Destino oculto. George Nolfi


Realizar un film sobre el libre albedrio, la capacidad del individuo de elegir su destino y mantener al espectador en su asiento y atento a la pantalla no es tarea fácil, y ésto lo consigue George Nolfi en Destino oculto. La ciencia-ficción permite desenvolverte en terrenos en los que estar demasiado pegado al suelo puede provocar desviaciones dogmáticas si no son auténticos biopics. Quizás el principal fallo del film sea el actor elegido; Matt Damon es un hombre extraordinario, pero su cuerpo talludo y su cara de recluta bienintencionado, perfecta para filmes como Green Zone, Infiltrados o Bourne, no se adapta demasiado al personaje creado por Nolfi, que cuando se quita la corbata sigue teniendo la apariencia de 'niño integrado', muy alejada del mensaje que se nos quiere transmitir.



No estoy de acuerdo con algunos críticos que afirman que es un Inception para románticos. Evidentemente el film tiene elementos de la película de Cristopher Nolan, e incluso de Sutter Island de Escorsese, pero al director le ha faltado atrevimiento para profundizar más en la representación de la perversión del poder y usar de forma más agresiva efectos especiales, practicamente ausentes en el film, excepto en esas puertas que se abren al contrasentido. No es el enamoramiento de David Norris (Matt Damon) de Elise Sellas (Emily Blunt) lo que creará problemas al político demócrata, éstos habían surgido antes. Los recién ingresados en la democracia comienzan a entender cómo se mide la talla de un político: por el color de la corbata, el corte de pelo o el brillo de los zapatos. En la recreación del hombre, especialmente el político progresista, más vapuleado que el conservador, se invierten grandes sumas de dinero en estilistas y en marketing para hacerlo menos temible a los poderes económicos y a la vez cercano a las masas. Pero hay más. Si este lavado de imagen incrementa su popularidad se escudriña incluso su vida desde la pila del bautismo; éste es el caso de David Norris, al que los periodistas de 'investigación' hunden con una fotografía haciendo un 'calvo' en el Instituto. Vendría bien recordar el caso de Clinton y su becaria. Un político joven es menos maleable y cuatro años más se consideran suficientes para domeñarlo.









David Norris conoce a (nada menos) una bailarina de la que se enamora, algo inconcebible para un hombre que aspira a la Casa Blanca y tiene posibilidades de llegar a ella. Los hombres del Destino, el Adjustmen Bureau, que ya habían advertido seriamente a Norris del peligro de incumplir las normas, pero no lo habían redireccionado porque lo consideraban todavía controlable, se emplean a fondo cuando se niega a romper con una mujer 'poco conveniente'. Infiltración de ideas o borrado de la memoria le acercan efectivamente a Inception, y la búsqueda de la verdad, con escaleras de caracol que conducen al castillo de Kafka (un rascacielos en la película), para el que la impotencia y el poder se complementan casi a propósito, a Sutter Island. Los destinos los regimos entre todos, y sólo unos pocos se atreven a romper las reglas establecidas. Lo curioso es que en la corta experiencia de la CNN en España ha considerada una cadena excesivamente progresista y, sin embargo, no es vista del mismo modo por los americanos.

Otra cuestión que obsesiona a los americanos es la de la preservación de su privacidad, que sólo se consigue interceptando los modernos medios de comunicación. Los personajes de Destino oculto consiguen moverse por el sustrato de nuestro mundo mojados y con un sombrero en la cabeza. De esta forma no pueden ser localizados.

Film interesante, que hará removerse a más de uno en su asiento. La crítica se divide entre quienes lo alaban y quienes lo denigran. Quizás sólo por eso merezca ser vista.


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