Geostorm. Crítica





Todos estaban avisados pero nadie escuchó. Subieron las temperaturas, los patrones de los océanos cambiaron y los casquetes polares se derretían. Lo llamaban fenómenos extremos...No sabían lo que era "extremo."


Ficha técnica, sinopsis,lo que se dice, cartel y trailer. (Pinchad aquí).



Crítica:



En otoño de 2017 un film, dirigido por Dean Devlin, nos recuerda que el calentamiento global y la desertización del planeta con todo lo que ello conlleva está ahí, y la amenaza continúa. Comienza con una voz en off de una niña que sitúa, (al final conoceremos su identidad ) al espectador interesado ante la catástrofe que se avecina: "A lo largo del año 2019, huracanes, tornados, inundaciones y sequías. Desataron una ola de destrucción sobre nuestro planeta. No sólo perdimos pueblos, o zonas costeras, desaparecieron ciudades enteras. El East River se tragó Lower Manhattan. Una ola de calor mató  dos millones de personas en Madrid..."

El film que dirige Dean Devlin participa de lo que se exige a un título del género en Estados Unidos para ser entretenido: que divierta a un público que pueda jugar con ese tren tan caro de que habló Orson Welles; en Europa, la Nouvelle Vague, interpretó la nueva forma de representación de la realidad, que avanza arrollando todo a su paso, porque a la información oral y escrita añade la visual, como un modo de crónica que va abriendo nuevas ventanas al mundo. El film participa de una y otra característica: informa y entretiene, algo que unos comparten y otros no, pero cualquier film es un documento del tiempos en que se inscribe, mejor o peor  construido: la colaboración fundamental se produce entre las dos potencias que dominan el mundo en la actualidad, China y Estados Unidos, y quizá en este orden.

Algunas de las catástrofes que representa se dan ya en la actualidad, si no con tanta virulencia, si con la suficiente como para, por lo menos, empezar a preocuparse, y el realizador plantea sin ambages la virulencia con que actúan ciertos grupos que no sienten piedad con colectivos a los que arrinconan hasta hacerles morir de hambre. La geotormenta está diseñada para defender sus 'paraísos vitales', lo que no es una historia aberrante. A medida que avanza el film crece la tensión, se exhiben máquinas espaciales que el hombre está muy lejos de poder desarrollar con la tecnología actual, y algunos toques divertidos. Utiliza un diseño de producción muy similar al que ponía en práctica el germano Roland Emmerich, el cineasta de Stuttgart afincado en Estados Unidos, pero ahora los críticos se quejan de que  Devlin es mucho más contenido, que aquel para el que construía guiones, o trabajaba como actor y productor. Una falta de unicidad del discurso que sorprende.


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