La sombra del poder. Kevin McDonald.


Muchos jóvenes sueñan con la profesión del periodismo de referencia, el newspaper, que nunca se acabará en esencia y después veremos por qué; comienzan su andadura como 'blogeros' y sueñan con ese trabajo de servicio a la comunidad, a la cultura y al mundo en escala global que sólo unos pocos alcanzan, al que imaginan impregnado de un fuerte contenido de aventura. Cada vez ven más lejos la posibilidad de satisfacer sus aspiraciones con una profesión que languidece a pasos agigantados. Kevin McDonald culmina su film, La sombra del poder, (State of play)con un pequeño homenaje, un hurra, en realidad un requiem al cuarto poder, cerrando su film con las imágenes del periódico ficticio, The Washington Globe, imprimiéndose en los rotativos reales del periódico The Washington Post de Virginia, con su analógica, vetusta y anticuada tecnología; la última imagen es la de un trabajador de la imprenta bajando simbólicamente la puerta mientras suena una música también bajo amenaza de extinción: Long as I can see the Light, de Credence. Sobre estas imágenes los títulos de crédito nos muestran los nombres de un gran equipo de profesionales de todas las áreas, de un trabajo conjunto, físico y presencial, en pos de la culminación de un proyecto común, también amenazado.

El duelo entre un periodista tradicional, Cal, y una joven procedente del mundo del blog, Della , el periodismo de referencia y el más inmediato, sensacionalista y amarillo es el tema fundamental subyacente de un thriller que descansa en la privatización progresiva de los servicios públicos, ahora en manos privadas, que confía la defensa del estado a corporaciones como la ficticia Pointcorp, que tiene a su servicio ex-militares formados por el estado y entrenados en batallas reales, como la Guerra de Irak. La amistad entre Stephen Collins (Ben Affleck) y Cal McCaffrey (Rusell Crowe), y la solidaridad entre éste último y la joven periodista Della (Rachell McAdams) será el contrapunto humano a una película de suspense y acción.









La idea surgió de una serie británica basada en un guión de Paul Abbott para una serie de televisión , State of Play, el mejor espacio televisivo de los últimos años. Al trasladar el proyecto se convierte en una historia que trata del periodismo que se alimenta de los políticos y viceversa, merced al trabajo del gionista Tony Gilroy, artífice de El mito de Bourne o Michael Clyton. El thriller teje una tela de araña en la que todo y todos están conectados y te involucran , en el que la información se da diseminada, y a medida que avanza la historia empieza a adquirir sentido, ubicada en el mundo político de Washington, en el que se opone el ámbito ficticio y el de las bambalinas, donde pululan los asesinatos, el sexo y la avaricia.









Concluida la investigación periodística, Della le dice a Cal que una noticia de esa envergadura merece un periódico de papel. Es impactante la última imagen de Cal, como periodista, no como amigo, un hombre que cree que la gente sabe distinguir una noticia de verdad de una patraña, cosa que dudo, en un primer plano escribiendo el artículo que va a hundir a Collins; la cámara se aleja y vemos a todo el equipo de redacción a su alrededor, incluida la editoria protagonizada por Helen Mirren, expectantes; la salida de escena del gladiator del periodismo es seguida por el gesto de admiración de sus compañeros de profesión.







Los actores recibieron el asesoramiento de The Washington Post, y aprendieron cosas tales como que los periodistas de clase, no los de la telebasura, acuden a las entrevistas no bien vestidos para dar ventajas al entrevistado (comparad con el periodismo-basura); Cal vive en un apartamento destartalado, en un barrio destartalado y se alimenta de comida-basura. Estos barrios gozan del privilegio del color, las calles populosas y la riqueza de texturas, frente a la frialdad del estudio. Otra cuestión interesante para el debate es que la presencia del ordenador no elimina el papel; cualquiera que haya visitado la casa de un periodista o un profesor, verá apilados todo tipo de papeles: apuntes, revistas, libros. A estos profesionales les resulta muy difícil deshacerse de cualquiera de ellos, angustia muy bien reflejada por Juan Perro, poeta y músico español, en su tema 'El papelito'. Los periodistas no tiran nada, si se trata de papel, y en las mesas de la gente se acumulan pilas y pilas, que invaden los grandes tablones de corcho; la sala de redacción y la casa de Cal son un icono de esta realidad.

El fotógrafo Rodrigo Prieto quiso dotar de significado, semantizar sus imágenes aplicando distintos estilos a Cal y a Collins: para el primero objetivos anamórficos con cámaras manuales, para el segundo cámaras digitales, para dar apariencia de video, más artificial, como ve generalmente al político el público de TV, en el que el fondo y el primer plano están más definidos, más enfocados.

La evolución de las noticias en The Washington Globe se aproximan a la realidad, con una cabecera que calca la de The Washington Post. El primer día breve espacio dedicado al inicio del rodaje en George Town; a medida que avanza la Historia , el thriller,se dedica más espacio en una primera página, cada vez más sensacionalista, cuyo look y estilo evolucionan bajo la presión de los nuevos dueños, que desprecian el artículo de fondo e incorporan en el rotativo la noticia inmediata, sin profundidad, simbolizada por los blogueros.

En resumen un homenaje a un periodismo, que en su caida se asocia con el cine, para no caer solo, y que parece dispuesto a privarnos de la visita cotidiana a nuestro quiosco y del calor humano de las entrañables conversaciones con nuestro quiosquero.





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