El fin de la inocencia. Michael Cuesta
Michael Cuesta ha realizado un film muy oportuno, con poco espacio para la poesía, que aborda con valentía todos los problemas que afectan a los niños que están en el umbral de la adolescencia, que ven, oyen y observan el mundo de los adultos y sus reacciones. Todo comienza cuando un adulto, en una fiesta, ofrece al padre de unos niños una cantidad sustanciosa por un terreno en el que sus hijos tienen construida una caseta encima de un árbol, en la que juegan y dejan volar su imaginación. Como todos los niños del mundo riñen y se pelean, pero en este caso las consecuencias serán muy dramáticas. Una noche, los niños que ocupan el árbol, entre los que se encuentra el hijo del vendedor del terreno, se encaraman en éste, para pasar la noche e impedir que derriben su guarida, provistos de un bate de beisbol. Pero, desgraciadamente, otro grupo, con el que se enfrentan constamente, llega al lugar con el objetivo contrario; lanzar cóctles molotov e incendiar la caseta .Muere el hijo del propietario, y su colega, Leonard (Jesse Camacho); un tercer niño queda malherido y tras su curación le quedan secuelas, como la pérdia del gusto y el olfato. Hasta aquí la tragedia originada por los niños accidentalmente. Pero a partir de este momento se pone en marcha una sociedad que opina, habla, grita, pide venganza e inspira en los niños un sentimiento desconocido para ellos. Los dos jóvenes autores del incendio son recluidos en un reformatorio, con una pena de un año; comienza un debate social, que llega a casa del fallecido, y el hermano, Jacob (Conor Donovan), que ha nacido con una marca que le cubre media cara, por lo que se la tapa con máscaras, que esconden su alter ego, comienza a gestar un sentimiento de venganza que le lleva a visitar periodicamente a los recluídos y presionarlos moralmente. Uno de ellos se suicida y, aunque sea poco cristiano, la sociedad considera que se ha hecho justicia. El buen comportamiento del que sigue 'entre rejas' aconseja a las instancias judiciales que cuidan de los menores liberarlo antes del tiempo señalado; Jacob, que casi se ha hecho amigo de él, no acepta bien esta redención de la pena. No obstante, como está a disgusto en su casa porque sus pades han adoptado a un niño negro, decide o simula marcharse con el asesino de su hermano; una noche de lluvia se escapan y cogen un atajo por el bosque, y, donde estaba la caseta, saca una pistola lo mata y a continuación lo entierra en un lugar preparado para ser cimentado al día siguiente. Luego vuelve a casa con normalidad, pero convertido en un auténtico asesino. Nadie lo descubre, pero eso no cambia las cosas; nadie va a buscar a la víctima, pues su madre no ha ido a verle en todo el tiempo que ha durado su internamiento y él intentaba ir a vivir con su padre en otro estado. Una compañera de origen oriental, adoptada por una psiquiatra, se cuelga de un obrero que ha llegado a la población para trabajar en la obra que se erige en el lugar, con problemas derivados de un trauma que luego confesará. Es un paciente de su madre, e intenta seducirlo utilizando todas las tácticas divulgadas en los medios de comunicación de masas. Afortunadamente el joven, dotado de más cordura de la supuesta, la rechaza con cariño y avisa a la madre. Leonard ha iniciado un plan de adelgazamiento y de prácticas deportivas, estimulado por un profesor del colegio con gran disgusto de toda la familia, gorda y adicta a la comida-basura; la madre mira a su hijo como si perteneciera a una secta, porque se niega a comer donuts. El niño decide reformar a la madre, la encierra y sólo le da a comer manzanas y ensaladas; casi mueren los dos por un escape de gas. Creo que ha ejemplificado de la mejor manera cómo influyen en unos jóvenes que están inmersos en los medios ( televisión, twenti, chats, facebook) los temas que se plantean y la forma de tratarlos. Cuando sucede un hecho violento que tiene que ver con los niños, todos los medios se lanzan a emitir un juicio, a condenar, a exigir endurecimientos de penas, reclamar venganza; pero ésto también lo oyen ellos, y en la película acaban haciendo lo que la sociedad considera justo; pero, si la primera muerte fue accidental, la segunda es un auténtico asesinato con premeditación y ocultamiento del cadáver. La opinión generada por los medios tiene otras derivadas, como la que plantea Michel Cuesta, de desprecio de los progenitores y su modo de vida; la monstruosa conversión de niñas en réplicas de sus ídolos adultos, o, lo que es peor, la comisión de actos criminales por menores.
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