El precio de la gloria. John Ford.
El precio de la gloria es una comedia de John Ford en un contexto de guerra, protagonizada por James Gagney. No es una película de género bélico, ni los soldados son héroes, sino unos chapuceros que apenas conocen la disciplina militar, se pasan el día en una cantina francesa bebiendo y oyendo cantar a la hija del bodeguero, por la que se producen continuas trifulcas entre el capitan Flag (J.Gagney) y un sargento. Es un film sexista en el que los hombres se llegan a jugar la mujer en una partida de cartas,cuya opinión apenas cuenta.
Toda la disciplina, la gloria y el honor del ejército desaparecen, desmitificados, sólo quedan unos hombres que quieren vivir intensamente. Es un film flojo que no se corresponde con las obras maestras que ha realizado el cineasta más admirado y respetado de todos los tiempos. Jame Gagner deja mucho que desear como galán, y la única seña de identidad del afamado director es el cariño con que contempla a los hombres y, a pesar de lo dicho anteriormente, a unas mujeres dotadas de fortaleza y dignidad. Aunque lo parezca no es una contradicción, son mujeres de su tiempo, a las que Ford contempla como son y los hombres, a pesar de su tosquedad, respetan.
Los hombres no son un prototipo de belleza masculina, y el capitan es menos atractivo que el padre de la cantinera. Si están dotados de algo estos marines de mala reputación, indisciplinados y desaliñados, es de la malentendida campechanería. El título no se entiende, pues no hay precio ni hay gloria, con la excepción de un joven estudiante, enamorado de una colegiala del pueblo francés,que morirá en combate. En la extradiégesis la guerra (1918), cuya realidad se vislumbra con la marcha de la columna de hombres a reforzar el frente en la secuencia final.
Toda la disciplina, la gloria y el honor del ejército desaparecen, desmitificados, sólo quedan unos hombres que quieren vivir intensamente. Es un film flojo que no se corresponde con las obras maestras que ha realizado el cineasta más admirado y respetado de todos los tiempos. Jame Gagner deja mucho que desear como galán, y la única seña de identidad del afamado director es el cariño con que contempla a los hombres y, a pesar de lo dicho anteriormente, a unas mujeres dotadas de fortaleza y dignidad. Aunque lo parezca no es una contradicción, son mujeres de su tiempo, a las que Ford contempla como son y los hombres, a pesar de su tosquedad, respetan.
Los hombres no son un prototipo de belleza masculina, y el capitan es menos atractivo que el padre de la cantinera. Si están dotados de algo estos marines de mala reputación, indisciplinados y desaliñados, es de la malentendida campechanería. El título no se entiende, pues no hay precio ni hay gloria, con la excepción de un joven estudiante, enamorado de una colegiala del pueblo francés,que morirá en combate. En la extradiégesis la guerra (1918), cuya realidad se vislumbra con la marcha de la columna de hombres a reforzar el frente en la secuencia final.
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