Umberto Eco : soporte versus mensaje..


Ya en la década de los 60, Umberto Eco, actualmente catedrático de Semiótica de la Universdad de Bolonia, tuvo que escribir Apocalípticos e integrados, para despejar los temores que inundaban a la clase "intelectual" del momento por el desarrollo de la televisión. No todos estaban en la misma posición, de ahí el libro del profesor.

Aquello, en realidad, era una tormenta en un vaso de agua comparado con el maremoto que amenaza con llevarse por delante todos los modos de producción tradicionales, como ya ha ocurrido con las empresas discográficas, y de paso con todos los que se habían acomodado en unos privilegios, que ahora ven zozobrar.

La resistencia al avance de las nuevas tecnologías lleva a algunos a demonizar los productos contaminados por ellas, tal y como ocurrió en su tiempo con la TV. Pero, siempre han convivido los géneros, para los que cada autor ha elegido los recursos expresivos que ha considerado más adecuados con absoluta libertad, sin corsés. Hemos admirado tanto a Stevenson o Julio Verne como a Flaubert o León Tolstoi, a Miguel Ángel o a Picasso, porque todos ellos eran grandes artistas, aunque cultivaran estilos diferentes.

El espectador joven apuesta por Avatar, pero también por Dreyer, Doris Dörrie, Fellini o Bergman; fue una experiencia muy agradable verlos agrupados en torno a la televisión atentos a la primicia en DVD de Ágora, de Alejandro Amenabar, y escribir en una lazo morado, junto al nombre de Rosa Luxemburgo, Celia Amorós y otras, el de Sofía Coppola, una de las pocas mujeres incorporadas al mal llamado Blockbuster.

Frente a estas realidades, comentamos un artículo de Ángel Quintana, Y los ordernadores tomaron el poder, en el que parte de una cita de George Didi-Huberman quien constata que en el Renacimiento, los moldes obtenidos a partir del contacto físico fueron rechazados por una concepción de la escultura en la que la idea se imponía como base para la creación de formas nobles. Pero también los impresionistas, frente al shock que supuso la aparición del invento de la época, la fotografía, vieron como única posibilidad de supervivencia la invención de formas que no representaran la realidad. Les salió bien.

Ángel Quintana, resistiéndose, sigue diciendo que "El discurso oficial también ha condenado la imagen analógica porque no es creativa. Los paisajes naturales deben dar paso al diseño de nuevos paisajes infográficos y los nuevos cuerpos generados por ordenador han de poner en crisis a lo humano". Tacha esta postura de "reclamo de los grandes blockbusters", etiqueta que "mata" todo aquello a que se aplica. Star Wars fue una saga en la que colaboraron toda clase de especialistas, escritores, guionistas, músicos (John Williams), sin tener ni siquiera la espectativa de cobrar. Evidentemente cambió la forma de hacer cine, aunque hay sectores que se resisten a reconocerlo.

Continua diciendo que a lo largo del siglo XXI, "la imagen espectáculo no ha hecho más que seguir las bases de la utopía tecnológica que empezó a fraguarse en los años ochenta (pasa por alto Star Wars, no sabemos la razón) cuando surgieron los discursos sobre la realidad virtual. Esta utopía pretendía recuperar la capacidad representativa de la imagen, mientras que condenaba a la obsolescencia su poder reproductivo,su capacidad como molde/huella de la realidad física".

Pero, según este crítico, este intento ha fracasado y la nueva imagen en movimiento es híbrida, no ha suplantado a las analógicas, sino que ha preferido relacionarse con ellas, ya que mientras esta imágen-espectáculo necesita crear nuevos cuerpos para subsistir, las pequeñas imágenes se refugian en la realidad para conservar fragmentos y crónicas de la realidad. Pero no debemos olvidar que grandes maestros del cine analógico, antes de desaparecer quisieron experimentar con las nuevas tecnologías, como Rhomer o Bergman.

Ahora viene el ataque más profundo, que les permite erigirse como druidas por encima de la ignorancia del común de los mortales: "Durante los últimos diez años que separan Matrix de Avatar, el cine de atracciones ha sufrido un proceso de reconfiguración hacia el público infantil; el espectador medio ya no son ni siquiera los adolescentes, sino los niños , mentras los adultos han sido expulsados de las salas.

Pero les llega lo peor, el 3D, y que no se equivoquen, si en algo es espectacular no es en la representación del mundo de los bichos, sino en la reproducción de la realidad. El hombre siempre ha luchado por avanzar, y ya hace muchos años ( casi siglos en comparación con el aceleramiento de la técnica) que Michael Curtiz (1933) intentó producir cine en tres dimensiones en su filme Los crímenes del museo de cera, con aquellas gafitas de cartón y celofán rojo y verde, que causó gran expectación en sus padres y ellos mismos. Alicia en el país de las maravillas de Tim Barton es un espectáculo esperado por toda la prensa mundial, con gran expectación. ¿De verdad creen imposible emitir mensajes para adultos con estas técnicas?

Mientras el mundo avanza ellos harán bien en refugiarse en las series televisivas como Los Soprano o The Wire, pero pronto desconectarán de las nuevas generaciones, si asocian peyorativamentela tecnología con los partidos de fútbol o las retransmisiones de ópera. Estas últimas, desgraciadamente y debido a los precios anti-populares, que por otro lado pagamos entre todos, sólo pueden llegar a las masas a través de medios tan despreciables como la televisión.

No todos los jóvenes gozan de una buena formación intelectual, que depende de muchos factores y no precisamente de los socioeconómicos, pero seguro que son muchos más que lo eran en la época en la que muchos de los que escriben iban a Universidades elitistas. Las nuevas generaciones serán capaces de convivir, manejar e interactuar con las nuevas tecnologías, a las que, a nadie le quepa la menor duda, sabrán dar en su momento los mejores contenidos. Como siempre ha sucedido.





Si algún film ha reflexionado sobre cómo un hombre puede transitar hacia el lado oscuro y esconder su alter ego tras una máscara ha sido la saga de George Lucas de La guerra de las Galaxias, cuyo título es una réplica fonética de la obra de Julio César, La Guerra de las Galias, que figura en su estantería de libros predilectos . El cineasta comenzó su carrera haciendo cine de vanguardia (THX), y siguió renovando la forma de representación convencional con los escasos recursos de que entonces se disponía y una gran dosis de creatividad. Después de este esfuerzo que deterioró su salud, nada fue igual; su compañero de 'oficio ' e impulsorde American Zoetrope, a la que ha recurrido en su último film, Francis Ford Coppola, realizó otra saga, El Padrino, de gran belleza y sensibilidad, pero siempre dentro del modo de representación institucional.

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