luego, muy poco verosímil.

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