Quentin Tarantino. Malditos bastardos.









Quentin Tarantino arremete en este western contra la Europa profunda del nazismo. En este teatro de operaciones actúa un batallón de judios americanos, los Malditos bastardos, liderado por Aldo Raine (Brad Pitt,) nieto del explorador Jim Bridger y al que los alemanes llaman Aldo el Apache, porque presume de tener sangre apache y arranca las cabelleras de sus enemigos. Su grupo recuerda a los mirmidones de Aquiles y Dani El Judío a un auténtico gladiador, que sale a ejecutar ( con un bate de beisbol) , al sargento Werner Rachtmann de un tunel, con una puerta en forma de arco, que semeja la salida de los túneles del Coliseo.

El film está dividido en capítulos. Los dos primeros son un auténtico homenaje a Sergio Leone, y en la construcción de la diégesis juega un papel fundamental Ennio Morricone; las miradas sostenidas de los que se enfrentan a la muerte, tanto en la granja de Perrier LaPaditte, como en la matanza de alemanes por los malditos bastardos y las imágenes arrancándoles las cabelleras.

En su delirio de enfant terrible imagina la historia al revés:
Hitler es víctima de un atentado en un cine que dirige Shosanna, hija superviviente de Lapaditte, que se inmola con la plana mayor nazi. El cine bélico se acaba convirtiendo en comedia de situación y el conflicto de personajes en el toque fundamental de toda receta tarantiniana: el spaghetti western. Christoph Waltz, realiza el magnífico papel de un sádico y políglota cazajudíos, carente de sentimientos.El intérprete austríaco, que ganó un merecidísimo premio de interpretación en el pasado Festival de Cannes, convierte "Malditos bastardos", a pesar de Pitt, de Daniel Brühl, Eli Roth, Diane Kruger y Michael Fassbender, en un vehículo para su exclusivo lucimiento, en un mano a mano en el que extrae lo mejor de Tarantino.

Malditos bastardos es un film visceral y salvaje, como todos los de su director. Pero el ingenio, el delirio y la mala uva con la que Tarantino reinterpreta la historia y la adoba con ingredientes tipicamente americanos, la convierten en un film arriesgado, visionario. y excelente, según algunos críticos. La preparación de Shosanna, su maquillaje, y la forma de cargar su pistola, con música de David Bowie, Cat People , tipicamente tarantiniana, alcanza momentos de intensidad narrativa. Sigue recurriendo a sus referentes, lo más rebuscado de la serie Z y música no original, que lo convierten en un cineasta único, que, aunque en principio fue cuestionado, ahora recibe el respeto de la crítica mas 'sesuda'




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