Peter Kosminsky. La flor del mal.
La flor del mal es una película de mujeres, en la que los hombres realizan un papel muy secundario. Kosminsky mediante un gran flashback, va reconstruyendo la historia de una adolescente que no entiende al principio su desgracia hasta que al final la madre proporciona las piezas que faltaban en el rompecabezas de sus vidas. Ingrid (Michelle Pfeiffer), madre de Astrid (Alison Lohman), es una mujer culta, exquisita, una gran artista, pero tiene un gran defecto: es como las adelfas (vemos algunos planos en los que las conserva en vasos de leche), fuerte y venenosa. La niña vive en este ambiente elegante y elitista, pero su madre no acuede a ninguna de las llamadas que se le realizan desde el Instituo, porque cree que no tienen el suficiente interés intelectual , ya que nadie conoce mejor a su hija que ella misma, a la que educa independiente, perfecta y solitaria, no influenciable; es decir, su fiel retrarto.
Cuando mata a su amante la hija cae en la más profunda indefensión y comienza un itinerario desde casas de acogida a centros del mismo carácter. Va pasando por diversos ambientes, más vulgares, aunque quizás más humanos, que aquel en que se ha criado, pero su madre intenta seguir dirigiéndola desde la carcel, mediante cartas que refuerzan el mensaje de que ellas son fuertes y que debe evitar al amor que le dan otras personas, porque humilla, mientras el odio hace a la gente resistente.
La adopción de adolescentes no está exenta de dificultades, es dificil su encaje en otras estructuras familiares y escolares, y cuando se trata de una niña guapa y de educación selecta produce celos de las mujeres que las adoptan. Pero el conflicto decisivo se producirá cuando entre en contacto con Claire (Renée Zellwegwer) una mujer sensible, una actriz fracasada , que llega a quererla de verdad. La madre presa de los celos y el temor de perder el amor de su hija, prefiere verla en la peor casa de acogida; tras una atenta observación de Claire, a la que le envía cartas y con la que fuerza una conversación, la enfrenta a su propia debilidad e inestabilidad, y ésta se suicidia. De esta forma anula la única posibilidad de su hija de integrarse en la sociedad.
Astrid vuelve a la East Residence, después de acusar a su madre de envenenar a Claire con palabras y de ser un enemigo de la gente. Alli se reencuentra con Paul Trut, hijo de unos yonkis, y adopta un look siniesto, aquel que más puede dañar a su madre.
En la víspera del juicio, la madre le manda periodistas que la apoyen y a su abogada para que testifique a su favor. Hacen un pacto: la madre le cuenta la verdad de su vida y ella mentirá en la vista. Tras una conversación dura y reveladora entre ambas, por primera vez en su vida Ingrid se comporta como una verdadera madre y decide evitar a su hija el tener que mentir en una vista. Pasará el resto de la vida en la carcel, desde la que continuará su actividad creadora y hará reportajes de sus obras en la revista "Times".
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