Winter's Bone. Debra Granik.


El film de Debra Granik ha hecho correr ríos de tinta y ha despertado gran interés entre los críticos, porque pone a Occidente delante del espejo y evidencia que no hay que andar muy lejos para encontrar el tercer mundo, sin tan siquiera sondeando en las causas más aparentes de discriminación, cuyo precedente lo encontramos en un corto de la autora, o su ópera prima Down to the Bone, un análisis incisivo sobre la trastienda del estado del bienestar (Beatriz Martínez.Cahiers du Cinema, febrero 2011), (...) historias de vidas consumidas por la frustración, las drogas, el desempleo, confinados en agujeros que rezuman miseria y podredumbre moral, donde todo es frío y han desaparecido los sentimientos. En resumen, la otra cara del espejo del desarrollo sostenible, con bases insostenibles, que ha experimentado el primer mundo en los últimos años.





Estos parias de la tierra se amontonan y hacinan en 'ghettos', en las montañas Orzaks, de donde los jóvenes sólo pueden soñar en escapar alistándose en el ejército como mercenarios. Pero la joven Ree (Jennifer Lawrence) debe resignarse y estar al frente de una familia desestructurada, con una madre incapacitada mental, un padre evadido de la justicia y unos hermanos pequeños bajo su tutela; nuestro mundo hipócrita soporta mejor la miseria cuando se produce en países del Sur, pobres y subdesarrollados, que cuando la depauperación se extiende por el corazón del mundo 'civilizado'.





La joven, huérfana de referentes sentimentales, debe iniciar un camino de búsqueda del padre evadido, y enfrentarse a un mundo hostil, endogámico y en el que las mujeres, celosas de sus hombres levantarán otro muro de intimidación frente a ella. Winter's Bone posee una atmósfera hipnótica y lúgubre, como si se tratara de una pesadilla que nos introdujera poco a poco en la boca del infierno (...) un viaje a las profundidades de América y a sus ritos iniciáticos, a la brutalidad atávica, a sus rigurosos códigos de honor.

Gonzalo de Lucas, de acuerdo con la línea de Cahiers cree que el film, inscrito en las tendencias actuales, por más que pertenezca a corrientes indies, utiliza los recursos con el fin de crear continuamente efectos, en los que una moneda no es una moneda, en la que la ardilla que sacrifica Ree, animal de compañía de la infancia, simboliza la subsistencia o es motivo de posteriores pesadillas, sin hacernos sentir el hambre y el frío. Yo no estoy del todo de acuerdo con él, entendiendo su argumento, pues vivimos en un mundo en que proliferan las imágenes cargadas de significado y en la que el expectador debe aprender a descodificarlas. El mundo ya no es tan sencillo y apenas podemos distinguir si el que la deposita en una mesa es un rico o un pobre. De eso se trata.

La crítica norteamericana valora mejor su propio cine, e incluso Jennifer Lawrence fue nominada al Óscar como mejor actriz. Se ha convertido, a los veinte años en una actriz de moda, entrevistada

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