Dom Hemingway. Crítica.





LA LLAVE DE LOS POBRES



Ficha técnica, sinopsis, notas de producción, fotografías, cartel y trailer. (Pinchad aquí)



Crítica:

En tiempos de violencia no sorprende un film como el que dirige Richard Shepard en el que un  pobre hombre, ignorante y desempoderado, es empujado a la brutalidad más extrema, guiado por sus instintos primarios. Su actitud vital le lleva a perder lo poco que vale en la vida, su familia, su hija y el cariño de otras èrsonas. La supresión de la libertad, inexistente en la antigua Roma y muy retringida en los paises más civilizados, supone la mayor tortura que se puede infringir a un hombre, incluso al más rudo como Dom, al que nada puede resarcir la pérdida de un solo día de libertad, Este inidividuo recita una y otra vez su nombre en voz alta, la mayor prueba que puede darse a sí mismo de que existe, de que es alguien.

Para representar este papel y dar vida a este maníaco, Jude Law –nominado al Oscar en dos ocasiones, por Cold Mountain y El talento de Mr.Ripley-, se sometió a una completa transformación  y a la vez, paradójicamente, conmovedor personaje. Con una barriga de jugador de dardos, la nariz rota, patillas en forma de chuletas de cordero, una desagradable dentadura y una repugnante cicatriz que emerge bajo un sanguinolento ojo rojizo, está preparado para dar credibilidad al personaje.

Una vez más, Shepard concibe una historia criminal desde un punto de vista extremadamente original: el de un delincuente audaz, violento y vengativo, con una reiterada escasa fortuna, que personifica, sin embargo, todos los anhelos, las contradicciones y la desesperada angustia de la vida contemporánea. En una aventura que transita bruscamente desde una cárcel británica hasta el sur de Francia e implica un envite criminal donde la hombría de Dom se halla en juego, Shepard analiza al personaje en términos de definitiva paradoja del ser humano. Por muchos profanadores estragos que genere donde quiera que vaya, el espectador no puede sino esperar que, no obstante, e increíblemente, Dom encuentre la redención.

Cuando Dom sale de la cárcel, se dirige a la campiña francesa, a la villa del misterioso Mr. Fontaine, también conocido como “Ivan Anatoli”, (Demián Bichir) el fabulosamente rico jefe del crimen organizado que ha estado disfrutando de su fortuna mientras Dom languidecía en prisión. 

Si Dom Hemingway es grosero, escandaloso, frenéticamente poético, salvaje, divertido y cautivadoramente devastador, Richard Shepard quería que la historia fuera igual a nivel visual. El aspecto que imaginó para el filme prácticamente era el de una película de gánsteres anti-británica: no descarnadamente realista y gris, sino salvajemente libre, con explosiones de vivos colores, pura energía y destellos de la rabia contenida que nutre a Dom. Para lograr que visualmente el filme reflejara ese estilo de Dom, Shepard colaboró con el director de fotografía Giles Nuttgens ( Hijos de la medianoche, Agua ) y el diseñador de producción Laurence Dorman ( Me and Orson Welles), los cuales ya habían trabajado anteriormente con el productor Jeremy Thomas en la película Young Adam. 

Para dotar al film de la envoltura ambiental idónea  de la banda el realizador pensó en  Rolfe Kent, que ha escrito la música de muchas  de sus películas;  ha sido candidato a un Globo de Oro por su trabajo en la película de Alexander Payne Entre copas y  muchos lo  conocen, sobre todo, por su trabajo en la serie de televisión Dexter, por la que fue nominado al Emmy. Kent señala que la música experimentó diversas variaciones a medida que Shepard y él buscaban el contrapunto perfecto para la salvaje conducta de Dom. 

Uno de los momentos más desafiantes para Kent es uno de los más emotivos de la historia para Dom: cuando va al cementerio para, por fin, hablar con la esposa a la que había abandonado. “Es una escena que requiere un delicado y variable equilibrio entre el remordimiento y la esperanza que siente Dom”, señala el compositor. “Richard me hizo reescribir este fragmento musical varias veces en un intento de encontrar la manera ideal de dejar fluir la interpretación y administrar las desesperadas emociones que Jude transmitía prácticamente a flor de piel. Casi al final hay un atisbo del tema del reencuentro con Evelyn, un destello de que, después de todo, renace la esperanza y el afecto”.

Buena parte del aspecto visual de la película lo constituye la imagen de Dom, que fue producto de la colaboración entre Shepard, Law, el diseñador de vestuario Julian Day y la especialista en peluquería y maquillaje cinematográfico Wakana Yoshihara. Day creó una imagen para Jude de un hombre anclado en el pasado, gracias a la ayuda de un gran sastre: Murat Ozkan, de William & George Ltd.; ambos intentaban dar la imagen de que usaba un traje que no se había puesto en muchos años, pero que, merced al tipo de vida de auto-privación que ha tenido que llevar, puede meterse en la indumentaria de un hombre doce años más joven que él, aunque a causa del consumo de cerveza y whisky, le apriete en los lugares más inadecuados. "Todo eso va añadiendo capas al personaje y contribuye a contar la historia de un hombre fuera de su tiempo y absolutamente en la inopia respecto a su lugar en el mundo”, dice Law. Yoshihara alteró  los rasgos faciales del actor. Investigando acerca de varios famosos gánsteres del East londinense,  averiguó que muchos de ellos tenían la nariz rota y cicatrices en la cara, y quiso añadirle ese misterioso toque a Dom Hemingway. “Pensé que sería genial que el público se preguntara qué le había sucedido a Dom para tener esas cicatrices y esos peculiares rasgos”, explica. Law soporta un conjunto de prótesis dentales, hechas a medida, que le proporcionan esa peculiar sonrisa a Dom, así como un incómodo dispositivo por el que se le  ajusta trasversalmente una nariz rota . “Le pusimos dientes de oro, pero oro manchado de nicotina. Por lo tanto, cuando Dom sonríe, se puede apreciar cuántos cigarros se ha fumado en prisión”, dice Yoshihara."



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