Historia de un reencuentro. Wang Quan'an

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La 60 edición de la Berlinale presenta la obra de Wang Quan'an, de la sexta generación de cineastas chinos, Historia de un reencuentro, que cuenta la historia de un veterano de guerra que regresa de Taiwan a su natal Sanghai con el fin de encontrar a su antigua amada a la que dejó cincuenta años atrás. "El reencuentro es algo a lo que aspiran todas las familias chinas"
Se denomina Sexta Generación o Generación Urbana a aquellos autores que comienzan una actividad que se extiende desde 1990 hasta nuestros días. La censura del estado genera una corriente de cine clandestina, que rueda sus filmes de forma rápida y barata, con tomas largas, cámaras al hombro y sonido ambiente, lo que les da un clima documental que se asemeja más al Neorealismo italiano y al cinéma vèrité que el cine más ornamentado de la quinta generación.
Muchas de estas producciones están financiadas por productoras extranjeras y entre los nombres más destacados están: Wang Xiaoshuai, Zhang Yuan, Lou Ye..., que tienen una actitud más individualista, antiromántica y urbana, a la vez que reflejan la desorientación y los aspectos más negativos de la incorporación de China al moderno sistema capitalista.
Según Manel Ollé "La repercusión de los nuevos cines chinos sobre el público internacional y la llegada a las salas de exhibición y a los festivales de más influencia no empezó hasta 1987, cuando Hong gao liang (Sorgo Rojo) de Zhang Yimou ganó el Oso de Oro del Festival de Berlín".
Ángel Fernández Santos, crítico de "El País", comenta que cuando se estrenó el film de Yimou, muchos de los que se habían asomado a la sala no tardaron en huir. "Los pocos que nos quedamos vimos rápidamente que era una película más que notable y que se iba a llevar un premio, y luego hubo tiros para recuperarla en otras proyecciones". El secreto era (Juan Zavala,, Elio Castro y Antonio Martínez) que trataba temas universales como los celos ,los amores imposibles, el destino. Las protagonistas eran mujeres sacrificadas a los hombres debido a las imposiciones de la cultura china. Su gusto era reposado, con preferencia por los colores cálidos. Las historias eran lentas, sí, pero escena a escena calaban de emociones al espectador." Como el mismo Yimou dijo: "Mi cine son gotas de agua que se convierten en océnos".
Desde este evento nadie osa despreciar el cine procedente del mundo oriental.





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