El escritor. (The gosht writer) .Roman Polanski





En abril del año en curso escribíamos en nuestro blog, http://www.formacioenigualtat.blogspot.com, la siguiente reseña:

Roberto Cueto (Una doble mirada. Cahiers de Cinema. Abril 2010), examina con detenimiento en la última película de Roman Polanski, The Ghost writer, la política de autor del cineasta, de la que voy a extraer algunos fragmentos para seguir ilustrando los caminos que sigue la crítica cinematográfica de nuestros días.

Comienza su artículo con una afirmación: "Hay autores cuyas constantes, temas recurrentes y rasgos de estilo pueden alcanzar cierto grado de complacencia, incluso de impostura, una vez que han interiorizado lo que los críticos y espectadores esperan de ellos. Con otros directores-autores, en cambio, uno tiene la sensación de que hacen lo que hacen porque no son capaces de hacerlo de otra manera (...). Polanski quizá pertenezca a esta última categoría, pues su mirada siempre empapa los materiales con los que trabaja (...). Pero si el blockbuster es el equivalente cinematográfico del best-seller, Polanski nunca ha caído en sus trampas. Él sigue haciendo un cine de autor disfrazado de disciplinado respeto a las convenciones. Un respeto que puede confundirse con academicismo, con desinterés o con banalidad, pero que oculta en algunos casos una actitud de superioridad sobre el guión que sirve de punto de partida al film, como sucedía en el cine de Hitchcock. El escritor es un producto claramente comercial basado en la novela de otro superventas, Robert Harris, pero tampoco puede considerarse un mero trabajo de encargo..."

Cuando vemos el film de Polanski, lo primero que observamos como espectadores es que el personaje carece de nombre. No es sólo porque sea el 'negro' del político que escribe sus memorias, Adam Lang (Pierce Brosnan), ser ficticio que nos remite a Toni Blair, puesto que su antecesor, presuntamente asesinado, si lo tiene: Mac MacAra, como la sustituta de la Rebeca de Hitchcock, que es el referente continuo de la señora de la casa. La presencia del anterior escritor es tan notable, que hasta debajo de la cama de la habitación del escritor (Ewan McGregor) están sus zapatillas. El título inglés evitaría muchas elucubraciones: The ghost writer (El escritor fantasma).

Aunque la carátula del DVD afirma que es un apasionante thriller político cargado de suspense en un mundo en el que nada y nadie es lo que parece, es evidente que todo y todos son lo que parecen; Polanski ha construido una ficción en la que las cosas suceden tal y como muchos desearían: los políticos, los productores de armamento, los financieros, que primero invadieron Irak y luego patrocinaron y ocultaron los vuelos secretos, y agentes de la CIA van a ser juzgados por el Tribunal Penal Internacional, creado por el Tratado de Roma de1948. Bueno,todos no, EE.UU. nunca ha reconocido dicho tribunal, y su Presidente no se sentaráen el banquillo.

El escritor innominado se ve atrapado en una peligrosa investigación, sin pretenderlo, y no sabe con quien hacer su juego, pues al parecer todos están comprometidos; el lugar donde está recluido el político es una isla (otra encerrona) de la que sólo se puede salir en un ferry o en avión. El escritor debe acudir allí para redactar las memorias. La historia se repite.

Lo curioso de este film es que pone en evidencia que muchas pruebas incriminatorias están incluso en internet; por poco que profundices saltan las pruebas de las implicaciones entre distintos sectores y de las infiltraciones de la Central de Inteligencia Americana incluso en las Universidades. El argumento que utiliza Adam Lang es muy peligroso, pues se le puede dar la vuelta y todo el mundo queda afectado. Vamos a evitar en lo posible hacer un spoiler, pues creo que es un film que debe ser visto por dos razones: disfrutar una tarde con el buen cine de Polanski, y aprender a comprender mejor este mundo globalizado en que vivimos.

Las casas diseñadas al modo de Wright, con grandes cristales blindados, que sustituyen los muros y que producen una total integración de las estancias con el paisaje gris, lluvioso, y la música diegética de Alexandre Desplat, contribuyen a crear un clima de tensión; la perplejidad del escritor ante los usos y costumbres de los habitantes de esta casa singular, que abren las puertas de su habitación,violan constantemente su intimidad, y la vigilancia, tanto de los criados chinos como de los guardaespaldad, le empujan a buscar refugio constantemente en el modesto hotel de la isla.


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