12 años de esclavitud. Steve McQueen. Comentario



Comentario del blog.

12 años de esclavitud  es, por voluntad de  su creador, un acto de poesía de un cineasta que se formó haciendo vídeos; es difícil determinar si lo que amortigua este duro relato sobre la esclavitud en los estados sureños de Norteamérica es una imposición comercial en búsqueda de las añoradas estatuillas de oro o una marca de estilo. Lo cierto es que si no fuera por la forma agresiva con la que echa la cámara encima de los personajes, una edición arriesgada que pasa de un plano de detalle a otro general sin solución de continuidad, una banda sonora, tanto la música como el sonido, excitante, y un tratamiento  poético, inspirado en Terrence Malick, del paisaje, las más de dos horas de maltrato físico y psicológico de los esclavos negros serían francamente insoportables; el realizador muestra su consternación por el hecho de que las grandes tragedias hayan ocurrido en los lugares más hermosos. Los bufidos que se oyen en butacas contiguas indican que a algún espectador,  poco avisado, se le ha agotado la paciencia y no sólo por la brutalidad que se hace explícita en la pantalla, sino por pruritos ideológicos que finalmente se desbordan.

La película supone un análisis de la esclavitud desde todas las perspectivas,- económica, política y social-, del fracaso de la división de poderes,  casi desde  los tiempo de su formulación ideológica por los ideólogos franceses de la era de la revolución, así como el triste papel de la Iglesia cristiana en la defensa de los derechos del hombre, institución que ha seguido una trayectoria similar a la de Israel, (ambos son los ' pueblos' elegidos por Dios para entrar en el paraíso), que va desde el martirio del que fueron víctimas tanto en el pasado como en el presente, a desempeñar el papel  de los verdugos, ocupando este lugar en el  ara  del sacrificio."Creo que no es casual,- le dice Steve McQueen al periodista que le entrevista para Dirigido por..., Gabriel Lerman-, que se haya hecho esta película cuando en Estados Unidos hay un presidente negro."

El tema central del texto cinematográfico es el amor de hombres y mujeres a sus familias, en un contexto de esclavitud, que les permite sobrevivir a todas las vejaciones y a la violencia psíquica y física que  padecen a manos de sus verdugos; a través del sexo los hombres y mujeres se liberan, como la Señora Shore, la esclava que se ha casado con el dueño de una plantación y ya no debe trabajar, recogiendo el algodón, en ella, o se esclaviza como la señora Epps, dominada por sus celos y sus instintos, que hace recaer todo su furor en Patsey, la esclava sexual y laboral de su marido, a causa de su  atracción por ella y sus celos por ser la perdedora de este triángulo amoroso.

Aunque podríamos estar de acuerdo con Tomás Fernández Valentí, cuando sostiene que es mérito del guionista John Ridley, el haber sabido mantener un equilibrio a la hora de cargar las tintas en el maniqueismo, evitando que 12 años de esclavitud  se convirtiera en un panegírico de"negros buenos" y "blancos malos" (La odisea de Solomon Northup. Dirigido por..., Diciembre 2013), es igualmente cierto que el film constituye la más severa denuncia, pocas veces, o ninguna, vista en el cine, del poder de los señores feudales sureños, ante el que temen rebelarse los 'progresistas' de la época, ya sean  hacendados como Ford (Benedict Cumberbatch) que temen a sus propios capataces airados, o el carpintero canadiense Bass, un abolicionista interpretado por Brad Pitt, dos testimonios de  lo peligroso que podía llegar a ser, en vísperas de la guerra que acabaría con la esclavitud, oponerse al sistema; el coproductor (Pitt) se ha reservado para sí un papel breve pero fundamental, no tanto porque actúa como  pieza clave para la resolución del conflicto que había durado doce años, sino porque verbaliza ese temor, a pesar de que está dispuesto a correr el riesgo, no porque sea un placer ayudar a un hombre, sino porque es su deber.

