Todo va bien. Jean-Luc Godard-



OTROS TIEMPOS, OTRAS REVOLUCIONES.


Ficha técnica:


Título original: Tout va bien.
 País: Francia.
 Año: 1972.
 Duración: 95 minutos.

Guión y Dirección: Jean-Luc Godard, Jean Pierre Gorin.
Dirección de Fotografía: Armand Marco.
Música: Paul Beuscher
Montaje: Kenout Peltier y Claudine Merlin.
Decoración: Jacques Dugied.
Efectos especiales: Jean-Claude Dolbert y Paul Trielli.
Operadores: Yves Agostini y Édouard Burgess.
Sonido: Bernard Ortion, Gilles Ortion y Antoine Bonfanti

Productor delegado: Jean-Pierre Rassam.
Compañías: Gaumont.


 Intérpretes:



Yves Montand Jane Fonda Vittorio Caprioli Élisabeth Chauvin Castel Casti Éric Chartier Yves Gabrieli Pierre Oudry Jean Pignol Anne Wiazemsky


Sinopsis:


Francia post-mayo del 68. Un matrimonio en crisis en una sociedad en crisis, se ve atrapado en una fábrica junto al jefe de la misma con motivo de una huelga de trabajadores. Godard disecciona la estructura de la sociedad, del cine, el amor y la revolución- ¿Puede el amor sobrevivir a la revolución? Una batería de pensamientos inunda la película crítica hacia la sociedad y el cine moderno, que satiriza al mismo tiempo sobre la visión contemporánea de la historia. 


Crítica:



Cuando estamos a punto de ingresar en el mes de mayo de 2018 y se celebra el cincuenta aniversario de la revolución del Mayo Francés de 1968 volvemos la vista a atrás y reflexionamos sobre las diferencias que separan los movimientos sociales de entonces y ahora, apoyándonos en este film de Jean-Luc Godard.  La primera cuestión que debemos tener en cuenta es que la película se ubica en 1972, cuatro años después de los acontecimientos que la justifican; el cineasta francés comprometido en los hechos que relata nos presenta  una obra desencantada y derrotista, pero a la vez nos ofrece una reflexión que impedía la falta de perspectiva y la cercanía al hecho revolucionario, que dejó su huella en uno y otro bando, al posicionarse la inteligencia en uno de ellos, generando en el otro los complejos de los que tanto se ha hablado.






Las primeras imágenes son una advertencia clara de que hasta para hacer una película como la que Godard nos presenta, no una superproducción hollywoodiense, hace falta dinero. Los cineastas de la Nouvelle Vague, a falta de financiación, deben dedicarse a la publicidad, y los periodistas que acudieron a la Francia revolucionaria, (especialistas en izquierdismo), ahora no tienen de qué informar. La falta de objetivos y protagonismo intelectual incide en la pareja, mientras los sindicatos se ven en la obligación de ser rigurosos, ofrecer cifras desmovilizadoras a las que están acostumbrados en sus negociaciones con los empresarios y abandonar las consignas incendiarias, lo que les aleja de las masas.






Mientras, el comunismo se tambalea y el eurocomunismo no cuaja. Las mujeres se ven obligadas a compatibilizar su trabajo dentro y fuera de casa, y los obreros se quedan huérfanos de sus líderes burgueses que vuelven a su anterior estatus, abrazando el maoismo, la anarquía y toda forma de pensamiento que les permita seguir en su lucha contra los patronos al margen del PCF, al que han abandonado a su suerte los líderes más destacados.






Una puesta en escena que simultanea decorados múltiples, a modo de casa de muñecas, permite visionar al mismo tiempo acciones captadas por una cámara que se desplaza en sentido horizontal y vertical, lo que posibilita que el espectador siga los movimientos de los trabajadores amotinados, las reflexiones del empresario secuestrado y sus conversaciones con el cineasta y la periodista, entrevistas a los obreros o enfrentamientos con los sindicatos Favorece la reflexión de su público con efectos de extrañamiento y distanciamiento, como algún que otro canto, obreros pintando una pared, conflicto espontáneos, descripciones que buscan la empatía...







Como ocurre siempre la decadencia de un movimiento favorece el surgimiento de otro, desorganizado en principio, pero que poco a poco va tomando forma. La última secuencia nos muestra a un grupo de estudiantes en un gran superficie, Carrefur, incitando a la gente a no pagar los productos, mientras un miembro de PCF intenta vender unos libros del partido y sólo consigue el rechazo o la indiferencia; Godard capta con su cámara como nuevas generaciones asumen el relevo de partidos y sindicatos, con impulsos más anárquicos y menos organizados, que rechazan toda estructura de poder.


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