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LA POBREZA, HIJA DEL GENIO, BRILLA EN LA ADAPTACIÓN DE FEDERICO FELLINI


Crítica:


En este tiempo de verano en el que el mundo se relaja, las carteleras y las parrillas de las televisiones sacan del cajón productos inauditos, ha llegado el momento de leer un buen libro o ver la película de un cineasta clásico que nos ayude a entender el cine de hoy. Fellini es uno de estos realizadores, y, aunque Satiricón es un film célebre por su provocación, puede que muchos no lo hayan visto todavía. Hay mucho material en Youtube que nos puede favorecer el acercamiento a esta obra, que hoy os proponemos. En 2016, decíamos en un post lo siguiente:




















Federico Fellini lleva a la gran pantalla la obra cumbre de Caius Petronius Arbiter, al que Tácito llamaba 'El árbitro de la elegancia' (Arbiter Elegantiae)agnomen que se ganó gracias a los espectáculos espléndidos que organizaba en Roma en tiempos de Nerón,  una historia que, bajo los focos del excesivo cineasta, se convierte en un relato escandaloso. Satiricón narra las aventuras de tres jóvenes, dos estudiantes que sodomizan a un esclavo púber, un eromenos y a su vez funcionan como tales. Cuando  llega la ocasión se prostituyen con un viejo, un poeta, Eumolpo,  y  un rico, Trimalcion, entre otros golfos trileros que se buscaban la vida en la sociedad romana decadente, ofreciendo todo tipo de 'servicios' a los adinerados. Eumolpo, que funciona como la voz de una conciencia social inexistente,  es perfectamente consciente de que la pasión por el arte jamás ha enriquecido a nadie y que la verdadera revolución contra el buen gusto la protagoniza la avaricia, la avidez de dinero; echa de menos los tiempos en los que reinaba la virtud pura y simple y florecían las artes liberales; ahora, la vida de esclavos y señores discurría entre el vicio y las 'rameras', y la belleza residía en una olla de oro y no en los trabajos de Apeles o Fidias.




Fellini, un realizador que gusta de mostrar los elementos menos convencionales y que no se ajustan en absoluto a los cánones de belleza que impone la burguesía, hace un recorrido bizarro y probablemente más ajustado a la realidad del siglo primero de nuestra era de lo que pensamos, y si se le perdonó semejante irreverencia respecto a los valores de la sociedad italiana, (recordemos el desfile de ¿uniformes o hábitos? para los diferentes estratos de las jerarquías de la iglesia, desde la monja y el cura de a pie hasta el Papa), fue por su ideología conservadora. Pier Paolo Pasolini fue asesinado el día del estreno de Salo, el 2 de noviembre de 1975, y el film tuvo problemas de exhibición en Italia en particular y en Europa en general, por ser considerada un atentado a la moral y las buenas costumbres. El 20 de mayo de 1980, el diario 'El País', que nació en 1976, llevaba esta noticia: "Saló", la película maldita de Pasolini, estrenada en los cines comerciales españoles. en cuyo desarrollo daba cuenta de los problemas que había tenido su exhibición en nuestro país: " En España le cupo el honor de ser la primera película secuestrada por una orden judicial cuando ya había desaparecido la censura cinematógráfica previa, en 1978, aunque posteriormente el mismo juzgado levantó el secuestro por no considerarla pornográfica." Passolini era del Partido Comunista Italiano. 



Hay quien insiste en que Petronio observa la sociedad romana desde el punto de vista de las clases bajas, lo que quizá comporte un desconocimiento de cómo estaba constituida la sociedad en aquellos tiempos, dividida entre plebeyos (que los había ricos y pobres; Trimalcion es uno de ellos), y que eran fácilmente detectables porque sólo poseían el praenomen o nombre propio, y el de la familia o nomen, pero no disfrutaban de los tria nomina,  exclusivos de los nobles patricios como el propio Petronio. Pero la sexualidad de unos y otros no se diferenciaba; la relación homosexual entre hombres, (patricios o plebeyos) no estaba mal vista. Lo que degradaba al hombre era ser un eromeno, un joven que se dejaba sodomizar por un adulto o un anciano por dinero, (por un erastés o dominante en la relación). Y para revolcarse con un hombre o una mujer no importaba la clase, como todos sabemos, aunque es bien cierto que había cortesanas famosas, en cuyas casas se celebraban reuniones literarias, políticas o filosóficas y no caían en estos comportamientos tan sórdidos.




Petronio recoge en sus crónicas los excesos de las orgías romanas, en las que se comía,bebía y se producía todo tipo de desórdenes durante dos o más días, en los que los comensales, reclinados en sus triclinios, vomitaban para seguir bebiendo y comiendo, mientras los esclavos se encargaban de retirarles los pozales y devolvérselos limpios. El modelo de comportamiento, como nos recuerda Encolpio, eran los propios dioses o semidioses, Ganimedes, Apolo o Narciso, eran mitos que hablaban de amor y de uniones sexuales inimaginables. Unos excesos que se daban en mayor medida en las clases altas, por una sencilla razón: porque podían. Las propias madres, como la de Ascito, cuando llegó a los 18 años, en lugar de vestirlo con la toga viril, lo cubrió con una indumentaria de mujer, preparándolo para un recorrido más exitoso.



Nadie se libra de la mirada cínica y cáustica de Fellini, que cubre los rostros e sus personajes y los oculta bajo densas capas de maquillaje cuando son viejos, auténticas máscaras que esconden una fea realidad; los poderosos, como el propio Nerón, en cuya época se ubica el relato, prefería que lo amaran y respetaran como artista que como césar, y llamaba a los poetas hermanos y colegas. Es posible que, aunque no quiera ser explítico, Fellini nos esté contando los acontecimientos más importantes de la época en que vivió Petronio: el reinado tumultuoso de Nerón, 'el suicidio' involuntario de Séneca y su mujer, cuyos detalles de extrema crueldad se evitan, e incluso el terremoto que convulsionó en 1962 la Bahía de Nápoles, donde estaban los enclaves turísticos de las clases altas romanas de la época, como Cumas, Capri, Herculano o Pompeya; las dos últimas fueron arrasadas por la erupción del Vesuvio, cuyos temblores derriban las termas en las que se encuentra Encolpio. Si Petronio fue cauto al narrar, Fellini no quiere explicarse más. La mosca cojonera de los italianos tiene suficiente con dar una visión incisiva, satírica y muy mordaz de la sacralizada historia de 'la ciudad eterna' ahora llena de motoristas y paparazzis por las noches; sólo tenemos que recordar el humillante 'paso del Rubicón' y la estatua de César cagada por las palomas o el paseo triunfal de las ocas que jalonan su película 'Roma'.Un punto de vista del que no piensa  apearse y que llega al climax con el negocio que supone la religión, a través de la inquietante presencia del niño hermafrodita divinizado, uno de los capítulos más crueles del film.




Una película interesante y muy recomendable para aquel que no la haya visto y sienta placer con Fellini. Se puede ver completa, con subtítulos en Youtube.

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