Desde las primeras líneas del relato queda muy claro que, como ya denunciara Columela en la Roma clásica, el esclavismo no sólo era un sistema injusto, era además poco rentable: el abuso continuo de los señores en las personas de sus siervos, a los que con frecuencia despachaban de este mundo antes de haber amortizado la inversión que habían realizado en ellos, se unía a  la imposición de un trabajo carente de inciativa que convertía a estos hombres sometidos en máquinas parlantes sin voluntad y condenaba al fracaso este sistema cuando ya se había inventado la máquina de vapor y las serpientes de hierro, los raíles del ferrocarril, estaban a punto de serpentear por los desiertos americanos. Steve McQueen deja constancia de esta realidad, cuando Ford, acepta los consejos de su esclavo y le da cierta autonomía de gestión en el traslado de troncos a través de los ríos, que exigía menos esfuerzo humano y ahorraba tiempo, dos magnitudes económicas importantes. Este pequeño destello de capacidad intelectual ante quien sólo conoce la fuerza bruta, como el capataz John Tibeats (Paul Dano), traerá mucho dolor a Solomón, que ya ocultaba, aconsejado por otro esclavo, su dominio de la lectura y la escritura, como han ocultado su pasado laboral cientos de trabajadores en sociedades 'feudales' para no ser marginados en un mundo de 'señoritos' en el que está mal visto trabajar. Algo tan real como las historias que aborda el realizador británico. La revolución era, pues, inevitable.

La conclusión de esta historia deja constancia de que la división de poderes es, casi desde que fue formulada por Montesquieu, una quimera. La clase judicial siempre ha estado mayoritariamente del lado de la clase dominante, primero la nobleza, luego la burguesía, por lo que, a pesar de que se mostró documentalmente, en la vida real, que Solomon Northup era un hombre libre, secuestrado por contrabandistas negreros  y sometido ilegalmente durante doce años a esclavitud, nunca se consiguió castigar a sus captores. La existencia de la institución de la esclavitud, era en sí misma un riesgo para la libertad de los hombres, y si a ello se añadía un color de piel igual al de los que no gozaban de la condición de hombre libre la suerte estaba echada de antemano. Jueces, esclavistas y religiosos unían sus fuerzas para sostener una sociedad injusta, ineficaz económicamente, y cruel, que martirizaba a los hombres con la biblia en la mano,y que legitimaba el maltrato físicos de aquellos que no respetaran y obedecieran a sus amos.

El film se hace un tanto pesado por la elección estética del realizador, que insiste en la descripción de los detalles, a través de los cuales contrapone grilletes, rejas, muros, sexo a  otros que identifican al hombre como ser libre, entre los que cobran especial importancia las piezas necesarias para la escritura y  la música; el violín es filmado con precisión, hasta el más pequeño detalle de las clavijas que tensan sus cuerdas Estas imágenes alternan con planos generales de la potente y arrolladora naturaleza en la que se sustancia la tragedia. Su forma de hacer dilata en el tiempo las torturas, aunque las mitiga, pero, por primera vez en la historia del cine, Steve McQueen nos hace 'sentir' el poder de los hacendados del Sur, los republicanos de hoy, al que temían no solo los yankees del norte o los liberales de otros países, sino cualquiera de los suyos que osara cuestionar el sistema, como el personaje interpretado por Benedict Cumberbatch que se deshace de su esclavo preferido, el que aumenta su rendimiento económico y anima sus fiestas  y reuniones familiares con su música, por temor a un capataz humillado y ofendido, un subordinado libre que puede levantar  la furia de la sociedad conservadora del Sur, que ya se siente amenazada,  contra él. La crueldad de  Edwin Epps (Michael Fassbender), que obedece a patrones conocidos, está contrarrestada por una obsesión casi infantil de salirse con la suya y grandes dosis de dependencia de su dura esposa y del sexo con sus esclavos, de los que no respeta la edad; un señor respetado en su tiempo, un peligroso pederasta en la actualidad. En ambos casos un débil mental que se impone por medio del terror.



Comentarios

  1. Tienes mucha más razón de la que algunos puedan creer. Todo cineasta, como cualquier otro artista, busca satisfacer su propio talento y realizar una obra lo más bella y artística posible, pero al mismo tiempo, como señaló en su tiempo Arnold Hauser, en su 'Historia de la literatura y el arte', si éste no tiene función no se puede ni siquiera considerar arte. Pasado el tiempo si sólo buscas entretener con un relato violento (el público sabe disociar la sangre del kétchup y se divierte con el género de terror) sólo queda la violencia. Steve MacQueen conoce bien esta realidad y nos brinda un tremendo relato sobre la esclavitud, incluso tomando el ejemplo de un hombre libre como el protagonista, pero de color negro (todos tenemos color), nos hace más humanos y nos entretiene con un relato bien construido. Me alegro mucho de cambiar impresiones contigo. Un saludo.

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