Stanley Donen.Bodas reales-



Christopher Mankiewicz decía que los filmes del gran cineasta Howard Hawks, inspirador de muchos directores actuales, estaban basados en guiones tontos, pero algunos de Stanley Donen no sólo confirman esta afirmación, sino que harían sonrojar a un niño de hoy. Cierto que no les falta en algún momento esa magia y fantasía que Chistopher exige en un cineasta, y que sus películas son muchas veces un pretexto para introducir al espectador en los musicales de Broadway, pero mujeres y hombres, inmersos en un amor romántico y moviéndose por impulsos sentimentales, pasan del escepticismo y el temor al compromiso, a la boda precipitada y concertada en pocas horas. Al final todos felices.

La película que hoy comentamos, Boda real, en la que hay que ver a Fred Astaire gritando ¡Viva la reina! entre un público entusiasta ante el casamiento de sus altezas reales británicas, la princesa Isabel y Felipe Mounttbatten, no tienen desperdicio. Hombre y mujeres son igual de inocentes; acabada la segunda guerra mundial, los americanos estaban orgullosos de su participación en el aplastamiento del nazismo y el fascismo, y transmitían su optimismo a la pantalla. Pero hoy, el hombre ha perdido su inocencia, tras guerras tan cruentas como las de Vietnam, Yugoeslavia o Irak, cuya consecuencia es el recorte de las libertades, la reiteración las crisis económicas cada vez más profundas y la difuminación de las fronteras entre la democracia y los totalitarismos.

No obstante el film que comentamos, cuyos protagonistas pertenecen al mundo del espectáculo y las diferencias entre sexos son tenues,- todos son igual de cándidos- , es una joya cinematográfica que ha dejado alguna imagen imborrable, como Fred Astaire subiéndose loco de amor por las paredes, en un baile memorable. Sólo por esto la película merece un hueco entre los filmes más destacados de la Historia del cine.
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