El hijo de Saul. Lászlo Nemes.





¡LLEVAD  LAS PIEZAS AL HORNO!


Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice,  fotografías,  cartel  y  trailer.  (Pinchad aquí)



Crítica:


El hombre ha padecido cada cambio de ciclo económico que ha derivado en una crisis generalizada, originada en los tiempos modernos por el capitalismo financiero voraz, que se ha traducido en cierre de empresas, paro, destrucción y muerte.  Lászlo Nemes pone su foco en la Segunda Guerra Mundial, que provocó la  expansión alemana, que liquidó a pueblos enteros y arrasó los países que Hitler y sus ejércitos iban atravesando en pos de la idea de un imperio donde nunca se pusiera el sol, constituido por germanos. 'El  hijo de Saúl' aborda este tema y ubica su relato en un campo de exterminio, obligando al espectador a mirar de frente el holocausto y romper con la idea de que no hubo resistencia judía a su exterminio.

La filmación es un constante soplo en la nuca de Saúl, al que sigue allá donde va, como miembro de un grupo de presos que va a ser sacrificado pero al que se va a explotar mientras le resten fuerzas, obligándo a sus miembros a colaborar con las SS en la cremación de los suyos. Tratado como medio de producción, se le va a extraer el jugo y luego se le va a tirar como otra pieza más para alimentar el horno. Lászlo Nemes sigue con su cámara a  su protagonista, tomado generalmente en un primerísimo primer plano, ya sea de espaldas, de frente o de perfil, mostrando su labio herido, su rostro enjuto y su mirada triste pero contenida y ocultando a medias la cruz pintada en su chaqueta que lo señala como un cordero para el sacrificio, siguiéndolo en sus obligaciones cotidianas de rebuscar en los bolsillos de la ropa de los asesinados en las cámaras de gas cualquier objeto de valor que guardaran en sus ropas ahora innecesarias.

 Lászlo Nemes representa de la forma más dura la vida cotidiana en un campo de concentración nazi, en el que sobrevivir es una heroícidad que polacos, húngaros o checoeslovacos, pueblos que Hitler ansiaba tomar para su gran proyecto pangermánico realizan de forma instintiva. Salvar a un niño del horno crematorio se convierte en la gran heroicidad del hijo de Saúl, y, en caso de no conseguir su objetivo, enterrarlo como un ser humano, arropado por las oraciones de un rabino, aunque eso le cueste la vida. Conseguir su objetivo lo lleva hasta las mismísimas puertas del infierno, en un contexto que contradice en parte la idea divulgada por sus verdugos de que los judíos se dirigían al matadero como un rebaño de mansos corderos. Los judíos de  Lászlo Nemes lloran, tienen medio, intentan escaparse, tras frustrarse las conspiraciones contra sus enemigos, ya sean por medio de fotografías del genocidio que se estaba produciendo en los  campos para divulgarlas en el exterior o auténticas rebeliones armadas con fusiles que la resistencia hacía llegar a los presos. Un giro final muy duro permite conocer lo que el hermetismo de los presos no permite presumir a los espectadores.

Hoy publica un diario español, La Vanguardia, las soluciones habitacionales que ese 1% que controla los carísimos nuevos medios de producción (Andy Robinson, 'Un reportero en la Montaña Mágica')  intenta imponer a los consumidores de sus productos,  que constituyen el 99% de la población, sin los que sus empresas no pueden sobrevivir. Todos sabemos que libros, películas, discos, están más condenados a desaparecer que en el film 451 grados Farenheit de François Truffaut, condensando todos los conocimientos en una tablet, que junto con un teléfono móvil, un ordenador, una muda de invierno y otra de verano, constituyen todo lo que el hombre precisa para convertirse en la mercancía que los filósofos del siglo XIX pronosticaron . Aparentes nuevas soluciones recluyen a los hombres en tuberías, contenedores y otros espacios concebidos con funciones diferentes a las de albergar una vida humana. Ahora el sacrificio es aceptado como signo de modernidad y al parecer sin resistencia.






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